Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias; ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntese ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia. Rom. 6:12-13
Si ya morimos al pecado, y si donde no hay Ley no existe la transgresión, ¿por qué Pablo tiene que advertirle a los Hijos de Dios que no permitan que reine el pecado? Esto quiere decir que el redimido, aunque ya haya nacido de nuevo y tenga la vida eterna, aún tiene un cuerpo “mortal”, que es susceptible al pecado, el cual se activa bajo la Ley.
No olvidemos el contexto de la Epístola entera, la cual Pablo no usó para llamar al pecador al arrepentimiento como la usamos nosotros, sino para llamar al creyente que se ha “contaminado” con la Ley a salir de ella, para vivir bajo la Gracia de Dios, pues la Ley lo hará presa del pecado en su máxima expresión y lo traerá bajo la maldición cuando viva caído de la Gracia de Dios (Gal. 5:4). Pablo dejó ésto bien asentado en los primeros 3 capítulos de Romanos y los siguientes 3 sirvieron para asentar que bajo la Gracia, el pecado no solo no nos es imputado sino que también pierde su dominio.
Porque el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, pues no están bajo la ley sino bajo la gracia. Rom. 6:14
Busquemos nuevamente en la versión “El Mensaje” estos mismos versículos para mayor claridad:
“Esto quiere decir que no deben darle un voto al pecado en la manera en que conducen sus vidas. No le den tiempo del día. Ni siquiera hagan pequeños encargos (mandados) que estén conectados a esa vieja manera de vivir (La Ley). Entréguense completamente y de tiempo completo – recuerden, han sido levantados de los muertos a la manera de hacer las cosas de Dios (La Gracia) El pecado no te puede decir como vivir. Después de todo, ya no están viviendo mas bajo esa vieja tiranía (La Ley). Ustedes están viviendo en la libertad de Dios (La Gracia).” Rom. 6:12-14
Quiere decir que entre más nos enfoquemos en nuestro esfuerzo, o desempeño, le estaremos dando un voto al pecado; estaremos viviendo “en la Carne”.
¿Como se presenta El Hijo de Dios “como vivo de entre los muertos”? Removiéndose la piedra de la Ley, y enfocándose en la Gracia, en la Vida Eterna de Jesús, en su obediencia, en su trabajo consumado en la Cruz, en la Victoria de Jesús y en lo que El produce en nuestro interior.
Recordemos que nosotros estamos escondidos en Cristo (Col. 3:3); nuestras rebeliones, fallas, necedades, rechazos están escondidos debajo de su Asiento de Misericordia, tal y como lo representaba el Arca del Pacto. De la misma manera en que se hizo con el Arca, Dios no nos quiere removiendo su Asiento de Misericordia para mirar hacia lo que ya Cristo llevó a la Cruz, hacia lo que El ya no se acuerda. De la misma manera, el contemplar lo que ya ha sido “muerto” en Cristo – nuestras obras de la Ley, nos hará caernos de esa vida que El nos ofrece.
El mundo y sus instituciones, comenzando por la religión, te harán poner tu enfoque en ti mismo, en tu interior y en lo que Cristo ya crucificó: la carne (La Ley) y lo que ésta produce: el pecado, como si Cristo nunca hubiera muerto por el mismo.
Mira dentro de ti y entrarás en depresión, mira hacia alrededor y te entrará la desesperación, mira hacia Jesús y experimentaras transformación, del interior al exterior, por su Espíritu. Cualquier cosa que te ofrezca transformación por tu propio esfuerzo, mirando a tu interior o a tu desempeño, en lugar de mirar hacia Cristo, es “anti-cristo”, y te conducirá al abismo.
Será un proceso voluntario el querer someternos diariamente a llevar nuestra mente cautiva a la obediencia de Cristo para que al contemplarle, seamos transformados por Su Espíritu. (2 Cor. 3:18) Esto hará que el pecado no tenga dominio sobre nosotros, mas si aun lo tiene, será porque aun estamos entreteniendo esa vieja “tiranía”, La Ley, la cual es la fuerza del pecado (1 Cor. 15:56).
Shalom