Estamos por concluir nuestro estudio acerca de la prosperidad y las riquezas. Escudriñando la Escritura para aprender a dar y a recibir, descubriste que Dios quiere que prosperes y que obtengas todo lo que Él te ha dado libre y gratuitamente de la Cruz y POR SU GRACIA. Si por mérito propio, ya no es Gracia (Rom. 11:6):
El Diezmo era parte de la Ley de Moisés, tiempo durante el cual el hombre que obedecía era bendecido. Sin embargo, en Malaquías 3:7-12 nos dice que los hombres de aquel tiempo no obedecían. Jesús ha pagado nuestro diezmo en el momento en que cumplió TODA la Ley y lo dio TODO por nosotros para abrir las puertas de los Cielos y que toda bendición pudiera caer sobre nosotros hasta que sobreabunde legal y justamente. Hoy no vivimos más bajo la Ley pues “por la obediencia de un hombre hemos sido justificados”, (Rom. 5:19) esto no significa “excusados”, sino que hemos sido hechos “Justos”, “rectos”, por lo que tenemos acceso a la provisión de Dios no solo como “bendición de Abraham”, sino como sus Hijos, Abraham solo era “su amigo”.
En cuanto a sembrar y cosechar, Jesús nos enseñó que las aves no siembran ni siegan y aun su Padre las alimenta, cuanto más a nosotros que somos para El más valiosos que las aves; (Mat. 6:26); nuestro Padre es rico, por tanto, al buscar su reino y su Justicia – al sumergirnos en escuchar de Su Hijo Jesucristo y su Gracia, y practicar su presencia y su Amor, las cosas nos son añadidas. (Mat. 6:33). Por la obediencia de Cristo, y por su Amor hacia nosotros Dios nos proveerá todo lo que nos falte de sus riquezas en Gloria, (Fil. 4:19) más allá de lo que pedimos o imaginamos (Ef. 3:20) y mucho más allá de lo que podamos alcanzar con nuestras propias manos, pues a través de su pobreza hemos sido enriquecidos. (2 Cor. 8:9)
Vimos también que la Gloria de Dios en la Biblia no solo significa esplendor y brillantez, sino también es sinónimo de honor y riquezas, una riqueza diferente en los Hijos de Dios, pues la riqueza del mundo trae consigo temor y dolor, corrupción, esclavitud y muerte, más la riqueza que Dios nos fue heredada en su Hijo Jesucristo, trayendo consigo gozo y paz, armonía, contentamiento y bendición para el que la recibe y para aquellos a su alrededor, pues también nos trae libertad de mammon – el amor al dinero.
Por último vimos que “El sembrar y cosechar” en el Nuevo Testamento no se refiere a dar dinero para recibir dinero, sino a llevar la Palabra del Reino, el Evangelio de Gracia, en el cual se revela la Rectitud de Dios en Cristo por fe y no por obras; Jesús se refirió a éste Evangelio como “La Buena Semilla” (Mat. 13:18). Cuando El Buen Sembrador siembra la Buena Semilla, cosechará vida eterna del Espíritu, cada que una persona se salve por lo que El sembró, más cuando lo que siembra es semilla leudada con la Ley, cosechará corrupción y muerte, cada que ponga a una persona en camino de destrucción. (Gal. 6:8)
Por lo anterior, si deseas una cosecha con altas ganancias, que sea la palabra de Gracia lo que siembres para que coseches vida eterna a tu alrededor, sea que la siembres tú, o que con tu dinero envíes a aquellos que Dios ha llamado a llevarla, pues cómo se convertirá la gente si no hay quien les predique. (Rom 10:14-15) ¿Acaso no sería ésta una cosecha muy deseable? Aquel que apoya con su dinero al que siembra la palabra de Gracia es co-sembrador y la cosecha de almas y de vida eterna será de ambos.
Por último, espero haber expuesto con claridad que la semilla no es El dinero; la Justicia de Cristo incluye provision y prosperidad, la cual también se manifiesta en forma de bienes materiales como lo podemos ver a lo largo de la Biblia en la vida de Abraham y muchos de sus descendientes, por tanto El dar no nos hará recibir más dinero, sino el creer en que somos la Justicia de Dios en Cristo nos habilita para recibirlo sin vivir ‘lleno de labores’ – el significado de maldad.
Ahora revisemos el otro lado de la moneda:
Sabemos que al recibir nuestra Redención y haber sido hechos Hijos de Dios por Su Espíritu, hemos recibido Su naturaleza, con nuevos deseos y habilidades. La naturaleza de Dios es siempre DAR. Él nos dio lo más preciado, a su Hijo y junto con El todas las cosas, (Rom. 8:32), por tanto el dar llega a convertirse en nosotros en algo natural, lo cual es antinatural en el hombre natural ¿me explico? Por tanto nuestra dádiva está basada simplemente en esa nueva naturaleza, en el amor por los demás, en nuestro deseo de que el Evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo alcance los últimos lugares de la tierra y en nuestra decisión de ser de bendición y no de “sustracción”.
Los Hijos de Dios no vivimos ya del sistema de recompensas del mundo, de hacer para merecer. Contrario al sistema de mundo, a nosotros todo nos fue dado “gratuitamente”, por tanto, tal cosa como “La Ley de la Siembra y la Cosecha” no existe. El dar es una obra de la Gracia de Dios. Será nuestro recibir más de Dios, nuestro continuo recordar lo que Jesús logró en la Cruz, nuestro oír más de Su Gracia, lo que nos agrande el corazón y nos ayude a dar más y a hacer más. Damos porque hemos recibido de El y no para recibir.
Una vez con tu fe enfocada en la Rectitud de Dios y no en la propia para recibir tu provisión, tu dinero te servirá y no tú a él, y conocerás, quizá por primera vez lo que significa la prosperidad y la abundancia.
Shalom