Durante los meses anteriores, sin saberlo, hemos estado preparándonos para vencer la guerra espiritual que es parte de la vida del cristiano, durante un tiempo en el que ésta aumentará y sacará de comisión a muchos, por tanto, considérate bendecido y privilegiado al recibir ésta enseñanza que muchos otros rechazan.
La semana pasada la escritura nos mostró como la Gracia es elemental para vivir en victoria y como la Ley nos hace susceptibles a vivir bajo continuo ataque. Por lo anterior es en beneficio del diablo que las iglesias crean que el Evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo es aún el Pacto Mosaico que caducó en la Cruz del Calvario. Este ser repugnante se ha infiltrado en nuestras iglesias, para que las congregaciones modernas sean “vacunadas” contra la enseñanza profunda de la Gracia de Dios, que es la esencia del Evangelio: Justificación por Fe en la obra consumada de Jesús, sin mérito alguno de nuestra parte, de manera que al escuchar el verdadero evangelio lo consideran “falsa doctrina”.
Vimos cómo una vez viviendo bajo la “ley”, vivimos separados de Cristo, caídos de la Gracia de Dios, (Gal 5:4) bajo nuestro propio esfuerzo humano; ésto es lo que la Palabra define como “vivir bajo la carne” (Gal 3:1-5) y bajo ésta, las obras de la carne son producidas. (Gal 5:16-21) De aquí caemos en la fosa de la culpa y la condenación. Una vez en esta fosa, el diablo nos hace querer salirnos mediante nuestro propio esfuerzo por purificarnos: confesión, contrición, arrepentimiento, buenas obras, sacrificios, mandas, ayunos, etc. No quiero decir que la mayoría de éstos no tengan lugar dentro de nuestra relación con Dios, sino que éstos no tienen poder para limpiarnos o purificarnos, pues ese poder radica en la Sangre de Jesús y sólo en La Sangre.
Si tuviste oportunidad de leer esta sección “Culpa, Condenación y Consciencia de Pecado” aprendiste que es en esta fosa donde los frutos de la maldición comienzan a manifestarse.
Esta no es la tribulación de la que Jesús nos habló. Más cuando no lo entendemos, estamos bajo tierra movediza, y al hundirnos en ella todo nos es robado, aun la Palabra de Vida que intentamos comer y esto le permite al diablo traer toda clase de aflicciones para que creamos que Dios miente, lo cual es su estrategia más usada, desde el principio.
Es verdad que la aflicción así como la persecución nos fue prometida, aún por el mismo
Jesús, (Mar 10:30, 2 Tim. 3:12,) más esta aflicción es “normal” cuando es por causa de su Palabra (Mat. 13:21), por causa de su Justicia, de su rectitud en nosotros (Mat. 5:10), por vivir piadosamente (2 Tim.3:12), por amor a los demás (2 Cor. 12:10). Más no le demos mayor peso a la aflicción que a la Gracia que nuestro Señor nos concede para salir de ésta sin daño alguno.
Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas lo libra el Señor Salmo 34:19
Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.» Juan 16:33
¿Cómo sabemos si nuestra aflicción es “normal”? La palabra nos da luz al respecto:
Nuestra aflicción es breve:
Pero el Dios de toda gracia, que en Cristo nos llamó a su gloria eterna, los perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá después de un breve sufrimiento (1 Pedro 5:10)
Breve, del griego oligos, que significa ‘BREVE’ – pequeño, corto, en cantidad, duración o intensidad – poquito,
Ganamos algo a través de ella, como fortaleza, paciencia, carácter, estabilidad, (1 Pedro 5:10) y muchos galardones.
…Cien veces más casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, y en el tiempo venidero la vida eterna. Marcos 10:30
Estas aflicciones son parte de la resistencia que experimentamos en este campo de batalla.
Recuerda quien es el príncipe de este mundo. (Juan 12:31) Aun no vivimos en el cielo, libres de toda batalla espiritual. En este mundo todo lo que tengamos o queramos tener estará sujeto a pelea y parte de estas aflicciones es el aprendizaje al que estamos sujetos mientras logramos descansar en nuestra posición celestial sentados junto con Cristo.
Aun en lo natural el aprendizaje causa sufrimiento, el aprender a cocinar incluye muchos alimentos quemados, el aprender a manejar puede incluir la aflicción de las infracciones de tránsito o aun de los accidentes.
Así mismo, el precio que se paga por muchas cosas valiosas es doloroso, el tener un cuerpo esbelto requiere disciplina y tenacidad en ejercitar y comer apropiadamente, mas no es más doloroso que tener que vivir con un cuerpo fuera de forma y enfermo. El precio de tener una carrera profesional requirió de muchas horas sin sueño y sin diversión para el que quiso pagarlo, más este precio es mayor en esfuerzo y privaciones permanentes para aquel que no quiso pagar tal precio.
En la vida cristiana, el Gran Precio ya fue pagado con sangre inocente, el precio por nuestra
salvación, y el precio que nosotros pagamos es “un subsidio” por decirlo así, pues Cristo mismo nos ayuda a pagarlo con la moneda que El mismo nos da, que es la fe. Él es el autor de la Fe.
Es cuestión de fe si nos quedamos pasivos ignorando todo, o en incredulidad, viendo como el diablo nos roba todo; o si corremos la carrera que Dios nos tiene preparada con nuestra fe encendida y fortalecida por su Gracia. El precio de no correrla no garantiza “ausencia de aflicción” y el precio para aquellos que no aceptan el pago de su rescate es trágico y eterno, por lo mismo gózate en la aflicción si ésta es la que Jesús te prometió.
Shalom