- Cubiertos de Oro
- El Altar de Bronce – ¡NO MAS JUICIO!
- El Lavatorio de Bronce – Nuestra Santidad
- El Candelabro de Oro – Jesús es la Luz
- La Mesa de los Panes – Jesús nuestro Pan de Vida
- El Altar de Incienso – Jesús, Nuestra Intercesión.
- El Arca del Testimonio – Su Gracia
- Jesús Bajó del Cielo
- En Brazos de Jesús
- El Velo – “Y Este Es Su Carne”
“Nadie ha visto jamás a Dios; pero su Hijo único, que está siempre con el Padre, nos lo ha dado a conocer.” Juan 1:18
Si has estado recorriendo el tabernáculo conmigo, has descubierto que has llegado a la presencia de Dios a través del Velo, el cual fue trozado en dos para que nada te separe del amor de Dios, como Pablo lo aseguró en Romanos 8.
Veamos ahora el recorrido que Jesús hizo al venir del Padre a rescatarnos. Este recorrido fue mostrado por Joseph Prince en su sermón, “El Salió para traernos con El”. Este recorrido puede observarse en el Evangelio de Juan, donde Jesús, es mostrado como Dios, “El que es y era desde el principio”. El día de hoy veremos como, en los primeros 12 capítulos de Juan, Jesús sale de su Lugar Santísimo hacia fuera de la cortina, para rescatar a sus ovejas que se habían perdido, y el día de mañana lo veremos regresar con sus ovejas en los últimos 9 capítulos.
Hablamos anteriormente que para venir a nosotros, al salir del Arca, que representa el Trono de Dios en el cielo, Jesús tuvo que salir por El Velo, y éste es su carne. Juan 1:14
Vemos a Jesús como nuestro Altar de Incienso quien hoy representa a la humanidad ante el Padre, y que vino a recoredarnos quienes eramos en un principio, en nuestro origen, en nuestro diseño, en nuestra semejanza; podemos percibir este incienso ardiendo continuamente durante todo su ministerio, mientras sanaba, consolaba, restauraba, proveía necesidades, y resucitaba muertos, declarando limpias a las personas.
En Capernaum, en su Sermón del Monte, Lo vemos dándole vida a la mesa de los Panes de la Propiciación, diciendo “Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás. Juan 6:35
En Juan 8:12.lo vemos dando vida a la Menorá, cuando dijo “Yo soy la Luz” . Nótese en qué momento Jesús declaró ser la Luz, justo después de haber salvado a la mujer adúltera de ser apedreada. El mostró su luz, no para avergonzar a la mujer y exponer su pecado, sino para alumbrarla con la verdad que Él conocía acerca de ella y así pudiera salir de su obscuridad, pues cuando dejamos que su luz brille sobre nosotros, lo único que el expone es la perfección de su trabajo consumado en nuestra vida, y podamos vernos en su reflejo, pues como Él es somos nosotros también en este mundo.
Esta luz admirable alumbró al ciego de nacimiento, cuando Jesús se convirtió en El Lavatorio en Juan 9:6-7, en donde “escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: —Ve a lavarte en el estanque de Silo —que significa «Enviado»—”
Con ésto Jesús estaba demostrando que ¡El mismo, el Enviado, el Creador, quien nos hizo de la tierra, estaba a punto de hacer algo nuevo, y que lo que la primera creación perdió al caerse ¡la segunda lo recuperaría!; que lo que el primer Adán falló ver, ¡el último Adán lograría ver bajo la Luz de Cristo! Y aquí nos da una muestra de cómo su redención operaría en nosotros – cuando el ciego recibió la vista al recibir el agua del “Enviado”.
Jesús es el ÚNICO que ha sido “enviado” a redimirnos y una vez que conocemos tal redención, una vez que sabemos que hemos sido lavados y purificados con la sangre de nuestro enviado y puestos en Él eternamente, recibimos la vista, y la salud y la vida misma.
Jesús bajó del regazo del Padre con el único fin de recuperar a su humanidad perdida, y llevarnos en su regazo de nuevo a su Padre, a un lugar de amor y de intimidad verdadera, de espíritu a espíritu.
En Juan 10, lo vemos como el Buen Pastor, llamando a sus ovejas por su nombre para darles vida y libertad, encontrando a sus ovejas perdidas y restaurándolas: a la mujer adultera, al hombre ciego, a todos los que estábamos enfermos y necesitábamos doctor.
Sin embargo los Fariseos no se dejaban llevar con Él, los religiosos, los que vivían creyendo que por sus propias obras, por su propia rectitud y justicia serían justificados. A ellos los llamó “ladrones y robadores”, “vívoras”, “tumbas enblanquecidas”, “hijos del Diablo”.
Llegamos a donde Jesús está a punto de convertirse en nuestro Altar de Bronce
“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Juan 12:30,
Este verso por lo general es traducido como “todos”, “toda la gente”, más el griego original dice “todo” , “todas las cosas”, todo lo que Jesús estaba a punto de cargar en la cruz: el peso de vivir como ser adámico, el estrés, el dolor, el miedo, la enfermedad, la pobreza, la maldición, la deuda, la muerte eterna. Y sabiendo que era el único camino, las cargó con gozo.
Recorramos mañana el camino de Jesús de regreso al Padre y no te olvides que en ese recorrido estabas tú en su mente.
Shalom.