Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera. 3 Juan 1:2
Querido lector, mi objetivo esta semana es impartirte suficiente fe para conectarte con la fe de Jesús, la cual dice que todo le es posible a Él, y de esta manera recibas lo que te falte, comenzando por tu sanidad y todo aquello en lo que tú fe quiera “conectarse”.
Si has leído este blog desde el principio, ahora sabrás que todo lo que recibimos viene directamente de nuestra revelación de Jesucristo; el que tú lo veas como tu sanador, tu proveedor, tu padre amoroso, o tu protector, es lo que te va a dar la fe que necesites para recibir en cada una de esas áreas.
En el área de sanidad, existen aquellos que la reciben en cuanto oran a Dios, o en cuanto alguien ora por ellos. Más aunque esto es una prueba fehaciente del amor y del poder de Dios, un milagro instantáneo no requiere de mucha fe, por lo mismo mucha gente recibe de Jesús y se olvidan de El, muchas veces sin reconocerle jamás o darle las gracias, como fue el caso de los leprosos de Lucas 17:17.
Por lo tanto en el caso de la mayoría, Dios nos da la oportunidad de ejercitar nuestra fe con paciencia, leyendo la escritura, creyéndola y confesándola como lo vimos la semana pasada.
Muchos “incrédulos religiosos” te dirán: “Yo no voy a manipular a Dios” “Jesús nunca dijo que nunca estaríamos enfermos, o que todos sanaríamos” y ¡efectivamente! Jesús no pudo sanar a todos por la incredulidad de ellos (Mateo 13:58), así que tienen razón y ellos recibirán conforme a su fe. Por otro lado, existe aquellos que veneran la muerte como parte de su fe, pero culpan a Dios cuando su fe se materializa.
Así como la ley de la gravedad trasciende la ley de la aerodinámica que permite que los aviones vuelen, “El Espíritu de Vida” (Rom. 8:2) trasciende la ley del pecado y de la muerte, y una de las maldiciones del pecado es la enfermedad, la cual es una forma de muerte.
Tu fe conectada a este Espíritu de Vida lo hará fluir a través de tu cuerpo enfermo y reparar el daño o aun repelerlo.
Así como vimos que nuestras palabras le permiten al Espíritu de Vida” (Rom 8:2) traer en existencia las cosas que hablamos , muchas veces cuando creemos las cosas que otros hablan sobre nosotros, principalmente cuando son personas con cierta autoridad y especialmente cuando el Espíritu de Vida de Dios no está fluyendo en nuestra vida por “abstinencia” de la Palabra de Cristo, de alguna manera nuestra fe no tiene revelación de dónde agarrarse, y es ahí donde el enemigo encuentra un punto de quiebra para traernos aquello que tememos.
Por ejemplo, tenemos ciertos síntomas y alguien nos dice que corresponden a cierta enfermedad maligna, e inmediatamente el temor se apodera de nosotros; o escuchamos las noticias acerca de una epidemia, y comenzamos a sentir síntomas de tal enfermedad y nos entra el pánico; o detectamos un ganglio inflamado o un pequeño quiste que se nos formó de bebes, pero nunca lo habíamos sentido, mas de repente tememos que sea cáncer.
El espíritu de temor hará el efecto contrario en ti, queriendo extirparte de tu herencia, como Goliath intentaba hacerlo con el Pueblo de Israel, mas no contaba con que el más pequeño de entre ellos había pasado mucho tiempo a solas con su Señor mientras cuidaba las ovejas, y con esa confianza que nace de conocer el amor de su Padre, le dijo:
Hoy el Señor te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel! 1 Sam.17:46
David le habló a su problema y con esa fe en su Dios le cortó la cabeza. ¡Que gloriosa obra de
la fe en el amor de Dios! De esta manera, deja que su amor perfecto eche fuera el temor, al dejar que su Espíritu de Vida te mantenga en un estado donde la vida y la salud y no la muerte puedan fluir a través de ti, aún hacia otros,.
El no estar continuamente consciente de este amor, nos hará blanco de los ataques del enemigo. En este estado te será difícil decir: “No temeré la pestilencia que llegue de noche”.
No permitas que el temor te mantenga cautivo o atado. El temor se encuentra en la escala opuesta de la fe. Temor es fe de recibir lo malo, lo cual insulta a Dios, pues es creer que el poder del diablo de plagarnos es mayor que el poder de Dios para protegernos.
Declaremos confiados: “Señor te agradezco que tu protección divina me rodea y me causas repeler todo virus o bacteria de mí, Aleluya! Amén!… Ninguna plaga tocara mi morada… Como mis días será mi fortaleza (Deut. 33:25). No me sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará mi casa. (Salmo 91:10) y miles de bendiciones por las que estarás agradecido(a) el resto de tu vida.
El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer?
El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Salmo 27:1
Shalom.