El Salmo 91 es una declaración de confianza en Dios y un ejemplo perfecto de confesión del Nuevo Pacto. Este salmo es para el creyente que sabe que se encuentra dentro del Tabernáculo, en el Arca del Pacto, habitando en el Trono de Misericordia donde estamos sentados junto con Cristo, viviendo bajo su amparo, cubiertos bajo las Alas de los Querubines, rociados con la Sangre del Cordero, descansando bajo su sombra, cubriéndonos con sus plumas y dándonos refugio bajo sus alas.
Este salmo te enseña como hablarle a tus problemas, a tus temores:
“Señor, tu eres mi refugio, mi lugar seguro, mi Dios, en ti confió. Tú me rescatas de toda trampa, me proteges de enfermedades mortales, ¡aleluya! …. No temeré a la enfermedad que acecha en la oscuridad, ni a la catástrofe que estalla al mediodía…. ningún mal me conquistará; ninguna plaga se acercará a mi hogar porque tú eres mi Refugio y mi resguardo…”
De esta manera tú alma se asegura y tu fe se fortalece; el temor y la incredulidad se irán junto con las tinieblas, y gózate con lo que El Señor te contesta:
El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación. Salmo 91:14-16
La versión RV tradujo “salvación” como “salud” pues salvación no solamente es salvarnos del infierno, sino que significa liberación, prosperidad, bienestar, salud y victoria. Todos estos beneficios que nos fueron dados a través de la Cruz, están incluidos en el nombre de Jesús: Yĕshuw`ah, que significa “Salvación”, “Dios Salva”.
De hecho, el ser salvo, de acuerdo con el griego “Sozo” significa“estar o ser completo”, “ser
sano”, (de aquí la frase “sano y salvo”). Yĕshuw`ah no solo nos salvó del castigo eterno en el infierno, sino que así como su sangre nos está limpiando continua y permanentemente del pecado, El continuamente nos está salvando de nuestros sufrimientos, enfermedades, de todo peligro y destrucción que venga contra nosotros en cuanto invocamos su nombre y creemos su palabra.
Así que cuando tú declaras tu Fe en su Palabra con tu confesión, Jesús se manifiesta de la manera en que lo esperas, como tu escudo protector, como tu proveedor, como tu sanador, como el Shadai – “El Más que Suficiente”.
Te invito a hacer este tipo de confesiones de inmediato, para que cuando veas caer a 1000 a tu lado y 10,000 a tu diestra, a ti no llegue, pues sabemos que el enemigo causará más destrucción en estos días porque le queda poco tiempo.
Para el no creyente, vienen tiempos muy difíciles de tolerar, pues la sabiduría del hombre
está fallando ante sus ojos incrédulos. Un ejemplo de ello es el Tsunami que ocurrió en Japón en 2011, para el cual se habían preparado durante más de 30 años. Muchos vimos como fueron devorados ante nuestros ojos, casi en el mismo momento en que sucedía. Ellos no pudieron salvarse y ninguno de nosotros pudimos hacer nada para salvarlos. No se diga el Tsunami de Sumatra.
Si has leído estos blogs, recordarás que todo en la escritura nos habla de Jesús, y que al ver a Jesús en la escritura nos alimentamos y somos transformados a su imagen. 2 Cor. 3:18. Este Salmo es un ejemplo perfecto de Dios nuestro Padre hablando acerca de Jesús; esto lo sabemos porque cuando Jesús fue tentado en el desierto, el diablo le cito este versículo
“En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.”
Más no le citó el verso siguiente que habla acerca de él:
“Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.”
¿Cómo le contestó Jesús?
Pero Jesús le respondió: “Escrito está: ‘No solo de pan vivira el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Mat. 4:4
Jesucristo ya holló a este dragón mi hermana(o). La Palabra de Cristo ha llegado a ti para salvarte. Cada que El te revele algo en su Palabra, háblasela a tu problema, háblatela a ti mismo, o cada que este dragón trate de robártela con temor o condenación, contéstale con tu espada – la palabra de tus labios. Así resistes al diablo. Úsala para hacerlo huir.
Recuerda que no estamos tratando de obtener, ¡ya lo tenemos! Todo nos ha sido dado en la Cruz. Descansa en la finalidad del poder de la cruz y habla con el poder y autoridad de su Espíritu.
“Esta confianza tenemos hacia Dios por medio de Cristo. No que seamos suficientes en nosotros mismos para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia es de Dios…. Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. Y no somos como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los Israelitas no fijaran su vista en el fin de aquello que había de desvanecerse” 2 cor 3: 4 y 12