- La Docencia de la Adolescencia
- Misión no Imposible
- Recordando quienes Somos
- La Gracia al Rescate
- Gracia en Acción
- La Desgracia de la Falacia
- La Gracia y la Verdad
- La Contienda del Universalismo
- La Gracia es Suficiente para Todos
- La Injusticia Original
- La Sangre de Abel
- La Justicia Divina
- La Sangre de Jesús
- El Apocalipsis de los Hijos de Dios
- Imagina con la Fe de Dios
- El Mensaje de La Cabaña
- El Juicio de La Cabaña
- Descanso para Nuestros Adolescentes
- Motivación para Nuestros Adolescentes
- Liberando a nuestros jóvenes
- Libertad y Paz para el Adolescente
- Sexualidad Redimida
- Mentiras que Creemos
- Verdadero Amor y Aceptación
- El Amor Verdadero
- La Regla de Oro
- Amor Paternal
- No Mas Orfandad
- Generación Salva
Esta semana seguiré hablando de la Justicia de Dios, que muchos hemos confundido con la Justicia de la Ley.
Si tú llegas herido de la guerra a un hospital, lo que menos le importa al doctor es si tu tuviste la culpa o no, o cómo fue que te dejaste herir, simplemente busca salvarte la vida mientras tu confías en él, aunque si dicho doctor solo fuera un estafador, quizá te dejaría mas herido, o lisiado para siempre, pues no tendría la verdadera medicina de su lado.
Para Dios, la injusticia mas grande es que el hombre que Él creo para vivir eternamente a su lado, quiera obtener su vida de un árbol que lo arruina y lo destruye. ¿Para que necesitaría Dios castigarnos o aun matarnos, si eso es justamente lo que tal árbol promete hacer?
En el pasado, cuando yo escuchaba ‘la paga del pecado es muerte’, yo imaginaba, al igual que muchos otros, que Dios nos haría pagar con la muerte. Mas del idioma original nos damos cuenta que la traducción correcta es “el ‘sueldo’ del pecado es la muerte”, así es como nos paga el pecado, no Dios, por lo mismo su declaración: “el alma que pecara, esa morirá” no era una amenaza, era una notificación basada en nuestro diseño, como diciendo: “El tanque de diésel con gasolina no funcionará”, ya que el pecado original, como sigue siendo, fue la creencia de que el hombre podría vivir de su conocimiento, desempeño y esfuerzo para ser como Dios o para vivir sin Dios. Esta creencia es el “sistema de la Ley” que intenta ‘mejorar’ el diseño humano haciéndonos funcionar ‘fuera del mismo’, produciendo disfunción, como lo vimos en las series de los Gálatas, que podrás encontrar en la columna derecha.
Desafortunadamente, nuestras muchas versiones de la Biblia nos fueron traducidas a través de ese lente distorsionado de la Justicia de la Ley, por lo que la mentalidad de castigo y retribución, ira y venganza del mismo nos ha heredado una imagen distorsionada del amor y del carácter de Dios, convirtiéndolo en un juez enojado esperando condenar, o en un verdugo justiciero encontrando placer al ejecutar la sentencia.
Mas contrario a lo anterior, la Justicia Bíblica es toda acerca de compasión, misericordia y benignidad, centrándose en una restauración familiar e individual, no reparando lo viejo, sino renovándonos, nutriéndonos, edificándonos, mientras nuestro corazón confía en el que nos repara. ¿Corrección? desde luego, pero no de lo que hacemos sino de nuestras creencias, no solo de quien es Dios sino también de quienes somos nosotros; no a golpes, sino a base de revelación por Su Espíritu a través de la fe, que nos revela su verdadero carácter íntegro y lleno de amor y aceptación y Gracia, produciendo en nosotros descanso y un corazón nuevo – como el de Él, sin esfuerzo. El amor no necesita esforzarse por amar, simplemente “ES”.
Lejos de ser una justicia “judiciaria”, “legal” o “punitiva”, la Justicia Divina es la obra de Dios para hacernos rectos (por ello es sinónimo de rectitud). A ésto Él lo llama “justificación”. La justificación no trata de disculparnos de hacer lo que hacemos injusto, ni tampoco de cerrar los ojos a ello, ignorándolo o negando el dolor, sino que es todo acerca de libertarnos de nuestra injusticia, y de todo lo que nos deshonra y destruye a través de compasión, benignidad y misericordia; así es como Dios le hace justicia al oprimido por el pecado y sus efectos.
El entendimiento bíblico de misericordia es la compasión de Dios, el poderoso y penetrante sentimiento de amor en el vientre del Altísimo, que lo lleva a honrar a Su pueblo al liberarlos de lo que los deshonra y los destruye.
La justicia bíblica es la acción salvadora de Dios por todos los oprimidos, no su ira y venganza derramadas sobre personas que no pueden ser liberadas del pecado en su vida por su propio poder. Ningún hombre puede ser liberado del pecado por su propio poder, por lo tanto la justicia tiene que ser definida en libertar a los oprimidos, no en castigarlos.
No hay diferencia entre un “Dios de justicia” en el Antiguo Testamento y un “Dios de misericordia” en el Nuevo Testamento. No hay división en el carácter de Dios. Él es el mismo todo el tiempo. Dios siempre ha sido un Dios compasivo, un Dios de amor. Jesús revela quién es Dios y quién Dios ha sido siempre. (tomado del Facebook de Bertie Brits)
Muchas son las escrituras en el Viejo testamento en las cuales podremos darnos cuenta del verdadero carácter misericordioso de Dios, por mencionar algunas: Is. 30:18; Is. 1:17; Zac. 7:9 y desde luego, la lectura que Jesús hizo en la sinagoga registrada en Lucas 4:18, en la que Él leyó Is. 61:1-5; éste es un ejemplo perfecto que nos permite ver que el mismo carácter de Jesús es el mismo que el de su Padre.
En justicia estarás afirmada. Estarás apartada de la opresión, la cual no temerás; y lejos del terror, el cual no se acercará a ti. Isaías 54:14
Hace poco publique este video de “La Venganza de Dios“, también de Bertie Brits. Si no lo has visto, este sería el momento oportuno, pues cambiará tu perspectiva acerca de Dios como alguien a quien temerle. En el mismo te darás cuenta que el corazón de Dios no está en castigar, Él no se complace en nuestro sufrimiento, ni siquiera en nuestro sacrificio, ni mucho menos en nuestro castigo y su justicia nunca irá en contra de su amor, y su pasión por rescatarnos, por reparar los daños y defender nuestro derecho, mas no necesariamente nuestro derecho “ante la Ley”, pues esa fue la injusticia que Jesús llevó en la Cruz.
Ese fue el pecado que Él puso a morir – la creencia que distorsionó nuestra imagen a semejanza de Dios y que nos robó nuestra identidad de hijos, por la cual cambiamos nuestra mentalidad de descanso por una llena de labores y dificultades, la mentalidad de la Ley, y al contemplarnos en ese espejo distorsionado, nos convertimos en ‘bestias’, como aquellos que demandaron o ejecutaron la crucifixión, como espero poder mostrártelo, si me lo permites, en mi próximo blog.
Shalom y Gracia en Abundancia.