Continuemos aprendiendo acerca de nuestra herencia en Cristo y quiero comenzar este año retomando el tema de la prosperidad, una de las muchas bendiciones de Abraham.
Existe gente que considera una osadía el que algunos creamos que nuestra prosperidad es un regalo de la Cruz (2 Cor.8:9). Sin embargo, el no creerlo equivale a despreciarlo y a tener por poco el precio que se pagó por nuestra paz.
Asi es, la prosperidad es parte de nuestra paz, del Shalom que Dios vino a darnos, paz que sobrepasa todo entendimiento; esto significa que es algo sobrenatural, pues no es la prosperidad que el mundo alcanza y porque no depende tanto de nuestra habilidad por obtenerla, sino de nuestra habilidad para recibirla de la Cruz por Gracia, a través de nuestra fe.
Por lo anterior, aunque compartí antes acerca de la prosperidad, me gustaría pedirte que refresques tu fe al respecto, pues será la base para lo que comparta la próxima semana, o semanas.
Comenzaremos por recordar el gran triunfo que la Cena del Señor ofrece al anunciar la muerte de Cristo, la cual fue instituida por Jesús durante su última cena, misma que estaba anunciada “como una sombra” en la pascua de los judíos.
Bajo la sombra de las cosas por venir, el pueblo de Israel en una noche pasó de ser esclavos en tierra ajena, a un pueblo libre, que en 40 años no se enfermó ni su ropa se desgastó, además de haber salido con oro y plata, lo cual fue como una paga justa por 400 años de esclavitud, por lo que su prosperidad fue parte de la Justicia de Dios. Lee por favor el mensaje completo Prosperidad Justa y regresa el jueves.
Shalom