Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Juan 8:32
En mensajes anteriores expliqué que la consciencia de pecado reforzada en el cristiano por la misma religión va en contra del trabajo consumado de Jesús. Vimos también cómo el arrepentimiento no significa mirar a nuestros pecados sino hacia la dirección opuesta.
Hemos sido enseñados a no edificar doctrinas sobre un solo versículo. Sin embargo existe una doctrina, quizá la más grande y más mal entendida en el cristianismo, que fue construida en un sólo versículo, a través de la cual esta consciencia de pecado es forzada en nosotros:
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9
Sabemos que el pecado fue introducido por Adán. Desde entonces el hombre siempre ha pecado, más la confesión de pecados no se introdujo hasta que a ley de Moisés fue dada.
Antes de la ley ya había pecado en el mundo, aunque el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Rom. 5:13
El fin de la confesión de pecados no era hacer un recuento de pecados delante de Dios, sino reconocer ante El y ante nosotros mismos que en nuestra carne no habita el bien y que necesitamos un salvador. A través de “confesar” sus pecados, el Pueblo de Israel era llamado a abandonar toda presunción de rectitud propia o auto-justificación – esto es el “arrepentimiento” Por lo mismo Dios siempre los exhortaba a “confesar” o “reconocer” su iniquidad, lo cual el Sumo Sacerdote hacía por todo el pueblo delante de Dios una vez al año, y el sacrificio les confrontaba con su condición pecadora. (Heb. 10:2).
Más Jesús vino y la ley fue cumplida y hecha sin efecto:
Ya que nadie será justificado delante de Dios por hacer las cosas que la ley exige, pues la ley sirve para reconocer el pecado. Rom. 3:20
Esto nos dice que reconocer el pecado no es en nuestro beneficio. Sin embargo, el diablo le ha hecho creer al cristiano no solo que la ley de Moisés aún está vigente, sino que encontró la manera de adulterar la Gracia de Dios, haciendo que el cristiano reconozca su pecado, sin tomar en cuenta todo lo que el Nuevo Pacto dice acerca del mismo.
Abróchate tu cinturón del Espíritu Santo y con tu Biblia en la mano leamos desde el principio 1 Juan 1:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, ….. y que nosotros hemos visto y de la que damos testimonio, es la que nosotros les anunciamos a ustedes: la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos ha manifestado. Así que, lo que hemos visto y oído es lo que les anunciamos a ustedes, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Porque nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Les escribimos estas cosas, para que el gozo de ustedes sea completo. Éste es el mensaje que hemos oído de él, y que les anunciamos a ustedes: Dios es luz, y en él no hay tiniebla alguna. 1:1-7
Hablando en nombre del grupo “nosotros”- los Hijos de Luz, Juan estaba tratando de invitar al grupo “ustedes” – los no creyentes, a venir a La Luz de Cristo.
Según historiadores bíblicos, la razón por la cual esta Epístola fue escrita se debió al infiltramiento de este grupo “ustedes”, conocido como los “gnósticos”, quienes tenían su propio concepto de Dios muy antibíblico y muy anticristo, afirmando entre muchas otras cosas que el pecado solo existe en nuestra mente, y que Jesús no es El Verbo hecho carne.
Por lo anterior, a partir del versículo 8, Juan comienza a hablarle al NO CREYENTE indirectamente, usando la persona editorial “nosotros”, para no decirles:
“si tú dices que tienes comunión con él y vives en tinieblas, estas mintiendo y no practicas la verdad, pero si vives en la luz, así como él está en la luz, tienes comunión con otros y la sangre de Jesús, su Hijo te limpia de todo pecado. Si dices que no has pecado te engañas a ti mismo y la verdad no está en ti. Si confiesas tus pecados, él es fiel y justo para perdonar todos tus pecados y limpiarte de toda maldad. Si dices que no has pecado, lo haces a él mentiroso y su palabra no está en ti.”
Más al creyente, Juan les habló así:
Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante Dios: Jesucristo, el Justo. Él sacrificó su vida para quitar nuestros pecados y no sólo los nuestros, sino los de todo el mundo. 2:1-2
Contrario al capítulo anterior, del capítulo 2 en adelante, Juan le habla a los suyos “nosotros”, queriendo protegerlos del grupo “ustedes”, los no creyentes. Por lo mismo encontrarás cosas como:
Alguien puede decir: «Yo conozco a Dios», pero si no obedece sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en su vida. 1 Juan 2:4….
El que dice que vive en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. 2:9… Si alguno ama al mundo es porque no tiene el amor del Padre…. 2:15;
Más en el 2:12, observa
Hijitos, les escribo porque sus pecados han sido perdonados por obra de Jesucristo.
Juan no les dice a los creyentes nada de que confiesen sus pecados. Mas aquí les confirma acerca de los que no creyeron:
Los enemigos de Cristo estaban entre nosotros pero se fueron, pues realmente no eran de los nuestros. Si ellos de verdad hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado, pero se fueron y así demostraron que ninguno de ellos era realmente de los nuestros. 2:18
Regresa mañana para que salgamos de Babilonia (confusión).
Shalom.