Aquel que les suministra el Espíritu y hace maravillas entre ustedes, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? Gal. 3:5
Como lo hemos visto el camino que Dios escogió para sus hijos es a través de Su obra, no de las nuestras, de su esfuerzo y no del nuestro. Esa obra y ese esfuerzo de Dios fueron su regalo de justificación y rectitud por la obediencia de Jesús, sin mérito alguno de nuestra parte. Este es el regalo más valioso de todos los regalos que nos fueron dados en la Cruz del Calvario.
Pablo, el experto en la Ley de Moisés y en algún tiempo perseguidor despiadado de los que se separaban de ella, terminó sus días peleando contra ella. Todas sus epístolas demuestran cuan serio era para él que la gente alineara sus pensamientos con los de Dios al descubrir su identidad de Hijo, que nosotros conocemos como ‘arrepentimiento’.
Arrepentirse en hebreo es שוב shuv, que significa “regresar” y en griego es “Metanoia” , de meta – juntos con, y noieō – percibir con la mente, esto indica una percepción alineada con la de Dios; un entendimiento de lo que Dios conoce acerca de nosotros seguido por un alineamiento con nuestro verdadero ser.
Esto era a lo que Pablo exhortaba al pueblo de Dios, para que se volvieran de sus propios esfuerzos vanos que no los acercaban a Dios, a sintonizar su pensamiento con los pensamientos de Dios acerca de si mismos. Pablo buscaba que cambiaran de enfoque hacia el esfuerzo de Jesucristo ¡que nos ha hecho justos! – no por nuestras justicias sino por la justicia adquirida como un regalo gratuito de Dios.
La Ley que hoy seguimos es la ley del Espíritu, y el Espíritu Santo es el que la lleva a cabo en nosotros cuando nuestra mente se ha alineado con la de Dios. Es una ley que fluye en nuestro verdadero ‘Yo Soy’ en Cristo, pues al entender que en Cristo somos una nueva creación, la Ley de Dios fluye de nuestro corazón, en donde ha sido escrita, surgiendo en forma de obras de amor y no de esfuerzo, y mucho menos como obras de la carne; obras de fe y no de desesperación o desesperanza. El convenio que Él hizo con Su Padre (no con nosotros) es un mejor pacto, basado en mejores y mayores promesas. (Hebreos 8:6) Pablo les dijo a los Hebreos (Hebreos 12:18-24)
Ustedes no se han acercado a aquel monte que se podía tocar y que ardía en llamas, ni tampoco a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, ni al sonido de la trompeta, ni a la voz que hablaba, y que quienes la oyeron rogaban que no les hablara más porque no podían sobrellevar lo que se les ordenaba: «Incluso si una bestia toca el monte, será apedreada o atravesada con una lanza». Lo que se veía era tan terrible, que Moisés dijo: «Estoy temblando de miedo».
Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte de Sión, a la celestial Jerusalén, ciudad del Dios vivo, y a una incontable muchedumbre de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los justos que han sido hechos perfectos, a Jesús, el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
Pablo usa la analogía de estas dos montañas para reiterar en el corazón de los hebreos que no podían relacionarse con Dios bajo los términos de la Ley esterilizadora del Arbol y el Bien y el Mal, cuando esta ley ya había sido abolida.
Aquellos hebreos que fueron testigos personales de la Gloria de Dios cuando tuvieron el privilegio de recibir directamente de Jesús esa Gracia salvadora, debieron haberse encontrado en medio de un shock cultural que debió haber sacudido sus vidas, su familia, y a sus congregaciones.
A lo largo del libro de los Hebreos, Pablo trata que llevarlos de la mano –figurativamente – del Monte Sinaí que se encuentra en Arabia, donde Dios dió la ley, al Monte Sion en Jerusalem, donde Dios dió al Espíritu. Estas dos montañas representan no solo el Nuevo y el Viejo Pacto, sino que contrastan el tipo de relación con Dios que la gente tenía antes de Jesús, a la que surge cuando descubre su identidad en Cristo ¿Recuerdas que anteriormente mencioné que la Gracia es la que nos diferencia hoy del pueblo de Israel en el desierto? Abre la página “Sinai vs. Sion” para que veas los contrastes que existen entre estas dos montañas, entre las cosas antiguas y las nuevas, para que te des cuenta en que montaña estás basando tu relación con Dios y tu vida entera está establecida.
Desafortunadamente, muchos predicadores aún hoy en día tienen secuestrado al pueblo de Dios bajo las faldas del Monte Sinaí. No han entendido el Nuevo Pacto y sus seguidores viven sedientos, hambrientos, o mueren bajo los efectos de la ley.
DL Moody , un evangelista muy destacado de los Estados Unidos escribió: “La ley me cierra la boca, la gracia me la abre y entonces la fuente de amor comienza a fluir . Cuando los hombres abran los ojos para ver esta gloriosa verdad, cesarán de su continua lucha. Se darán por vencidos tratando de trabajar su camino al cielo por las obras de la ley, se declararan perdidos y recibirán la salvación como un regalo.”
Yo confío mi amigo o amiga, que si tu estás leyendo esto, y estás de acuerdo, es porque el velo te ha sido removido de los ojos. Si así es, busca edificarte, si aún no lo has hecho, bajo un ministerio que viva en el Monte Sión, donde hay vida, paz y libertad.
Si eres pastor o líder espiritual y aun no tienes la revelación del Nuevo Pacto, o aún si te encuentras en shock, te entiendo, es muy doloroso saber que los esfuerzos de toda una vida nos estaban robando nuestra herencia. Más Dios te ha permitido conocer la verdad, por amor a ti y a sus ovejas. Nunca es tarde para cambiar de dirección, para ‘arrepentirse’, pues de lo contrario, recuerda que Pablo pronunció una doble maldición para todo aquel que predique un evangelio diferente al Evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo (Gal 1:8-9). Dirígete hacia Monte Sión, donde te estaremos esperando. Y si ya estás ahí, no te olvides de todos los que faltan.
Quiero dejarte con este comentario en Hechos 2:38, en la Biblia de Estudio El Espejo:
“El momento 1Metanoia- el momento del despertar – una mente iluminada con entendimiento. Esto sugiere un cambio radical de mentalidad; de meta – junto con, y nous – mente; – percibir con la mente. Lo anterior describe el despertar de la mente a aquello que es verdad; es una recolección de los propios pensamientos; un conocimiento conjunto.
Esto NO significa ‘arrepentirse’. Nada tiene en común con la palabra en latín ‘paenitentia’ – de donde la idea de la penitencia y del arrepentimiento se derivan.
Francois Du Toit
Maranatha – !Cristo ha venido!
Revisión Marzo 2024