- Cubiertos de Oro
- El Altar de Bronce – ¡NO MAS JUICIO!
- El Lavatorio de Bronce – Nuestra Santidad
- El Candelabro de Oro – Jesús es la Luz
- La Mesa de los Panes – Jesús nuestro Pan de Vida
- El Altar de Incienso – Jesús, Nuestra Intercesión.
- El Arca del Testimonio – Su Gracia
- Jesús Bajó del Cielo
- En Brazos de Jesús
- El Velo – “Y Este Es Su Carne”
Jesús le dijo: «El que está lavado, no necesita más que lavarse los pies, pues está todo limpio. Y ustedes están limpios….» Juan 13:10
Sigamos recorriendo los utensilios del Tabernáculo de Moisés y veamos como Jesús les dio vida a cada uno de ellos en el Libro de Juan, donde Jesús es exaltado como nuestro Dios. (Retratos de Jesús). Enseguida del Altar de Bronce tenemos el Lavatorio de Bronce, el cual era un lugar de limpieza, donde los sacerdotes eran lavados de manos y pies diariamente, antes de entrar al lugar Santísimo.
Algunos creen que este lavatorio representa las aguas del Bautismo que en el tiempo de Juan el Bautista era una declaración de ‘arrepentimiento’. Sin embargo el bautismo, más que ser un símbolo de limpieza, es un símbolo de que nos hemos identificado con Él al vernos reflejados en la muerte y la resurrección de Jesucristo, pues con ello declaramos que en Cristo, el viejo hombre está muerto y en una nueva criatura hemos sido levantados. Jesús no tenía nada de que arrepentirse o limpiarse, Él era puro, pues nunca pecó; mas éste fue el inicio de su ministerio, cuando Juan el Bautista anunció “he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” El bautizo de Jesús estaba anunciando que Él estaba tomando el pecado del mundo en su propio cuerpo para dar ese problema por resuelto; Desde luego, la muerte de Cristo nos limpió con su sangre purificadora de la inmundicia de la rectitud por obras, mas esa muerte fue una vez y para siempre, y el lavado en el lavatorio era diario. Nótese que los sacerdotes no se lavaban solos, alguien los lavaba. El Lavatorio simboliza el lavado de agua de la Palabra. Jesús es la Palabra y su Espíritu es nuestra agua viva.
Jesús aún lava nuestros pies hoy
El sigue lavando y refrescando nuestros pies, hasta el día de hoy, como lo hizo con sus apóstoles, para mantener nuestro caminar “limpio” de todo polvo y nuestros pies sin cansarse. Habiendo sido purificados por la sangre de Jesucristo, nuestro Cordero, ahora sólo es suficiente el agua de su Espíritu Santo para mantenernos frescos.
Este lavatorio estaba hecho de los espejos de bronce que las mujeres de Israel dieron como ofrenda voluntaria para la construcción del tabernáculo. En ese tiempo usaban bronce y no vidrio, El bronce en el lavatorio reflejaba la imagen de los sacerdotes al ser lavados. Nótese el orden de los muebles, el altar del sacrificio estaba primero, antes del lavamiento. La sangre los había ya limpiado, más el propósito de este lavatorio era que ellos, al mirar su imagen en el bronce, se vieran así mismos limpios, recordando en ese bronce el sacrificio que los había justificado. Cristo nos justificó con su sangre delante de su padre, más la Biblia nos dice, refiriéndose a su iglesia, que
“ la purificó en el lavamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante. Efesios 5:26
Esta Palabra se hizo carne. Esta Palabra fue escrita en nuestro corazón. Esta Palabra quiere hablarnos diario y recordarnos que fuimos hechos limpios.
Santificación no es algo externo, en vestimenta, apariencia, o actuación, es algo que Dios hace en nuestro interior. Santo significa apartado. La imagen que se tiene de un ‘santo’ es una persona con ‘apariencia’ piadosa, que obtuvo su santidad por sus obras de contricción, por mérito propio, y aún murió como mártir, por lo tanto, aparece en el calendario. Si tu le dices a alguien que eres Santo, se reirá de ti, y te llamará arrogante e iluso, a menos que entienda la obra consumada de nuestro Señor Jesucristo, pues ante Dios, la santidad es algo que Él ya realizó en la humanidad entera y que sólo experimentaremos conforme tengamos revelación de nuestra perfección y pureza en Él. Recuerda, no somos nosotros los que nos lavamos, es Jesús quien nos ha lavado y apartado, no para vivir castigados y aburridos en esta tierra, privados de lo material, sino para apartarnos de la mentalidad que reduce al ser humano a un nivel infrahumano y así poder participar de su Vida y disfrutar su bendición. 2 Corintios 3:18 (arriba), nos afirma que contemplando su gloria, “como en un espejo”, seríamos transformados. Este Espejo es Jesucristo y no mas el bronce, que representa el juicio de la Ley.
Será el lavamiento diario de “La Palabra” el que nos traiga esa transformación, al contemplarnos a diario en el espejo de Jesús, no con nuestros ojos físicos en aquella pintura en la pared, o en aquella imagen hecha por manos de hombres, sino al escuchar el Evangelio de Gracia y tener compañerismo con Él, pues entre mas entendamos que “como Él es somos asi nosotros en este mundo”, menos seremos contaminados por el sistema de la Ley. Es necesario que entendamos que es la Ley la que nos contamina, y que no podríamos disfrutar de un compañerismo con Él si siguiéramos contemplándonos en el espejo del juicio y el castigo, reprobación y fracaso. Jesús “La Palabra” nos recuerda de nuestra limpieza y nuestra pureza, a través de su Espíritu, renovando nuestra vieja manera de pensar.
Este lavado diario es necesario, no solamente para ser ‘refrescados’. Recordarás también que el polvo es el alimento del diablo. Cuando se trata de aquella persona que no ha conocido o entendido su redención, aquel que no sabe que ha sido cubierto con el oro de la rectitud de Cristo, (Cubiertos de Oro), y no por su propia justicia: sus buenas obras, su sinceridad, o sus rituales, que Dios considera “trapos de inmundicia”, la persona vivirá como un polvoso “árbol de acacia” aún sembrado en la maldición de la Ley bajo la que el sistema del mundo vive, por consiguiente estará sujeto a las fuerzas destructoras del mismo y a la voluntad del devorador; tarde o temprano se dejará ver lo que éste devorará en su vida. Más ¿qué pasa con el que ya ha conocido de su redención? Muchos creemos que el aceptar a Jesús como nuestro salvador en una oración será suficiente para mantener al devorador lejos, puesto que Jesús venció al diablo en la cruz y nos arrebató de su mano. Sin embargo, Pedro, habiendo entendido completamente esta redención, nos advirtió:
Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar. 1 Pedro 5:8
Si tiene que buscar, quiere decir que no todos son devorables. ¿Quienes son los devorables? ¿Recuerdas la historia de Goliat y el significado de la palabra Filisteo? (No Más Juicio) Antes de que este ser de maldad pueda destruir algo en tu vida, primero habrá trabajado haciéndote olvidar de tu cubierta de oro, para poder hacer que te revuelques en el polvo de tu vieja naturaleza bajo la Ley. ¿De qué manera? Sus tácticas son incontables, pero la principal es haciéndote caer de la Gracia de Dios. ¿Recuerdas como nos caemos de la Gracia de Dios?
Ustedes, los que por la ley se justifican, se han desligado de Cristo; han caído de la gracia. Galatas 5:4
Nota que no son los que rompen la Ley los que se caen de la gracia de Dios. Aquellos que se justifican por la ley, por sus propios méritos o esfuerzos, son los más vulnerables a sus ataques. El nombre Satanas viene del hebreo Ha-Satan que significa “Acusador de los Hermanos” ante una corte legal. El usa la ley para poder acusarnos, y es su arma mas poderosa. El te hará ver en donde fallaste, o te hará sentir que no estás haciendo suficiente, y que necesitas esforzarte más. Basados en la ley, en nuestro esfuerzo, es fácil sentirnos fracasados, cortos de la gloria de Dios, despojados, lejos de su presencia. Muchas otras veces, especialmente cuando todo sale mal, cuando todo se ve mal, tratará de hacer ver a Dios como mentiroso ante tus ojos, igual que lo hizo con Adán y Eva. Por ejemplo, te dirá: “Mira, tanto que te esfuerzas, para nada” Si te amara, no estarías aquí, o no te habría pasado esto…” Todas estas formas y muchas mas el utiliza para hacerte revolcar en el polvo de tu imperfección bajo la Ley. De esta manera, caido de la Gracia de Dios, el te encontrará devorable, y es cuestión de tiempo antes que se deje ver su destrucción.
El agua de la palabra lavará tus pensamientos cuando te veas en tu nuevo espejo “Jesús”, es decir, cuando tengas consciencia de tu inclusión en Él, de su Amor y su opinión acerca de ti, hayarás tu propia pureza y perfección. Esto infundirá una nueva manera de pensar acerca de ti mismo y de los demás. Una mente renovada es una mente bien establecida en Jesucristo como nuestra identidad, de donde nuevos pensamientos, emociones, sentimientos y acciones surgirán, echando fuera los viejos. Una mente renovada es una mente fincada y fortalecida en su Gracia. Deseo que esta lectura te haya fortalecido en su Gracia.
Shalom