- Cubiertos de Oro
- El Altar de Bronce – ¡NO MAS JUICIO!
- El Lavatorio de Bronce – Nuestra Santidad
- El Candelabro de Oro – Jesús es la Luz
- La Mesa de los Panes – Jesús nuestro Pan de Vida
- El Altar de Incienso – Jesús, Nuestra Intercesión.
- El Arca del Testimonio – Su Gracia
- Jesús Bajó del Cielo
- En Brazos de Jesús
- El Velo – “Y Este Es Su Carne”
Le daré a todos en posesión, tendrá como botín una multitud, pues expuso su vida a la muerte y fue contado entre los rebeldes, cargó con las culpas de muchos e intercedió por los rebeldes.
Isaías 53:12
En el centro, frente a la cortina, encontramos el Altar del Incienso. Esta fue la instrucción para la construcción del mismo:
“Harás además un altar para quemar incienso en él. De madera de acacia lo harás. Será cuadrado: de un codo (45 cm) será su longitud y de 45 centímetros su anchura; de 90 centímetros será su altura. Sus cuernos serán de una sola pieza con él. Lo revestirás de oro puro: su parte superior, sus lados en derredor y sus cuernos, y le harás una moldura de oro alrededor. Le harás dos argollas de oro debajo de su moldura. Los harás en dos de sus lados, en lados opuestos, y servirán de sostén para las varas con las cuales transportarlo.”
“Harás las varas de madera de acacia y las revestirás de oro. Pondrás el altar delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el arca del testimonio, donde Yo me encontraré contigo.”
“Aarón quemará incienso aromático sobre él. Lo quemará cada mañana al preparar las lámparas. Cuando Aarón prepare las lámparas al atardecer, quemará incienso. Habrá incienso perpetuo delante del Señor por todas las generaciones de ustedes. No ofrecerán incienso extraño en este altar[i], ni holocausto ni ofrenda de cereal; tampoco derramarán libación sobre él. Aarón hará expiación sobre los cuernos del altar una vez al año. Hará expiación sobre él con la sangre de la ofrenda de expiación por el pecado, una vez al año por todas las generaciones de ustedes. Santísimo es al Señor.” Éxodo 30: 1-10
Como lo leímos, Aarón, el Sumo Sacerdote ofrecía incienso continuamente, el cual conforme subía al Padre, la Nación entera era bendecida. Este incienso representaba la intercesión que nuestro Señor Jesús haría por nosotros por siempre y para siempre. El incienso estaba hecho de polvo, representando nuestra humanidad, y ciertamente la de Jesus. Cada partícula de ese fino polvo hablaba algo de Jesús, cada una de sus palabras, de sus gestos, de sus movimientos o acciones, las cuales emitían una fragancia de aroma agradable, de manera que cuando oramos en el nombre de Jesús, nuestra oración emana aroma agradable ante el Padre, puesto que estamos en Cristo.
Puesto que Cristo fue el único que podía pagar el precio por nuestra paz, Él es el único que puede interceder ante el Padre por nosotros. Cuando supe que Cristo es nuestro único intercesor ante el Padre para siempre, me imaginaba que cuando yo llevaba mis peticiones a Dios, El le tenía que suplicar a su Padre o convencerlo que me concediera mis peticiones, o de que no me envíe el castigo que me había ganado (cuando equivocadamente creía que Dios castigaba).
Más este no es el tipo de intercesión al que la Biblia se refiere. Jesús ya cumplió la Ley y nos separó de ella para ponernos en Él; somos aceptos en el Amado, no tiene que rogarle que nos perdone, o que nos bendiga, todo esto ya nos lo ha otorgado. Su intercesión significa que eternamente en Él estamos representados y que unidos a Él, al lado del Padre nos` encontramos ya; que al estar sentado a la diestra del Padre ahí estamos nosotros; que tenemos acceso abierto a su presencia, y que todas nuestras oraciones serán escuchadas.
Muchas veces no venimos a Él porque hemos sido engañados. Hemos sido hechos creer que necesitamos estar “bien con Dios” por nuestro propio mérito para poder acercarnos a Él, si queremos que Él nos oiga. Este estar “bien con Dios” varía de acuerdo a los estándares de cada persona o a su propia opinión o estimación del bien y del mal, es decir, de acuerdo a su propia justicia. Por lo mismo mucha gente que no se considera estar bien con Dios no se acerca a Él. De acuerdo a esta teoría, si por ejemplo, nos enojáramos con alguno de nuestros seres queridos, o con los que se nos atraviesan en medio del tráfico, o con los que se meten en frente de nosotros en la fila, o con los que no nos contestan el saludo, si en ese momento tuviéramos necesidad de hablar con Dios, ya sea porque chocamos, o alguien nos respondiera a nuestro enojo con un golpe o un balazo, aún si nos quedara tiempo, quizá no clamaríamos a Dios, por no sentirnos “bien con Él”.
O de lo contrario, si aún nos quedara tiempo, quizá haríamos una confesión de nuestras malas acciones, creyendo que al aceptar la responsabilidad, al menos de palabra, ésto nos pondría “bien” con Él. De esta manera vivimos usando esa misma fórmula cada que necesitamos algo de Dios. Para nuestro alivio, esa fórmula no se utilizó dentro del Tabernáculo. El aroma de Jesús está en nosotros. Hemos sido hechos “ofrenda de olor agradable” no por nuestras acciones, palabras o pensamientos, sino al haber sido puestos “en Jesucristo” por el mismo Jesús.
Recuerda que bajo la Ley, nuestras mejores justicias son como trapos de Inmundicia. (Isaías 64:6) El hebreo usado para éste término implica una toalla sanitaria, en aquel tiempo usadas por los leprosos para secar sus llagas, El olor debió haber sido insoportable.
Gracias a que Jesucristo nos ha puesto en Él, en su muerte y resurrección, nuestro aroma es hoy aroma agradable, olor de vida y no de muerte. Es el aroma de la nueva criatura en Jesucristo el que permanentemente intercede a nuestro favor, y los que venimos al Padre en el nombre de Jesús tenemos consciencia de nuestro aroma. Por lo mismo Dios quiere que sepas sin lugar a duda que en cualquier momento, aún cuando se te olvide quien eres, tú puedes acercarse a su Trono de Gracia con toda confianza y siempre alcanzarás misericordia y pronto socorro cuando lo necesites (ver Hebreos 4:16).
Esto se debe a que fue el trabajo consumado de Jesús en la Cruz lo que nos puso “bien con Él” y no el nuestro. No necesitas hacer nada más para ponerte “en Paz con Él” de hecho, no hay nada que puedas hacer para ello. Fue Jesús quien nos puso “En Paz con Él” y nos vistió con su rectitud como un regalo gratuito, aunque a Él le costó tanto. No importa cuántos errores cometas, cuanto te sientas lejos de la medida del varón perfecto, solo te bastará recordar que eres la rectitud de Dios en Cristo, porque Dios te la dió, independientemente de tus obras (Romanos 4:5-8). Recuerda, Dios no te imputa pecado porque ya lo quitó de ti al poner a morir la Ley en su propio cuerpo. El vivir recordándolo te mantendrá “como ofrenda de aroma agradable”.
Durante la Tribulación de Job, el clamó estas palabras a Dios
Si tan sólo hubiera un mediador entre nosotros, alguien que pudiera acercarnos el uno al otro. Ese mediador podría hacer que Dios dejara de golpearme y ya no viviría aterrorizado de su castigo. Entonces podría hablar con él sin temor pero no puedo lograrlo con mis propias fuerzas. (Job 9:30-35)
Job clamó estas palabras cuando nuestro mediador aun no nos había redimido. Él tampoco nos había mostrado al Padre, por lo mismo el hombre tenía la idea que Job revela en su plegaria, de que Dios era el que nos golpeaba y nos castigaba, mas ese verdugo era realmente la Ley y fue esa misma creencia la que vino a robarle todo al hombre. Jesús no había ardido como ofrenda de aroma agradable a nuestro Padre en el fuego del horno de juicio, esa fragancia es el incienso que hoy percibe nuestro Padre cuando venimos a Él y el no conocer de esto que nos sucedió en Cristo nos hará sentir que apestamos ante Dios y nos impedirá acercarnos a Dios y nos llevara a buscar alternativas ‘divinas’ contrarias a Dios. Job no tuvo lo que tú y yo tenemos ahora mi amigo. Si tú has entendido tu redención, sabrás que eres ofrenda de aroma agradable ante Dios. Esa es tu eterna intercesión.
Nota: Este es el trabajo del verdadero ministro de “Justicia”, el de hacer conocer a todos los hombres de su pureza y perfección en Cristo para que nada les impida venir a Él, esa es la única manera de “poder presentarlos como una ofrenda aceptable a Dios, hecha santa por el Espíritu Santo”. Rom. 15:16 NTV.
Esta es la única razón que en mi opinión justifica que el ministro de rectitud viva de las ofrendas de los creyentes, pues esta labor noble y divina ni el mejor psicólogo, ni el mejor doctor, ni el mejor motivador o filósofo la podrá hacer. Aquellos que viven en opulencia financiera a base del control que ejercen en la gente a través de manipulación y mentira, están robándoles no solo su dinero, sino su vida misma, mas lo hacen con su permiso, a través de su incredulidad del Evangelio, el cual declara lo que ellos han sido hechos en Cristo. Es por ello que estos ministros disfrazados como ministros de justicia no permiten que la gente deje de verse en el espejo de la Ley, la legalidad o el legalismo.
Shalom