Continuando con el tema de la autoridad, la Palabra nos dice:
Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella pues es para ti un ministro (servidor) de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme. Porque no en vano lleva la espada, pues es ministro de Dios, un vengador que castiga al que práctica lo malo. Rom. 13:3-4
Como lo dije anteriormente, me es difícil tratar este tema conociendo la manera en que nuestras autoridades han abusado del pueblo al que representan, especialmente al escuchar lo que sucedió con los 43 estudiantes desaparecidos, por quienes me uno en oración a sus familias. Mas por lo mismo es tan importante que conozcamos la mente de Dios al respecto.
No quiero que te confundas amado(a), esta escritura no intenta traerte de nuevo al Árbol del Bien y del Mal – el sistema de la Ley del Viejo Pacto; por el contrario, esta escritura reitera lo que nos dice 1 Tim. 1:9, que la Ley es para el rebelde, para aquel que no ha recibido la justicia de Cristo; entre ellos se incluyen muchos que usando su posición de autoridad, cometen todo tipo de atropellos e injusticias.
Sé que en este caso es difícil someterse a la autoridad, mas en Romanos 13, la palabra usada no es solo la autoridad, sino las “autoridades mas altas” (hyperechō exousia); ten la seguridad de que la justicia divina es mas alta que la autoridad del hombre y nadie se ha burlado de la misma jamás. Sin embargo, es por no entender o por no recibir la Gracia de Dios que la gente vive cometiendo infamias o siendo victima de las mismas; solo bajo la Gracia de Dios podemos verdaderamente someternos a Su Autoridad, que es por sobre toda autoridad y solo conociendo Su Gracia podremos entender Su Amor inmenso e incondicional por sus criaturas y recibir Su Justicia y su cobertura de protección.
Es porque el hombre no vive bajo la Gracia de Dios que necesita una ley que nos diga “deja cruzar al peatón”, o “no te estaciones en la entrada del vecino”, o “no trates con crueldad a los animales” o mucho menos a otros humanos, aun sean tus propios hijos; tristemente, cuando vivimos bajo la Ley, la seguimos por temor al castigo y no por amor a los demás, que sería la única manera en que crímenes como éste no se cometerían jamás, y esto solo puede suceder viviendo bajo la Gracia o bajo el Espíritu – pues es la Ley del Amor.
Así es amigo(a), la crueldad del hombre sin Dios no tiene límites y en este caso te das cuenta que la religión no los detiene, por el contrario, estando bajo la Ley o la religión, la maldad se manifiesta y se reproduce sin esfuerzo, pues la Ley es la fuerza del pecado (1 Cor. 15:57)
Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Rom. 13:5
Pablo no se refiere a la consciencia de pecado, se refiere a la consciencia hacia los demás. El hombre, consciente o no, vive bajo los dictados de su consciencia. Bajo la Ley del Viejo Pacto, la consciencia nos acusará siempre, pues bajo esta Ley todos somos culpables ante Dios, ya que nadie puede cumplir la Ley al 100%, lo cual era la única manera de ser inocentes delante de Dios. Jesús fue el único que pudo cumplir la Ley al 100% y por ello, estando en El, somos inocentes ante Dios, y cuando impregnamos nuestra consciencia de esta verdad que nos dice que somos su Rectitud, nuestra consciencia estará en paz con Dios y con los demás, y lejos de vivir como malhechores, viviremos como inocentes – rectos ante Dios, siendo de bendición y no de maldición para aquellos a nuestro alrededor.
Sin embargo, al final del día, tu consciencia revelará lo que crees en tu corazón y vivirás de acuerdo con ella, como inocente o como culpable; esto es simplemente lo mismo que hemos estado aprendiendo, ¿vivimos bajo la Ley o bajo la Gracia?
Nos encontramos rodeados de gente que vive de acuerdo al sistema de creencias del mundo, el árbol del bien y del mal, el que hizo caer a Adan, un prototipo de la Ley del Viejo Pacto, un sistema basado en la habilidad humana para cumplir las expectaciones de Dios, de los demás y de ellos mismos, basados en su propia fuerza y en su propio entendimiento de lo que es bueno o malo, de lo que es valioso o sin valor.
Este sistema, lejos de sostener el mundo, fue la causa de su caída y es responsable de todo el dolor que existe en el mundo, de toda masacre y asesinato, de toda guerra e injusticia, de la enemistad entre grupos étnicos, y aun entre familias, pues está basado en una identidad falsa, una identidad basada en lo que somos por lo que hacemos o por lo que tenemos, y resulta que ésto que hagamos o tengamos nunca será suficiente. Por lo mismo, siempre nos dejará sintiéndonos endeudados o defraudados y pondrá a los demás en deuda con nosotros, privándonos de sentirnos satisfechos con los demás.
La buena noticia es que el paso al Árbol de la Vida ya quedó abierto a todos los hombres. Este árbol está lleno de frutos de vida y de amor que no se agotan y que tampoco se pueden comprar por el sistema de la Ley. Este árbol produce en muchos de nosotros el deseo de amar, de dar sin recibir, a esperar lo bueno aun sin ganarlo o merecerlo porque ya nos fue provisto por el mérito de otro – Jesucristo.
Esta continua fuente de amor y de vida nos permite sentirnos amados y aceptados, al grado que podemos dejar de buscar amor y aceptación de otras fuentes donde no existen, y nos pone en paz con los demás al conocer su verdadero valor. Sin esfuerzo alguno dejamos de buscar defecto en los demás pues los vemos como los ve nuestro Padre, dejamos de pelear pues ya no estamos buscando probar nada y podemos llegar a ser felices sin poner esa demanda en los demás.
Se astuto como serpiente, pues vives en medio de lobos, e inocente como paloma, pues Jesús ha llevado tu culpa, y por causa de Jesucristo Dios no ve más pecado en ti. Eres la rectitud de Dios en Cristo.
Shalom.