Forjen espadas de sus rejas de arado Y lanzas de sus podaderas; Diga el débil: “Fuerte soy” Joel 3:10
La semana pasada aprendimos acerca del poder de nuestras palabras y oímos al Señor Jesús enseñar a sus apóstoles como “aumentar” su fe. Él les aseguró que hablándole a sus problemas con la más diminuta “medida de fe” diciéndoles que se muevan, éstos se moverían. Aún en lo natural, una semilla de mostaza cubierta por concreto, al crecer lo rompe y aun parte la roca en dos.
Mas ¿cómo le hablamos a una montaña que nos cubre nuestra vista al mar, o a un árbol trepador cuyas ramas son gruesas y difíciles de cortar?
Nuestra cultura nos dice que hablemos de los problemas, lo cual los magnifica. El Señor Jesús nos dijo que lo hablemos con Él, llevándole todas nuestras preocupaciones y ansiedades, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7), que le traigamos nuestras cargas y él nos hará descansar. (Mat. 11:28). Esto lo magnifica a Él y le habla de nuestra fe.
De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad. Heb. 11:6
Más la respuesta a “como aumentar nuestra fe”, es “Hablándole a nuestro problema”. Una vez que los has llevado a Él, Él ya te oyó, ahora háblale a tus problemas lo que tu fe ve, no lo que tus 5 sentidos sienten. Nuestro Señor te dará según tu fe.
Nuestro Padre quiere que declaremos no lo que tu problema te dice que Él es o que tú eres, sino lo que nosotros decimos que Él es para nosotros. Si tú declaras tu desesperanza, tu desaliento, o tu pesimismo, no encontrarás el vehículo para salir de ellos. Mucha gente logra creer en Jesús como su Salvador del infierno, mas no pueden creer en Él como el Salvador de sus situaciones, como su Pastor, como su Sanador, o como su Proveedor. Cualquier cosa que tú declares que el Señor es en tu vida, en eso Él se convertirá.
Conozco a alguien (mi mami), que cuando leyó que al pueblo de Israel no se le desgastó su ropa en el desierto, recibió “revelación” de tal manera que su ropa no se le desgasta, y ella así lo confiesa: “Ya me aburrí de estas prendas porque no se desgastan después de tantos años”. En cambio, yo solía confesar: “Toda mi ropa nueva se arruina” y no tardaba mucho para que la siguiente prenda nueva le cayera una gota de cloro, o algo le sucediera. Gloria a Dios que me está enseñando a cambiar mi confesión.
¿Y cómo lo hacemos?
Para aquellos que no estamos acostumbrados a hablar con victoria, o cuando no conocemos la Palabra, quizá nos es difícil declarar nuestra fe naturalmente como parte de nuestra conversación, mas comienza con leerte la palabra en voz alta, haciéndola personal, ésto es, leyéndola como si Dios la hubiera escrito sólo para ti. Por ejemplo, digamos que tu corazón se llenó de gozo cuando leíste Isaías 26:3,
¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos!” Otras versiones dicen: “aquellos cuyo pensamiento en ti persevera”. Durante el día, cuando el problema trata de robarte tu paz, cuando vayas manejando, cuando estés sólo(a) medita: “Tú me guardarás en perfecta paz porque yo confío en ti, porque mi pensamiento está en ti”. To me guarderás en PERFECTA PAZ! PERFECTA SHALOM! (bienestar, completitud, prosperidad, salud, paz ) Aleluya! Mi mente está en ti Señor…..”; o creiste el Salmo 23: “Tu eres mi Pastor, nada me faltará….tu suplirás mi gasolina, mi renta, mis alimentos...”; o el Salmo 46: “Tú eres mi amparo, mi fortaleza… y esta aflicción pasará en el nombre de Jesús”. De esta manera le hablamos a los problemas con nuestra declaración. Esta es la confesión del Nuevo Pacto.
Otra manera de declaración es con tu alabanza. Puesto que la lengua es nuestra espada, por lo mismo la alabanza es la estrategia de guerra espiritual más efectiva cuando está basada en lo que la Palabra del Nuevo Pacto dice y lo creemos. Hoy en día existen muchas canciones que hablan de la Gracia de Dios, de su amor incondicional por nosotros, de su Hijo Jesucristo. Elige canciones que lo magnifiquen, que te infundan confianza en El y que te hagan mirar a El y no a ti mismo. Ciertos compositores como Darlene Zschech de Hillsong, Nueva Creación, de Singapur, Israel Houghton, Jorge González y algunos otros están componiendo nuevas canciones después de haber sido impactados por el Evangelio de Gracia que Pablo predicaba y que se está proclamando por todo el mundo a través de predicadores como Joseph Prince y otros que Dios está levantando para este tiempo.
Desafortunadamente, no todos los compositores son creyentes del Nuevo Pacto. Muchos componen canciones que pueden ministrar al no creyente, mas no al Hijo de Dios que ya ha encontrado vida en Cristo, por lo mismo ten cuidado de no cantar canciones como: “Soy basura, soy polvo en tus manos” porque recuerda quien es el que devora el polvo, o canciones que fueron compuestas en las palabras de David cuando profetizaba de los sufrimientos de Jesucristo, o las palabras que dijo Job cuando solo conocía a Dios de oídas y quien no tenía un mediador como tú y yo.
Así es como el enemigo devora no solo a sus hijos, sino a muchos creyentes. Si te pusieras a analizar la letra de las canciones que la gente canta, y ahora que conocemos el poder de las palabras, nosotros podemos creer que sólo son canciones inofensivas, más la palabra nos dice:
La boca de los necios es su ruina; quedan atrapados por sus labios. Prov. 18:7
Shalom