El Camino Hacia Arriba

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Porque todos los que son constantemente guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Pues ustedes no recibieron un espíritu de esclavitud de nuevo, que resulta en temor, sino que recibieron el Espíritu que los coloca como Hijos Adultos, por el cual clamamos con profunda emoción: “¡Abba, Padre!”  El Espíritu mismo constantemente da testimonio a nuestro espíritu (humano) de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; en una mano, herederos de Dios y en la otra, coherederos con Cristo…… Rom. 8:15-17

(Traducido de la “Traducción Expandida del Nuevo Testamento”  de Kenneth S. Wuest )

¿Por qué es tan importante que el Hijo de Dios comprenda y abrace su verdadera identidad de “hijo de Dios” y no mas de siervo pecador, esclavo de la Ley? Primero, porque sin abrazar esta identidad no podemos ser guiados por su Espíritu, como lo leemos arriba, y segundo, porque el haberlo olvidado fue la razón de la caída de Adán.  

Cuando  no creemos, o se nos olvida  que  Cristo  nos ha convertido en hijos de Dios, que ya no somos mas nosotros, sino El en nosotros,  (Gal. 2:20) y que como El es somos nosotros en este mundo (1 Juan 4:17), viviremos creyendo que somos lo que hacemos o lo que tenemos por esfuerzo o recursos propios, sea  habilidad, poder, belleza, juventud, inteligencia, etc;  ésto es, viviremos con nuestra mente o nuestra confianza puesta en nuestra carne, lo cual es enemistad con Dios (Rom.8:6)  Este fue el pecado original y produjo la muerte.   El hombre creado a semejanza de Dios y teniendo todo lo que Dios poseía, fue tentado a hacer algo para convertirse en lo que ya era, “como Dios”.

Curiosamente, éste también fue el pecado por el que el enemigo de tu alma, el diablo, cayó.  Si me permites que te lo muestre,  lee en tu Biblia Ezequiel 31, en el cual Dios envía a Ezequiel a hablarle al faraón de Egipto acerca de “Asiria”.  Leerás que Asiria era un cedro que se encontraba junto a las aguas, el cual se enorgulleció por su excedente altura y por la hermosura de sus ramas, olvidándose que ésto se lo debía “a las aguas” que lo regaban, como la escritura lo reitera repetidamente. (Ez. 31:4, 5 y 7) , por lo cual Dios lo dejó caer.

Este pasaje realmente habla de la caída del diablo y los sabemos porque en Isaías 14:4-20, el cual habla de su rebelión,  también hace mención de la caída de este árbol  (14:8).   Como leerás en este capítulo de Isaías , su intención  era la de  “subir” a las alturas para hacerse “semejante al Altísimo” (Is. 14:14),  basado en  su propia grandeza con la que fue creado.

Sin embargo, ese lugar estaba reservado para el hombre, pues Dios hizo al hombre “semejante al Altísimo” (Gen. 1:26);  y hoy,  a través de la fe en Jesucristo hemos sido sentados junto con El  sobre las alturas (Ef. 2:6) y al contemplarle somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen (2 Cor. 3:18), quiere decir, nos hacemos “semejantes a Él, por su Espíritu;  éste es el camino recto.

Por lo anterior”, podemos darnos cuenta que Lucifer codiciaba nuestro lugar, un lugar de poder, autoridad, grandeza y majestad. Dios creó a los ángeles superiores a los hombres (Salmo 8:5),  sin embargo a ellos los hizo para Su servicio (Dan 7:9-10; Luc 16:22-24) y para el de sus hijos (Heb. 1:14), mas  a sus Hijos los creó para reinar junto con El (1 Pedro 2:9; Ap. 1:6; 5:10), no a los ángeles;  tristemente,  ese ángel caído puso al hombre a su servicio a través de un camino torcido, que le prometía “ascender”, cuando en realidad lo condujo al abismo.

¿Y que tiene que ver Lucifer con ese árbol llamado “Asiria”? El  nombre Asiria significa “escalón”,  y proviene de la raíz hebrea “Ashar”,  que significa “ir o caminar derecho, ascender, avanzar, continuar, progresar, dirigir, enderezar.  Mas miremos los pictogramas de Ashar:

אָשַׁר

Ashar

Basado  en sus pictogramas, esta palabra representa:  “poder” “fuerza”,  lucha por supremacía,  aun devorando, consumiendo, destruyendo por la espada,   y también implica  entendimiento,  inteligencia o sabiduría humana, la cual Santiago 3:15 llama “diabólica”.

De aquí concluimos que  Asiria representa  auto-exaltación, basada en la fuerza, poder e inteligencia propia. Esta es la mente de tu enemigo y esta es la mente puesta en la carne;  de aquí viene esta tendencia del hombre de enderezar su propio camino, de avanzar, progresar, superarse, “arreglarse” con la fuerza de su humanidad;  esta es también la mente del anti-cristo. De ahí la marca en la mano y en la frente (Ap. 13:16)

Te preguntarás: ¿acaso es anti-cristo querer avanzar, querer progresar, o querer ser fuerte, inteligente o aun poderoso? De ninguna manera, pues en el caso de este árbol, las mismas “aguas que lo regaban”  así lo habían hecho, pero el  creyó que se lo debía a si mismo.    Las aguas representan la vida abundante del Espíritu de Dios a través de Cristo Jesús.

La Biblia nos habla de dos árboles en el huerto de Dios, y el  diablo le ofreció al hombre el que lo llevaría a  “Asiria”,   y hasta el día de hoy el hombre se consume siguiendo este camino, cuando el camino derecho, el camino de ascenso, el camino iluminado,   el camino de “rectitud”  solo podía darlo el Árbol de la Vida: Jesucristo.

 En Él estaba (existía) la vida, y la vida era la Luz de los hombres. Jn 1:4

El que viva de este Árbol

Será como árbol plantado junto al agua,
Que extiende sus raíces junto a la corriente;
No temerá cuando venga el calor,
Y sus hojas estarán verdes;
En año de sequía no se angustiará
Ni cesará de dar fruto.  Jer. 17:8

Este es el plan de Dios para sus Hijos, y esto es lo que significa estar en su voluntad.

Esta vida de resurrección que recibieron de Dios no es una vida tímida, tendida en la tumba, es una vida aventuradamente expectante, que saluda a Dios como lo haría un niño: “¿Que sigue Papá?” El Espíritu de Dios toca nuestros espíritus y nos confirma lo que realmente somos. Nosotros sabemos quién es El y sabemos quiénes somos nosotros: Padre e hijos. Y sabemos que obtendremos lo que está destinado para nosotros – una herencia increíble

Rom. 8: 15-17 “The Message”

 Shalom