Si leíste mi blog anterior, quizá te preguntes: ¿Acaso Dios se opone a que seamos músicos, o que tengamos un oficio, o a que tengamos riqueza?
Te recuerdo que no fue Dios quien se opuso al camino del hombre, fue el hombre el que rechazó el camino de Dios. Dios nunca ha estado en contra de nuestra prosperidad, ni en contra de las riquezas (2 Cor. 8:9). Él es dueño del oro y de la plata (Hag. 2:8; 1 Reyes 20:3). Todo lo que nos falte nos es añadido sin esfuerzo cuando buscamos dos cosas, que son una misma: el Reino de Dios y Su Justicia (Su Rectitud) (Mat. 6:33).
¿Cuál es el Reino de Dios? “El Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom. 4:17), y ¿cuál es Su Justicia? Su Justicia es simplemente la manera en que Dios nos hizo justos; Su Justicia se revela en el Evangelio de Gracia (Rom. 1:17), y nos fue otorgada por Gracia (gratis), y la recibimos a través de la fe en Jesucristo (Ef. 2:8-9;) .
Así de sencillo es creer el Evangelio. Tú lo crees y sabrás en tu corazón que eres justificado por la fe, sin las obras de la Ley (Rom. 3:28); conforme experimentes tu unión a tu Padre celestial por medio de esta fe, y continuas en su amor, conociendo lo que Él conoce acerca de ti y de los demás, continuarás recibiendo abundancia de Gracia y por la abundancia de Gracia y el regalo de Justicia (de rectitud) reinarás. (Rom. 5:12-17).
Cuando tu respondes al llamado amoroso de Jesús, Su Espíritu de Vida te conducirá a salud y a prosperidad, conforme tu alma prospere (3 Juan 1:2); te guiará por sendas de justicia (Salmo 23) a una vida abundante (Juan 10:10) y a una paz más allá de tu entendimiento (Fil. 4:7). Su Espíritu te enseñará todas las cosas (Juan 14:26), incluyendo el cómo ganar tu dinero.
Él te dará sabiduría y aun dones, pues toda buena dádiva y todo don perfecto provienen de Dios (Sant. 1:17). Tu Padre Celestial pondrá nuevos deseos y pasiones en tu corazón que Él quiere hacer realidad; su Camino te lo marcará el ritmo de Su Espíritu a través de tu fe en la Cruz de Jesús; Su Espíritu también será quien te guíe a toda verdad (Juan 16:13), conforme tú confías solo en Jesucristo y le entregas cada área de tu vida. Junto con todo ello, Él te dará contentamiento para que tu alma no sea engañada por las riquezas, ni por la falsa identidad de Babilonia.
Tristemente ese fue el pecado de Babilonia, que no fue fincada en esta fe, sino en la Ley, es decir, su fe se encontraba en su propia justicia, en su propio esfuerzo, en su propia vestidura basada en sus posesiones, habilidades o astucias, y este es el camino de Caín, el camino del mundo.
Recordarás que la amonestación a la iglesia de Laodicea fue por este pecado. Laodicea (la justicia de la gente), estaba fincada en la Ley, como lo está toda la religión, incluyendo el cristianismo de hoy. Su lámpara será apagada para siempre (Ap. 18:23).
Muchos acusan a los Estados Unidos de ser Babilonia, de hecho, la ciudad de Nueva York, que es el centro del comercio mundial, ha sido repetidamente atacada y aun destruida por Hollywood en todas las películas “apocalípticas”; mas Nueva York no ha sido destruida en una hora y aunque ya atentaron destruirla y murieron más de 3000 personas durante el ataque de 9/11, Nueva York no es responsable de la sangre de los profetas, ni de todos los que han sido muertos sobre la tierra por su fe en el Evangelio (v.24). Aunque el momento en que esta ciudad fue atacada pudo haber sido una hora, no ha dejado de existir… aunque el gobierno de esta ciudad pudiera encontrarse bajo el poder ‘pharmakeoloco’ de la mentalidad de los poderosos que la controlan, aunque hoy se enorgullezca por exterminar al no nacido y aunque muchas maldades pudieron haberse originado ahí, como la cadena de tráfico humano detrás de Jeffrey Epstein y muchos tipos de corrupción, todos los ciudadanos de Nueva York, así como los del mundo entero, ya han sido redimidos por el mismo Cristo que muchos de ellos rechazan, solo necesitan despertar a su identidad e inocencia redimidas para que Babilonia pueda caer.
Con ésto, intento reiterar que la escritura no se refiere a un lugar físico, sino como lo sugerí al comienzo del Capítulo 17, éste es un lugar espiritual, creado por la mentalidad caída y distorsionada que opone todo lo que el Evangelio comunica. Un lugar obscuro de incredulidad al Evangelio y de desafío al camino de Dios – el lugar favorito de la muerte. En este lugar, aun si te encontrarás viviendo en un paraiso, comiendo de los manjares de la tierra, me temo pronosticarte que no podrás disfrutarlo; tu identidad será una búsqueda decepcionante, no hallarás satisfacción ni contentamiento, por mucho que lo busques: en este lugar serás esclavo, trabajarás sin descanso para lograr muy poco, y todo te lo robará el diablo, aun tu salud y tu vida misma y aun después de lograr mucho te sentirás sin valor. Yo lo sé porque ahí mismo fue donde Jesús me encontró. ¡A Él la Gloria!
Mas si quisiéramos insistir que este es un lugar geográfico, además de Zacarías 5, que apunta a la colina de “Sinar”, en Iraq, Isaías 13-14 y Jeremías 50-51 te darán una idea de donde se encontrará este centro religioso y comercial del fin: en el medio oriente, aun quizá en Jerusalén, como lo sugerí antes, pues Jerusalén es el centro de la religión, la cual como te mostré a lo largo de estas semanas, es la mujer que cabalga sobre la Bestia. Esta mujer siempre se interpondrá para que la gente viva por la fe en el Evangelio de Gracia, sin las obras de la Ley.
Mas sea un lugar espiritual o geográfico, lo importante es que tú hayas creído el Evangelio de Gracia, este es el camino que te conducirá a tu descanso en Vida – una vida abundante y de calidad eterna, sin el sudor de tu frente, que fue la primera maldición de la que Jesús nos redimió cuando sudó sangre en el Huerto de Getsemaní.
En el próximo capítulo podré mostrarte que todo habrá valido la pena.
Gracia en Abundancia.
Rev. Mar. 2020