Siguiendo con nuestro estudio de la Epístola de los Efesios, el capítulo 2 nos habla de cómo Cristo nos sacó de la prisión del “pecado”, donde vivíamos antes de ser salvos, y como nos resucitó junto con Cristo y nos sentó en los lugares celestiales por su gran amor y misericordia (Ef. 2:4-6). Esta es la obra en la que el cristiano debe descansar.
Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. (Ef. 2:8-10)
Aquí Pablo nos prepara para ponernos de pie y comenzar a caminar, al hablarnos de las cosas buenas que hagamos, de las cuales el habla a detalle en los siguientes dos capítulos, más antes de comenzar a hablar de ellas, nos hace énfasis en que estas cosas buenas que hagamos ya fueron preparadas por Dios tiempo atrás. ¿Cuándo? ¡En la Cruz! ¡De la Cruz recibimos su Gracia! De la misma manera en que Eva surgió del costado de Adán, de esa agua y sangre que surgió cuando el costado de Jesús fue traspasado nació la iglesia, Por su Gracia la Sangre de su sacrificio y el agua de su Espíritu nos fue dada. Solo bien fincados en esa Gracia podremos caminar como Jesús dijo:
Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; de gracia recibieron, den de gracia. Mat. 10:8
Por lo mismo, cuando no entendemos esta Gracia, nos encontramos en las iglesias “tratando” de vivir la vida cristiana gozosa y exitosamente, “tratando” de creer, “tratando” de dar y de ser buenos cristianos, y “tratando” de terminar la carrera, pero sin poder dar fruto, al vivir bajo un convenio expirado. Más si un día el esfuerzo humano nos hiciera explotar, no quedaría mucho de muchos de nosotros, ni de nuestro testimonio.
Más cuando nos es revelado que todo viene de la fuente infinita de su Gracia que recibimos en la Cruz, las obras que fueron preparadas tiempo atrás surgen sin esfuerzo, por su Espíritu.
Por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Ef. 2:14-15
¿Cuál es este sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas? Es la ley que le fue dada a Moisés en el Monte Sinaí, Aquellos que pelean por seguir bajo esta ley del “mucho hacer” y que dicen que Cristo no vino a destruirla, por favor lean de nuevo.
Por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Lo logró al poner fin al sistema de leyes de mandamientos y ordenanzas. Ef. 2:14-15
Jesús le puso fin a este sistema. El no vino a destruir la ley, no, la ley no fue destruida, fue cumplida de la manera en que se cumple un contrato. Este contrato ya no está vigente. Este contrato quedó clavado en la Cruz. (Col. 2:14) Nuestro Sumo Sacerdote ya no nos rige por este viejo contrato. Su Nuevo Contrato, firmado con su propia sangre es diferente:
Ese pacto no será semejante al que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, pues ellos no fueron fieles a mi pacto, y por eso los abandoné (dice el Señor). Heb. 8:9
Jesucristo es Sacerdote de acuerdo a la Orden de Melquisedec, bajo la cual solo hay bendición, por tanto nuestra seguridad en su salvación está garantizada.
El cual no es hecho conforme a la ley del mandamiento carnal, sino según la virtud de vida indisoluble; Pues de Cristo se da testimonio: “Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”
Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; Heb. 7:12
Porque ciertamente, queda anulado el mandamiento anterior por ser débil e inútil (pues la Ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios. Heb. 7:16-18
Este sistema de leyes y ordenanzas del que hablamos, en los tiempos de Adán se llamaba: “El Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal” y al comer de éste, trajo la muerte sobre todos los hombres. No se llamaba el árbol del bien y del mal, se llamaba “árbol del conocimiento del bien y del mal” – la ley, ahí es donde comenzaba nuestro mucho tratar de hacer o de no hacer.
Por lo mismo no te pido que te enfoques en el conocimiento de la Biblia, sino en el conocimiento del que escribió la Biblia, de nuestro Padre, y de su Hijo Jesucristo, y del contrato que El firmó, el cual por medio de su Espíritu ahora es ejercitado en nosotros.
Por favor lee los capítulos 7 y 8 de hebreos, y vuelve a leer estos dos capítulos de Efesios durante tu fin de semana y regresa para continuar recibiendo más acerca de su gracia.
Shalom