- Cubiertos de Oro
- El Altar de Bronce – ¡NO MAS JUICIO!
- El Lavatorio de Bronce – Nuestra Santidad
- El Candelabro de Oro – Jesús es la Luz
- La Mesa de los Panes – Jesús nuestro Pan de Vida
- El Altar de Incienso – Jesús, Nuestra Intercesión.
- El Arca del Testimonio – Su Gracia
- Jesús Bajó del Cielo
- En Brazos de Jesús
- El Velo – “Y Este Es Su Carne”
La voz del Señor estremece a las ciervas y arranca los árboles del bosque. En su Templo todo dice ¡gloria! Salmo 29:9
Como leímos en 2 Cor. 3:18, contemplando su gloria ¡somos transformados! Continuemos contemplando la gloria de Jesús en la escritura, para darnos una idea de lo que sintieron aquellos benditos caminantes de Emaús (Retratos de Jesús), y que mejor manera de contemplar la gloria de Jesús que en el Tabernáculo de Moisés.
(Agradezco a Joseph Prince por su enseñanza Nuestra Verdadera Identidad en Cristo, la cual me abrió los ojos a la Gracia de Dios y su Gran Amor, y a Francois Du Toit por su traducción del Espejo que magnifica el conocimiento de dicha identidad, y de los verdaderos significados de la escritura original)
El Tabernáculo de Moisés (Éxodo 25) fue la manera en que Dios decidió acampar en medio de su pueblo, cuando Israel decidió sujetarse bajo la Ley. Cada material, cada objeto, cada medida, cada ritual llevado a cabo dentro del mismo nos dice algo acerca de Jesús y de su trabajo consumado en la Cruz y por consiguiente, también estaba indicando algo acerca de nosotros. No sólo esto, sino que es una muestra del corazón de Dios, cuyo anhelo siempre ha sido habitar entre nosotros, en el centro de nuestro corazón y de nuestra vida y caminar con nosotros. Su diseño demuestra no sólo las bases de nuestra relación con Dios como individuos, sino como su iglesia – su novia.
El pilar de fuego o de nubes surgía del Lugar Santísimo, desde su trono de Gracia, donde su presencia habitaba. Si consideramos que sus hijos – los seres humanos somos ahora ese tabernáculo, nos daremos cuenta de lo que significamos para Él, y de ¡cuánto siempre nos ha amado!.
Dios instruyó que levantaran el Tabernáculo con columnas de madera de Acacia. Siempre que encontramos madera o árboles en la Biblia, Dios se refería a la humanidad cimentada en la tierra, bajo las creencias terrenales. Muchos alguna vez fuimos como árboles que crecían sin cuidado produciendo fruto podrido, arraigados a una tierra ‘maldecida’ como consecuencia de comer del árbol poneros. Por lo tanto, nuestros recursos y provisión terrenales provienen de una fuente de la que también provienen todas las enfermedades, la escacez, la pobreza, y toda clase de opresión y maldad.
Mas en el tabernáculo, esta madera fue colocada sobre fundamentos de plata. La plata significa el precio de nuestra redención, el cual es desproporcionado, comparado con el precio de la acacia. Al habernos puesto en Cristo, Dios nos ha cortado no sólo de nuestras raíces terrenales y ancestrales que habían vivido bajo la maldición de la ley, sino que nos convirtió en elegantes pilares para su templo, levantados sobre un fundamento nuevo, su obra redentora; por tanto, nuestra provisión ahora no proviene más de los medios naturales de la creación Adámica, sino que todo nos es provisto de la provisión bendita y sobrenatural del trabajo consumado de Jesús – Su redención y de los medios sobrenaturales de una nueva creación en Cristo. Esto nos demuestra cuan valiosos siempre hemos sido para el Padre.
No sólo esto, sino que nos ha cubierto con oro, el cual representa la divinidad, rectitud y justicia de Cristo y la perfección de su obra redentora con la que hemos sido envestidos. Ahora entenderás por qué Pablo nos dice que ¡estamos muertos, y escondidos en Cristo! (Col 3:3) Dios no ve nuestra madera, El ve nuestro oro, el oro de su divinidad y rectitud.
(Grandemente recomiendo la lectura de Colosenses 3 en el Espejo, de Francois Du Toit.)
Dios decidió escondernos en Cristo, en Él estamos escondidos y protegidos del maligno. La madera de acacia es un tipo de madera que produce mucho polvo, el cual es el alimento del diablo. Recuerda que Dios lo condenó a alimentarse de polvo todos los días de su existencia en la tierra en Génesis 3:14. Cuando no conocemos nuestra divina identidad en Cristo, cuando no entendemos el significado de su obra consumada, el ‘polvo’ que producen las mentiras del diablo acerca de nuestra identidad y autoimagen, de nuestra vida entera bajo la Ley, nos expone a su destrucción. Esto sucede porque sin conocer o entender el maravilloso significado de la redención, es muy fácil desanimarnos, y deprimirnos, al sentirnos muchas veces sin valor y sin esperanza, pues sólo contamos con la fragilidad de nuestro esfuerzo humano, el cual por muy fuerte que sea, proviene de un ser mortal (Adán) y no de uno inmortal, que es Cristo. Este desgaste por causa de nuestros errores, nuestras experiencias, culpas, vergüenzas, frustraciones, por nuestra ignorancia, nuestras pasiones carnales, y aun por causa de nuestra autosuficiencia, produce ese “polvo” (figurativamente hablando) que nos convierte en presas fáciles de devorar.
Como lo expliqué, esta tierra estaba bajo el dominio del diablo, y todo en ella pasó a su posesión cuando en un momento de olvido el hombre se lo entregó, por lo mismo Jesús, Dios – El Hijo, era el único que podía rescatar lo que Adán perdió, no sólo su autoridad e identidad como hijo de Dios, sino principalmente, su imagen a semejanza de Dios, aaunque nunca dejamos de ser suyos, pues “el ladrón nunca podrá ser el dueño original” Francois Du Toit.
El precio de nuestro rescate fue su vida humana misma, el precio de su sangre sin mancha que quitó el pecado del mundo. Esa sangre limpió nuestra consciencia de todo lo que Adán creía ser y de los frutos que sus creencias trajeron sobre la humanidad: nuestra mentalidad caída, nuestra auto imagen distorsionada, y el vano esfuerzo que hacíamos para querer cubrirla, cambiarla, o justificarla, y nos dio nueva vida, a través de esa infusión de sangre; tan valiosos somos para Dios que no escatimó pagar tal precio para restaurarnos en su imagen de oro – ese oro en el tabernáculo que declara nuestro valor original, ahora redimido. El valor de la moneda no está determinado por el costo de su material, sino por la inscripción o la imagen que representa. El ser humano ha sido restaurado a su imagen original – hecho a semejanza de Dios. Somos linaje suyo.
El saber esta verdad cambia las cosas para nosotros y nos llena de una nueva expectativa en su gloria. Por lo mismo, Él es “Jesucristo, esperanza en gloria! Por tanto, todo lo que nos faltaba bajo la fuente agotada de ‘Adán’, nos es ahora suplido de nuestra fuente que es Cristo – nuestra imagen, nuestra autoridad, nuestra identidad, nuestra bendición, nuestra salud, que es el significado de ‘salvación’ , nuestra paz y todos los frutos que se producen en nuestra alma al conocer quienes somos en Cristo: amor, gozo, paz, y todo lo demás – todo lo que pertenece a la vida y la piedad (2 Pe 1:3). Esta es una fuente divina y sobrenatural.
¡No más depender de nuestros propios esfuerzos para arar la tierra y comer el pan de nuestra labor! Dios nos plantó en un trabajo consumado y completo! Si nos faltaba amor, en su Amor tenemos un amor perfecto que echa fuera el temor; ¿nos falta provisión? Jesús dijo: “Si Dios cuida de las aves, cuánto más cuidará de nosotros que somos más valiosos que todos los animales del planeta¡
Jesús prometió proveernos conforme a sus riquezas en gloria! ¡Nosotros somos su mayor riqueza y en nosotros ha depositado su gloria! aun la salud física nos llega a ser restaurada al encontrar nuestra completitud en Cristo, pues muchas enfermedades son producidas por la culpa, por el estres, por la ira, por el odio, y principalmente, por el abuso del cuerpo físico, cuando no conocemos que somos templo del Espíritu Santo. Por Su llaga hemos sido sanados El estar conscientes de nuestra unión en Cristo trae un nuevo gozo a nuestra vida y una nueva razón de vivir y aún de bailar de alegría.
Por último, enfaticemos en una cosa: fuera del tabernáculo no se podía ver el oro con el que esta madera estaba cubierta, Dios era el único que podía verlo, y aquel que entraba en el tabernáculo. Por tanto, si te das cuenta de lo que la humanidad ha obtenido a través de la redención, cuando te veas en el espejo recuerda cómo te ve Dios, para que ya no te veas mas como madera polvosa; no sólo tus emociones sanarán, al darte cuenta del gran amor que Dios depositó en ti, sino que te será mas fácil aceptar a los demás y no enfocarte tanto en sus faltas, especialmente si aun no conocen o no entienden su lugar en Cristo, parados en cimientos de plata, cubiertos de oro, erigidos en el tabernáculo sobre cimientos de plata, al lado tuyo, pues Dios ha levantado a la humanidad entera en ese tabernáculo y no solamente a unos cuantos elegidos de cierta religión, secta o culto.
Me dirás, !No a todos, sólo a los que hayan creído ! Te diré que en aquel tiempo, nadie había creído. Nosotros tampoco habíamos creído en algún tiempo, mas Dios no esperaría hasta que creyéramos para ponernos en Cristo, la verdad no se vuelve verdad solo si la creemos, mas tu trato hacia ellos como seres de alta estima para Dios podría ser lo que necesiten para poder creer. El apóstol Pablo nos compara con cartas vivientes que hablan del amor del Padre que los demás pueden leer y ver: alegría, paz, un nuevo aliento y una nueva esperanza, valor, y una nueva vida.
“bien se les nota que son carta de Cristo redactada por nosotros; una carta escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en frías losas de piedra, sino en las páginas palpitantes del corazón.” 2 Cor. 3:2-3
Trata de mirar a todo aquel que no conozca a Jesús como Él miraba a las multitudes, con compasión, como nos miró a nosotros antes de conocerle, como linaje suyo.
Y si tu, mi lector, aún no no has conocido quien eres en Cristo, ahora ya lo sabes. Eres su tabernáculo de piel, y columna de un mayor tabernáculo llamado ‘la raza humana’. El te invita a conocerle en su Evangelio de Gracia, cuya razón de existir eres tu. Permite que su Espíritu te persuada de su gran amor por ti y de todo lo que Él conoce acerca de ti.
Shalom.
Revisión Marzo 2024