Digo entonces: ¿Acaso tropezaron para caer? ¡De ningún modo! Pero por su transgresión ha venido la salvación a los Gentiles, para causarles celos. Y si su transgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es riqueza para los Gentiles, ¡cuánto más será su plenitud! Rom. 11:11-12
¿Cuál fue la transgresión de los judíos? El no haber creído que Jesús era su Mesías, el no haber recibido su Gracia, el único pecado que Dios no perdona. Tristemente, ellos no creyeron por el engaño de sus líderes, quienes necesitaban al pueblo dependiendo de ellos y no de Dios.
Y ¿cuál es la riqueza que vino a los gentiles por esta transgresión? Que si por esta incredulidad el Evangelio nos fue extendido, cuando ellos abran los ojos y por fin crean, su plenitud será nuestra plenitud. Es por ello que el enemigo de Dios ha tratado de impedir la redención de Israel con tanta confusión a través de la religión y de tantas corrientes de pensamiento, y como resultado el mundo se está auto aniquilando.
Pero a ustedes hablo, Gentiles. Entonces, puesto que yo soy apóstol de los Gentiles, honro mi ministerio, si en alguna manera puedo causar celos a mis compatriotas (Israelitas) y salvar a algunos de ellos. Porque si el excluirlos a ellos es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos
Rom. 11:11-15
Por lo anterior, es en nuestro beneficio que el Pueblo de Israel sea bendecido, sea levantado y sea exaltado, y si Dios pone en tu corazón ser parte de su bendición, no permitas que nadie venga a condenarte por ello.
Sin embargo, Pablo nos dejó la tarea de descifrar su Evangelio, pues es fácil confundirnos si no entendemos el Espíritu con el que habla, el Espíritu de Gracia, el cual revela el Corazón de Dios, por lo que necesitamos entender a que se refiere. Debido a que Pablo, comenzó a plantear su tesis en Rom. 9 acerca de sus hermanos de raza diciendo que el ser Israelita no era en este caso por nacimiento sino por fe, mucha gente cree que los estaba desconociendo o repudiando delante de los gentiles; mas al leer los siguientes capítulos nos damos cuenta de que Pablo simplemente estaba dando la bienvenida a todos los gentiles a la familia del judío, más nunca dijo que sus hermanos de raza no lo serían más.
Ni Pablo, ni Dios mismo jamás repudiaron a los israelitas, por el contrario, el caso que plantea Pablo es simplemente para exhortarnos a amarlos y a no tratarlos con desprecio, criticismo o juicio, sino a tener la misma paciencia que Dios nos tuvo a nosotros, quizá porque sabía que todo el mundo los aborrecería, incluyendo muchos de sus hermanos cristianos.
Pablo nos estaba haciendo ver el amor inmutable e inagotable de Dios para sus hijos, el judío primero y después el gentil, más Israel sigue siendo el Pueblo de Dios, los descendientes de su amigo Abraham nacidos de Jacob, llamado por Dios mismo “Israel” y nunca será su voluntad desecharlos.
Por otro lado, es verdad, no todos los israelitas son judíos por el hecho que no todos son hijos de Judá. Si leemos la historia de los Reyes, recordamos que las 12 tribus se dividieron en dos reinos, el de Israel, y el de Judá, cuyo rey fue David, por esta razón a los descendientes de David se les llamo “judíos”, de quienes el Cristo nacería y créeme que al hacer esto Dios no estaba desechando al resto del planeta, pues el planeta entero seria rescatado de esta manera: al creer en esa promesa llamada Jesucristo, todo el mundo puede ser hecho Hijo de Abraham por la fe y por consiguiente, Hijo de Dios por su Espíritu, incluyendo los descendientes de Esaú, de Ismael, y de TODO EL MUNDO.
Cuando logramos entender este plan de Dios de bendecir al mundo entero a través de la semilla de Abraham -“las 12 tribus de Israel”, entendemos que ellos son nuestro tronco, de ellos salimos; somos llamados “judíos” en nuestro espíritu, pues venimos de Cristo, el León de Judá, por ello se nos conoce también como “cristianos”, porque hemos nacido de Él y en El. Cristo es nuestra nueva tierra, mas no por naturalización, sino por un nuevo nacimiento. Es cuando creemos en El cuando nacemos en Cristo, de su espíritu, así es como somos hechos Hijos de Dios.
Entendemos ahora por qué Pablo dice que
No hay Judío ni Griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos son uno en Cristo Jesús Gal. 3:28
Shalom