El mensaje pasado te mostré lo que la Escritura enseña con respecto a la Ley: que es parte de un pacto que ya no está vigente.
Muchos te dirán: “No, no, no, lo que quiere decir es que ya no celebramos sacrificios…. “
Cierto, al haber dado la Ley, Dios estableció el sacrificio como parte de su Gracia, porque sabiendo que ellos no podrían seguir la Ley, cuya rectitud era por “el hacer”, Él sabía que necesitarían la cobertura de la sangre inocente; antes de la Ley no existía la ordenanza del sacrificio, a menos que surgiera del corazón como un acto de agradecimiento o adoración, como lo hizo Abel y otros más que tuvieron la revelación de que por su esfuerzo era imposible agradar a Dios y en su lugar recurrieron al esfuerzo/sacrificio de otro.
Esto bajo el Nuevo Pacto equivaldría a reconocer nuestra falta de rectitud propia y a dar Gracias a Dios por habernos dado a su Hijo, o dar Gracias a Jesús por haber tomado nuestro lugar, pues ¿dónde estaríamos sin su rectitud y justificación? Esto es vivir bajo la Gracia. No tratar más de justificarnos a nosotros mismos, sino simplemente depender de lo que Jesús ya hizo y ya nos dio: su sangre para nuestra justificación, para nuestra santificación, limpieza, pureza, entereza, etc.
Leamos los siguientes versículos para entender qué quiere decir Pablo cuando dijo que “Moisés escribe que el hombre que practica la justicia que es de la ley, vivirá por ella”; te pido que tú lo leas directo de tu Biblia, mientras yo te traduzco de la versión “El Mensaje” que nos ayudará a darle el enfoque correcto,
Moisés escribió que cualquiera que insista en usar el código de la Ley para vivir bien delante de Dios pronto descubre que no es fácil, cada detalle de la vida regulado por la letra pequeña. Rom 10:5
¿Suena familiar? Vivir bajo un contrato lleno de letra diminuta que invalida todo lo que haces: Eres valioso, aceptado, siempre y cuando…. hagas lo suficiente, y lo hagas bien; seas suficientemente bueno, disciplinado, humilde, generoso, paciente, etc; o siempre y cuando tengas lo suficiente en tu portafolio: dinero, fama, fortuna, educacion academica, credenciales, propiedades, logros, obras de caridad, etc.
La ironía es que aún cuando nos esforcemos por cumplir este contrato, en cuanto fallemos en algo, el contador vuelve a ceros, por tanto, la ilusión de valor o aceptación solo permanece hasta que la fuerza de voluntad se nos agota, o hasta que alguien que hace/tiene o es más que nosotros nos opaca; esto nos garantiza vivir en obscuridad continua como resultado de vivir bajo la Ley, y ésta es la causa de tanta envidia, pleito, asesinato, suicidio y segun la Biblia, de toda obra de la carne (1 Cor. 15:56); por algo Pablo nos dice que la Letra (la Ley) ¡mata!
Pero al confiar en Dios para que le de forma dentro de nosotros a nuestro “vivir bien” es diferente – ninguna necesidad de escalar precariamente al cielo a reclutar al Mesías, ni de descender peligrosamente al infierno a rescatarlo. Rom. 10:6
En otras palabras, no más esfuerzo para impresionar a Dios para llegar a su trono a base de nuestros brincos, no mas necesidad de orar a gritos para que nos escuche, tampoco hay necesidad de querer ayudarle, o de vivir derrotados porque no nos oye, o de querer causarle lástima para que se apiade de nosotros. Él fue quien bajó a nosotros, a nuestra altura, tanto así nos ama, El fue quien nos alcanzó, quien nos encontró para que vivieramos en la Luz. Él es la Luz ¡Él merece toda la gloria!
Entonces qué es exactamente lo que estaba diciendo Moisés
La palabra que salva esta aquí, tan cerca como la lengua en tu boca, tan cerca como el corazón en tu pecho.
Es la palabra de fe que le da la bienvenida a Dios para ir a hacer y a poner las cosas bien por nosotros. Este es el núcleo de lo que predicamos. Hablar la palabra que le da la bienvenida a Dios – “Jesús es mi Amo” – abrazando en cuerpo y alma lo que Dios está haciendo en nosotros, lo mismo que hizo al levantar a Jesús de los muertos. Eso es. Tu no estás haciendo nada; simplemente estas llamando a Dios, confiando que Él lo haga por ti. Esta es la salvación. Con todo tu ser aceptas que Dios ponga las cosas bien y entonces lo dices, en voz alta: “¡Dios ha puesto todo bien entre él y yo!”
La escritura nos asegura, “Nadie que confía en Dios de esta manera – de corazón y alma – jamás lo lamentará”. Esto es exactamente lo mismo para todos nosotros, sin importar de que religión vengas (seas judío o griego): el mismo Dios es por todos nosotros, actuando de la misma increíblemente generosa manera con todos los que le piden ayuda “Cualquiera que grita “Ayúdame Dios, obtiene ayuda” Rom.10: 7-15
Esta es la manera en que Pablo describe el vivir por la fe y nos invita a hablar en nuestra vida y la de los demás lo que Cristo hizo por nosotros en la Cruz, a hablar de lo que Cristo nos llamó a ser, de lo que Cristo nos dio, esta es la confesión del cristiano, y es así como nos hacemos disponibles a que Él nos “ponga en forma”, con el solo poder de su Espíritu, sin que nuestra mente se interponga en su camino con religión, filosofía, humanismo, o cualquier esfuerzo humano. Esta es la manera en que El vive su vida en nosotros. Somos Hijos de Luz, dejemos que La Luz viva su vida en nosotros declarando su Palabra.
En El estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. Juan 1:4
¡Aleluya! Shalom