Creyendo la Verdad

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En el estudio pasado aprendimos  acerca de Jezabel.  Aunque su nombre a menudo es usado para referirse a la inmoralidad, es necesario que entendamos que no es su inmoralidad lo que Jesús juzgaría, sino lo que le dio origen, esto es, un total rechazo del Evangelio. La inmoralidad era solo el “fruto”  de ese rechazo,  así como los frutos de ‘arrepentimiento’ se producen en nosotros por obra del Espíritu Santo cuando escuchamos y aceptamos el verdadero Evangelio.

Cierto, la inmoralidad es una obra de la carne, como lo es la idolatría, los celos, el chisme y muchas otras (Gal. 5:19-21); más ya estudiamos el caso de los Nicolaítas, quienes a pesar de que también cometían las mismas obras, no recibieron las mismas palabras de Jesucristo, pues ellos aparentemente no estaban escuchando la verdad de su Pastor, quien si la creía mas no la enseñaba para no tener problemas quizá;  mientras que en el caso de la iglesia de Tiatira,  su Pastor  creía y  predicaba el Evangelio, pero cierta doctrina que alguien introdujo  les impedía creerlo al 100%.  A esto se refiere El Señor cuando dice:

Le he dado tiempo para arrepentirse, y no quiere arrepentirse de su inmoralidad.  Rev. 2:2..

Sé que para el cristiano moderno, el arrepentimiento significa  “tratar de renunciar a las obras de la carne”,  pero puesto que la Ley en nosotros las fortalece,  no podemos evitarlo,  lo cual nos hace sentirnos culpables, por consiguiente nos confesamos, creyendo que así nos estamos arrepintiendo y lo volvemos a hacer y nos volvemos a confesar en un ciclo sin fin,  convirtiéndolo en un juego inútil; más en el Nuevo Testamento, el arrepentimiento es simplemente “creer  el Evangelio”   (2 Ti 2:25, Heb. 6:1, Hechos 11:1-18), renunciando a toda pretensión de rectitud o justicia propia y recibiendo por fe  la rectitud de Cristo como única justificación, lo cual esta doctrina “Jezabel” se rehusaba a hacer.  Esta  era “su inmoralidad”, hablando en términos espirituales,  por la que sería juzgada (la doctrina).

Quizá esta doctrina se infiltró en esta congregación con fines “de negocios”, y puesto que muchos de ellos  habían formado parte de este gremio, como lo vimos el mensaje anterior, aun participaban en estas “juntas de trabajo” y de esta manera eran seducidos a  poner  su confianza en los ídolos de aquel tiempo, así como hoy se ha hecho creer a muchos que pueden poner su confianza en imágenes de talla que tienen ojos y no ven y tienen oídos y no oyen… (Sal. 115:5; 135:16-18, Is: 44:13; Jer. 10:5; 1 Cor. 12:2)

Por lo anterior, el término “el Espíritu de Jezabel”  no debe  usarse a la ligera,  mucho menos en los creyentes,  pues este espíritu diabólico  no es simple incredulidad, tampoco es lujuria o inmoralidad,  sino que es un espíritu “anticristo”, pues es un total y absoluto desprecio y rechazo deliberado de Jesucristo y de su obra consumada y una ofensa  a Su Espíritu de Gracia (Heb. 10:29).  Dios perdona la lujuria, y todos los pecados le serán perdonados a los Hijos de los hombres,  excepto la ofensa al Espíritu Santo.(Marcos 3:28-29, Mat. 12:31)

Sin embargo, esto no nos toca a nosotros juzgarlo, pues  solo Dios conoce los corazones y solo Él, conociendo  el final desde el principio, sabe por qué la gente no cree; Él no ve las obras de los hombres como un árbitro, o como un policía,  sino como un médico ve a un paciente cuya enfermedad toma control de su vida;  lejos de matar al paciente, trata de matar la enfermedad y de restaurarnos de los daños, y la Gracia de Dios es tan grande que  a los que creían en esta doctrina  los corrigió con  la verdad para que no fueran consumidos junto con su enfermedad. 

 Por eso, la postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. A sus hijos mataré con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que Yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y les daré a cada uno según sus obras. Rev. 2:22-23

Sé que muchos acusan a Dios de “genocidio”,  más cuando El Señor  advierte destrucción no quiere decir que El mismo la ocasione.  Cada que Dios habla de matar o traer destrucción, en el Hebreo original implica un tiempo “permisivo”  y no “causal”,  por tanto, cuando existe destrucción, no es porque El mismo la traiga directamente, sino que el simplemente no puede evitarlo,  pues  al no tener consciencia de su Amor por nosotros,  de nuestra unión en Él,  de nuestra inocencia y pureza, de nuestro descanso,  es como si una muralla de protección fuera derribada de nuestro derredor.

Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y ésto no de ustedes, pues es don de Dios;  no por obras, para que nadie se gloríe.  Ef. 2:8-9

Hoy en día la palabra “fe”  es usada para todo tipo de creencia,  más durante la primera iglesia, cuando alguien  se refiere a la fe,  está hablando única y exclusivamente  de la fe en el Evangelio de Gracia,  y Pablo pronunció una doble maldición para todo aquel que predicara un evangelio diferente (Gal. 1:8-11)

Así es amado(a) La destrucción que ves a tu alrededor no la trae Jesús,  la trae el enemigo  a través de lo que creemos equivocadamente;  de hecho,  en los últimos días te habrás dado cuenta que todo lo que está sucediendo no proviene de “la ira de Dios” sino de la ira de los hombres bajo creencias falsas;   sin embargo, sin nuestra fe en Jesús,  seremos susceptibles a ser reducidos por tales creencias a calidad de ‘polvo’ – el alimento de la serpiente, quien anda como ‘león rugiente, buscando a quien devorar’; El Salmo 91 nos habla de habitar bajo la sombra del Altísimo.  Curiosamente, la palabra “Tselem”, traducida como ‘sombra’, es la misma palabra usada en el Génesis para describir al hombre hecho ‘a imagen y semejanza’ de Dios.  En el Nuevo Testamento, las palabras griegas para  imagen (eikon)  y semejanza  (diakaiosune) fueron traducidas  como ‘rectitud’.   ¿Qué nos dice lo anterior?  que entre mas nos veamos en Cristo,  mas veremos nuestra rectitud, nuestra justicia,  nuestra imagen a semejanza de Dios,  y ésto nos hará morar bajo la sombra del Omnipotente – bajo el Arbol de la Vida que es Jesucristo, y la destrucción que llega como un viento repentino y violento que arrebata cuanto puede, jamás podrá arrebatarte de este árbol. 

Fue  por ello que Jesús lloró por su Pueblo de Israel diciendo: “cuantas veces quise protegerte como la gallina a sus pollitos y tú no quisiste” (Mat. 23:37), 

Es por esta razón que el enfoque de Jesús al hablarle a las iglesias es  “la fe”. Por lo mismo cuando se refiere a  “obras de la carne” arriba mencionadas,  lo hace como  consecuencias de una “enseñanza”  o doctrina falsa que va contra Su fe, la fe de Dios,  o  por no escuchar La Verdad – esto es Su Evangelio de Gracia,  lo cual resultará en una vida llena  de vano esfuerzo y agotamiento, caídos de la Gracia de Dios, (Gal. 5:4)

En resumen, la fe en el Evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo, como lo llamaba Pablo, es lo único que puede   protegernos de las armas del diablo e impedirle que pueda devorarnos,  por tanto, cuando esta fe se adultera con otras creencias, nuestra seguridad en lo que Cristo logro en su muerte y resurrección, se neutraliza, dejando nuestra protección en riesgo y ésto era lo que a Jesús quería impedir. La buena noticia es que no hay mas juicio en Él.  El juicio que el mundo experimenta es el juicio de la Ley, y  todo aquel que conozca su lugar  en Cristo Jesús, será inmune al mismo.

 Pero a ustedes, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como ellos las llaman, les digo, que no les impongo otra carga.  

No obstante, lo que tienen, reténganlo hasta que Yo venga. Al vencedor, al que guarda Mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones; y las regirá con vara de hierro, como los vasos del alfarero son hechos pedazos, como Yo también he recibido autoridad de Mi Padre.  Y le daré el lucero de la mañana.

 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”  Rev. 2:24-29

Si tú has  recibido el Evangelio que revela la rectitud de Dios en Cristo como tu rectitud y única justificación, tú ya has sido llamado  “vencedor” (1 Juan 5:4-5), por tanto, reten tu fe en su amor descansando en lo que El ya consumó, y de esta manera reinarás en tu vida (Rom. 5:17)

Shalom

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