Estamos a punto de celebrar el evento más hermoso de la historia, el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Buscando el simbolismo detrás de nuestras tradicionales Posadas, leí que la piñata fue originalmente diseñada con 7 picos para representar “los 7 pecados”, y que la fruta representaba la gloria de Dios que caería sobre los que la rompieran. Realmente este ritual tan divertido no está muy lejos de la verdad, pues Jesús en la Cruz consumó la obra perfecta (el significado del número 7) que separaría para siempre el pecado de nosotros y pondría a morir nuestra muerte, la muerte del hombre de pecado, el hombre de carne. En esa cruz quedaría representada la deformidad del hombre bajo la Ley y la ira que esta Ley produce en nosotros; por lo mismo su cuerpo fue azotado, molido y partido, para que al comer de Él, podamos vivir de Él y Su gloria pudiera caer sobre nosotros. Ese es el Evangelio de Gracia.
El espíritu del Grinch, usando a muchos de los mismos ministros llamados a dar tan Buenas Nuevas, ha traído condenación a esta fiesta y se ha robado la algarabía de la mesa de algunos, como fue mi caso durante mis años bajo el legalismo. Mas viéndolo todo bajo el lente de la Gracia, pude comprender con mas profundidad la magnitud de este evento que desde luego el diablo trató de impedir en repetidas ocasiones.
Es cierto que en la Biblia no encontramos explícitamente que proclamemos el nacimiento de Jesucristo, como nos invita a proclamar su muerte, en la institución de la Cena del Señor (Luc. 22:19; 1 Cor. 11:24; Mat. 26:26-28; Mar. 14:22-25); sin embargo, el Nacimiento de Jesús implícitamente anunció su muerte de muchas maneras que aquí descubrirás en este viejo blog que escribí hace 5 años, si no lo hubieras leído antes.
La celebración del Nacimiento de Jesús NO debe pasar por alto, contrario a lo que muchos líderes religiosos han promovido, independientemente si nació el 25 de diciembre o en septiembre como lo sugiere la cronología de la escritura. Su nacimiento no es un evento que deba pasarse por alto, pues es nada mas y nada menos que el Dios del Universo haciendose hombre, de carne, como nosotros. El hombre no tiene que tratar de ser como Dios, pues Dios ya se ha hecho hombre y aunque este hombre es Dios eterno, ha fundido a la raza humana con Él para siempre.
Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Mateo 1: 23.
Este fue su propósito de haber nacido, el morir la muerte del hombre que confiaba en su carne para ser como Dios y levantarnos en El en Vida Nueva, para traernos a su Padre con su resurrección como una nueva Criatura y poder ser Emanuel para siempre – Dios con nosotros – Dios habitando en nosotros y nosotros entrelazados en El como uno sólo, para que lo que Dios unió no lo separe el hombre.
Su nacimiento aún se anunció con una estrella brillante, de gran significancia en la astronomía, aun hasta nuestros días.
Los regalos de los sabios del oriente anunciaban su muerte redentora: Oro, su Rectitud y Divinidad con las que seríamos cubiertos; Incienso: El sería nuestra ofrenda de Aroma Agradable ante nuestro Padre, y Mirra, la cual era una hierba amarga usada para ungir los cuerpos para la sepultura. El tomaría esta copa amarga para que ya no tengamos que comer las “uvas amargas” de vivir bajo la Ley.
Su mismo lugar de nacimiento, un pesebre, anunciaba su muerte. no sólo eso sino que también fue dado por SEÑAL:
Y lo reconocerán por la siguiente señal: encontrarán a un niño envuelto en tiras de tela, acostado en un pesebre Lucas 2:12 NTV.
¿Cual era esa señal? El pesebre hebreo, el cual era usado como comedero de animales, no se encontraba sólo en los establos, sino en cada casa donde se tenía un animal, ya sea para alimento o para transporte. ¿Como supieron los pastores en cual pesebre de todo Belém encontrarían al Bebé del Cielo?
Alfred Edersheim, en su libro “Vida y Tiempos de Jesús el Mesías” explica que el lugar profetizado en Miqueas 4:8, llamado Migdal Eder (Torre del Rebaño), en Belém Efrata, en donde Jesús nació, era en aquel tiempo un lugar dedicado exclusivamente para criar ovejas destinadas a ser animales sacrificiales. Por lo mismo, al nacer estas ovejitas, puesto que no podían tener absolutamente ninguna mancha, herida, o laceración, eran envueltas en tiras de tela y colocadas en un pesebre, semejante al que arriba muestro, hasta que se calmaran y pudieran caminar sin causarse daño alguno hasta mamá oveja, para ser alimentadas. Por lo anterior, puesto que los pastores en esta ciudad eran quienes cuidaban de esas ovejas para el sacrificio, cuando oyeron estas noticias, la descripción del bebé envuelto en tiras de tela en un pesebre les dijo exactamente donde encontrar a quien finalmente sería nuestro Cordero inmolado.
El nacimiento de Jesús no habría sido registrado en la escritura si no fuera tan relevante para nosotros. Quizá habría sido oculto como lo fue el cuerpo de Moisés, o como lo fueron los años de la infancia de Jesús cuando fue llevado a Egipto. Mas fue dado como una SEÑAL, al menos es lo que leo en Lucas 2:12. Aun su nacimiento virginal fue dado como señal (Is. 7:14) y como cumplimiento de muchas profecías, por mencionar algunas, las que acabo de mencionar, o la registrada en Isaias 9:6:
Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz» Is. 9:6
Esta señal fue anunciada por los mismos ángeles de Dios con cántico y ruido de trompetas que proclamaban REDENCION.
Por tanto, el mundo entero tiene que saber lo que esta noche celebramos, que EL VERBO SE HIZO CARNE, en la forma inocente de un bebé nacido de una Vírgen, lo que muestra que no fue nacido de voluntad o intervención de varón sino de Dios (Juan 1:13); un bebé con sangre divina y eterna, suficiente para limpiar todo pecado de la humanidad, “cuyos orígenes se remontan al principio mismo, a los días de la eternidad” Miqueas 5:2.
Nuestro Jesús se hizo carne exclusivamente para ser partido por nosotros para que nosotros pudieramos ser hechos “enteros”.
No es difícil entender por qué este evento ha perdido su relevancia y significado, por lo mismo la atención se ha desviado hacia personajes ficticios, animales o cosas inanimadas, y aun hacia otros hombres, sea para minimizar este acontecimiento sobrenatural, o para robarle la gloria al único al que debemos dársela.
En otros lugares dicha celebración está lentamente siendo removida, pues se ha vuelto ofensiva para los que no creen, por razones obvias. Tristemente, entre los que creen, tambien el Grinch se ha robado la navidad. Si este evento fue secuestrado por el diablo, como todo, es hora de que lo reclamemos y una vez mas lo dediquemos a su original propósito: anunciar las buenas noticias de salvación, mientras aún podamos hacerlo.”
No necesariamente celebramos el cumpleaños de Jesús, pues ¡El es Dios Eterno, sin principio, ni fin!, más celebramos el regalo de amor mas grande, El Dador de la Gracia, El Salvador de nuestra alma, quien se hizo hombre, para poder morir como hombre y darnos vida de Dios, el dador de un Nuevo Pacto, donde no hay más muerte, ni condenación.
Por lo anterior no debemos dejar que esta celebración de su Gracia caiga bajo la Ley y la condenación. No celebramos porque Dios lo ordene, como si viviéramos bajo La Ley, celebramos porque cuando comprendemos este Amor, la navidad toma un nuevo significado, y produce en nosotros un acto de adoración genuina desde el fondo de corazones agradecidos, ya que este bebé sería la última ofrenda, la máxima ofrenda, no más sacrificios de animales serían necesarios. No más ofrendas de nuestro esfuerzo. Hoy le amamos a El y a los demás porque El nos amo primero; hoy podemos perdonar porque El nos ha perdonado; hoy podemos alabarle con labios limpios, y lo hacemos no porque El lo requiera, sino porque no podemos evitarlo.
Este Dios Eterno, este bebé, no conociendo pecado, se hizo pecado para que nosotros pudiéramos ser la Rectitud de Dios en Cristo (2 Cor. 5:21). Este bebe que no halló donde reposar su cabeza al nacer, pudo descansar su cabeza al morir por ti y por mi. Por su Gracia y Amor por nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser enriquecidos (2 Cor. 8:9). ¿Ha hallado lugar en tu corazón?
La fiesta sólo ha comenzado, el mejor vino aun está por servirse en las Bodas del Cordero, mas mientras estemos en la Tierra, celebrémoslo con gran gozo, con ruido glorioso, luces y algarabía, para que todos sepan la clase de regalo que nos ha sido dado.
¡SHALOM Y MUY FELIZ NAVIDAD!