Si ya te encuentras vestido y calzado, mi querido(a) lector(a), no te olvides de tus accesorios.
Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con el que podrán apagar todos los dardos encendidosdel maligno. Ef. 6:16
Ya hablamos mucho de la fe, nuestra fe en la fe de Jesús, a quien todo le es posible, por esa fe Él fue a la cruz, y por esa fe nosotros recibimos nuestra salvación, nuestra vindicación, nuestra restauración, sanidad, libertad, bendición, y todos los beneficios que nos fueron dados en la cruz, de los cuales hablamos en la sección del poder de su Sangre. Este conocimiento no es solamente para impartir información en tu cabeza, sino que tiene el propósito de impartir nueva fe, de restaurar tu fe, refrescarla, renovarla, para que vayas con todo el poder del espíritu santo a reclamar cada uno de esos beneficios.
Existen muchas cosas que se interponen en el camino de nuestra fe, las principales son la ignorancia y la incredulidad. A veces no tenemos fe porque no sabemos lo que nos fue comprado con la Sangre del Cordero; otras veces lo sabemos, mas no lo creemos o no lo recibimos, por falta de revelación de quien es Jesucristo. De aquí la importancia de que escuches el verdadero Evangelio, pues lo contrario puede hacer la diferencia entre vida y muerte.
El mundo entero habla de tener fe: fe en ti mismo, fe en la buena fortuna, en la naturaleza, en otros hombres. Más la fe Bíblica es sobrenatural, no te puede ser dada si no has recibido a su autor: Jesucristo, Él es el autor de la fe. (Heb 12:2) quien al revelarse a sí mismo en su palabra nos permite conocerle y nos ayuda a tener una opinión acertada de él, entonces podremos tener “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1) como un fruto de su Espíritu Santo y no de nuestro mucho desear o “tratar de creer”.
Sin embargo, en el pueblo de Cristo a muchos les está fallando la fe. Existen varias razones para ello. Basado en mi vida personal yo pude corroborar algunas de ellas. Las malinterpretaciones basadas en traducciones inexactas de la Biblia tienen que ver con ello, más la causa principal radica en los errores doctrinales que se predican desde el púlpito por no saber o no querer dividir la palabra entre el Viejo y Nuevo Testamento, o por mezclarlos ambos como si fuera uno solo.
Esta mezcla crea confusión, lo cual tiene un nombre: “Babilonia” palabra que significa “confusión por mezcla”. Curiosamente, Dios nos exhorta a salir de Babilonia para que no perezcamos por sus plagas. (Ap. 18:4) De ello hablaré ampliamente en estudio aparte y por lo mismo no expandiré mucho en ello de momento. Por hoy vayamos al siguiente accesorio de tu armadura:
Tomen también el casco de la salvación, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Ef. 6:17
Este casco de la salvación es nuestra mente renovada con el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo y de su obra consumada, que nos permite tener fe y esperanza. Curiosamente, aunque nuestra mente se renueva a través de este conocimiento, este conocimiento no es para nuestra mente, sino que es revelación para nuestro corazón y de eso se encarga el Espíritu Santo.
Recuerda que el conocimiento sin revelación de la Gracia de Dios y del amor de Jesucristo es Fariseísmo o simplemente religión. Cuando venimos a la presencia de nuestro Padre, no venimos a obtener más información acerca de El sino a conocerlo más y el conocerle solo es posible si Él nos da revelación de quien es Él. Esto no lo determina Él sino tu corazón mismo, pues Él sabe si tu corazón lo anhela o solo quieres religión para sentirte que has cumplido tu deber.
Si una persona se acerca a ti para saber tu nombre y tu dirección, tu fecha de nacimiento y tu seguro social, difícilmente le darás esa información, a menos que sea para obtener un reporte de crédito, un empleo, o una investigación de antecedentes penales, más si alguien quiere saber tu color favorito, tu aroma o comida favorita, tus intereses, que música o entretenimiento te gusta, qué cosas te hacen feliz, su interés es por conocerte personalmente y tú le responderás conforme sea tu anhelo, y por lo menos lo aceptarás en Facebook.
El anhelo de Dios es que sus hijos vengan a Él. Él ya sabe todo de nosotros, más Él quiere que le conozcamos y experimentemos su amor y al recibirlo, podamos darlo a los demás. De ahí vendrá nuestra fe inmovible, pues la fe sin amor, de nada nos sirve. 1 Cor 13:2
Lo más hermoso de este conocimiento es que te ayudará a reinar en tu vida, al multiplicarse Su Gracia y su Paz sobre ti.
Que Dios les dé cada vez más gracia y paz a medida que crecen en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. 1 Pedro 1:2
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia(regalo de rectitud) mediante un solo hombre, Jesucristo. Rom. 5:17
Este casco de la salvación es conocido también como el casco de esperanza,
Pero nosotros, los que somos del día, debemos ser sobrios, ya que nos hemos revestido de la coraza de la fe y del amor, y tenemos como casco la esperanza de la salvación.1 Tes. 5:8
Te das cuenta como la Biblia misma nos interpreta la Biblia. Esta esperanza, “elpis“, tener una expectación del bien, es nuestro casco. ¿Como nos ponemos este casco? Cuando llevamos nuestra mente cautiva a la obediencia de Cristo – cuando meditamos en su amor y su trabajo consumado, él nos guarda en perfecta paz – en su “Shalom”
Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado. Isaías 26:3 RVA
¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti;
a todos los que concentran en ti sus pensamientos! NTV
El salmo 108:8 dice “Efraín es el casco de mi cabeza”. Efraín significa doble fertilidad. Así que Dios te da un casco de esperanza en tu salvación que te producirá doble fertilidad en todo lo que hagas, o lo que El haga a través de ti.
Shalom