Si Pablo introdujo el tema del pecado en Romanos 6, no fue para hacernos mirar hacia nuestro pecado, después de habernos enseñado en los capítulos anteriores que a los creyentes Dios no nos imputa nuestros pecados, pues Dios ya se los cargó todos en el cuerpo de su Hijo Jesús, para que la Ley que les daba fuerza se cumpliera y pudiera dejarla sin efecto sobre nosotros.
Pablo habla del pecado para enfatizar en la libertad que nos ha sido dada a través de la Gracia; de hecho, las palabras de Pablo en Romanos 6:15-21 hacen un excelente trabajo describiendo los efectos de vivir bajo la esclavitud al pecado a través de la Ley, en contraste con la libertad que se encuentra a través de la Gracia.
La libertad que la Gracia nos da no es libertad para ser esclavos del pecado, el cual se acentúa al querer ser justificados por la Ley, por el contrario, la Gracia nos da libertad para decir NO al pecado y para que ninguna cosa se apodere de nosotros, sea el enojo, sea el deseo de comer o beber desenfrenadamente, el deseo de auto-destruirnos o castigarnos o el de destruir o castigar a los demás.
Por ejemplo, hay quienes afirman que no les interesa su figura o su salud, porque quieren ser libres para comer o beber lo que quieran, mas realmente no son libres, porque son esclavos de eso con lo que tratan de llenarse, y su felicidad momentánea los hará sentirse infelices, culpables, o avergonzados al experimentar los efectos de su exceso, aun cuando vivan con la actitud de “no me importa, así soy feliz” o “así nací y así estoy bien”.
Estos individuos viven entre el exceso y la culpa, entre su esfuerzo por satisfacerse sin lograrlo y su esfuerzo por ocultar sus excesos, o por deshacerse de la culpa y la condenación que éstos excesos, compulsiones o adicciones generan, sean del tipo que sean, todos los cuales son simplemente los efectos de vivir bajo la Ley.
Libre es aquel que reina o domina sobre todo tipo de esclavitud sin que nada lo domine a El.
Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna. (1 Cor. 6:12)
Bajo La Gracia, el pecado no tendrá dominio sobre nosotros. Rom. 6:14
El Pastor Joseph Prince, quien es acusado de predicar licencia para pecar por aquellos que lo malinterpretan o calumnian, continuamente cita esta frase:
‘El pecado te llevará mas lejos de lo que quieres ir, te mantendrá mas tiempo de lo que te quieras quedar y te costará mas de lo que quieras pagar”;
Sin embargo, sus predicaciones no se enfocan en el pecado, sino en el antídoto: La Gracia y la Verdad que vino por Jesucristo, por consiguiente, un servicio los domingos no fue suficiente para la iglesia Nueva Creación para poder alimentar a tantos que su nuevo edificio ya no puede albergar, aun cuando fue construido para una audiencia de casi 30,000 personas, y los testimonios de miles de personas que han alcanzado la libertad a través de su mensaje continua aumentando, no sólo en Singapur, sino alrededor del mundo.
El Apóstol Pablo nunca solapó el pecado, mas nunca lo atacó con la culpa y condenación típicos de la Ley. Estudiamos anteriormente cómo corregía a los Corintios, quienes venían de una sociedad liberal, inmoral y corrupta – haciéndoles disponible la Gracia y haciéndoles entender su nueva identidad: “¿que no sabes que eres templo del Espíritu Santo?” (1 Cor. 3:16); “¿que no sabes que un poco de levadura (La Ley) leva toda la masa?” (1 Cor. 5:6).
A pesar de lo anterior, los llama “santos”: “¿que no sabes que los santos juzgarán al mundo y a los ángeles? …(1 Cor. 6:2) Sin embargo a los Gálatas, quienes habían sido engañados a querer buscar su justificación por las obras de la Ley, les habla con mucha dureza: “Oh Gálatas estúpidos!” (Gal. 3:1)
Estas palabras del Espíritu Santo a través de Pablo, nos muestran que para Dios, es una ofensa muy grande que tratemos de vivir una vida limpia y justa por nuestros vanos esfuerzos – bajo la Ley, rechazando su regalo de Gracia, que es lo único que nos limpia, nos justifica ante El y nos hace libres.
Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tienen por su fruto la santificación, y como resultado la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Rom. 6:22-23
Habiendo estado involucrada en la industria del acondicionamiento físico y la sana nutrición, continuamente observo que aquellos que logran descubrir un nuevo “yo”, descubren que puede inspirar amor y aceptación tan solo al aprender a respetarse a sí mismos; su determinación y buena apariencia los hace dignos de admiración y y al mismo tiempo, ese nuevo amor aceptación que encuentran llega a suplantar su deseo de comer y de auto destruirse.
Desafortunadamente, el amor y la aceptación que encontramos en el mundo es condicional. Cristo nos ofrece amor y aceptación incondicional basados en una nueva identidad celestial. Solo tenemos que abandonar toda pretensión de rectitud propia, y aceptar su manto de rectitud, para que El nos vea atractivos, irresistibles y con aroma agradable. La identidad que El nos ofrece como Hijitos Amados nacidos en su reino nos hace Príncipes y Princesas. El comprender y recibir esta identidad suplantará toda falsa identidad que nos haga vivir como Hijos de sombra y de perdición.
Sin culpa o condenación las conductas destructivas cesarán, pues nuestro inconsciente ya no demandará castigo de nosotros mismos o de los demás y la satisfacción y auto-realización que experimentemos en nuestra nueva identidad, llenándonos del Pan de Vida, hará innecesario recurrir a otros tipos de esclavitud para obtenerlas, sea en la comida, en las drogas o el alcohol, o buscando el amor donde no se encuentra.
Siempre seremos esclavos de aquello que nos domine. Dejemos que la Gracia nos domine y vivamos como “esclavos de rectitud”.
Shalom