La Cuna de la Fe

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La semana pasada nos introducimos en Apocalipsis 11,  el cual se encuentra intrínsecamente  ligado con el Salmo 11 y con Zacarías 4, así como con Ezequiel 40:49, debido a la mención que estos dos últimos hacen acerca  de dos testigos que fueron  representados como dos olivos y dos velas  fuera del templo.  Estas dos velas, añadidas a la Minora en el Lugar Santo del Tabernáculo, resultan en el candelabro de 9 velas que se usa durante Hanukah.    Todo ésto para soportar mi argumento de que este capítulo se refiere a los Judíos, quienes se cree que serán los ‘evangelistas’ del tiempo de la Gran Tribulación.   Te pido te refieras a mis dos mensajes de la semana pasada para que te sintonices a este mensaje.

Leemos en este Capítulo que estos dos testigos testifican del poder de Dios  y de la veracidad y fidelidad de Su Palabra – Jesucristo – la Palabra hecha carne, a quien  los judíos desecharon; sin embargo, algunos creen que estos dos testigos aparecerán ‘en persona’ para testificar de nuevo, a base de señales  poderosas, así como sucedió durante el Viejo Testamento delante de Faraón,  o delante de los brujos de Balam,  o delante de todos aquellos que permanecieron  incrédulos hasta la muerte. Si el significado de ésta escritura fuera para nuestro tiempo, y estos testigos fueran literalmente los antiguos Moisés y Elías,  sería una contradicción que Dios los hubiera preservado en un cuerpo mortal, pues    lamentablemente,  aquí leemos que les harán básicamente lo mismo que a Jesús y a todos los profetas y apóstoles, de acuerdo a lo que la escritura nos dice:

Cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará.  Sus cadáveres estarán en la calle de la gran ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado Gente de todos los pueblos, tribus, lenguas, y naciones, contemplarán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sus cadáveres sean sepultados.  Ap. 11:7-9

 Mi primera observación al leer esta escritura, es que ésto ocurrirá en la ciudad donde “Su Señor fue crucificado”,   mas no se refiere a esta ciudad como Jerusalén, que significa “Ciudad de Paz”,  sino que le llama “Sodoma”, que significa “arder”,   y también Egipto. …  ¿y qué significa Egipto?

Egipto es el hebreo Mitsrayim, que significa  “doble matsowr” (doble sitio o doble atrincheramiento);   a su vez,  matsowr viene de la  raíz primitiva “tsuwr “  que se utiliza en la Biblia como:

  1. Atar, sitiar,  confinar,  atiborrar,  asegurar por la fuerza, cerrar o encerrar.
  2. Mostrar hostilidad hacia un adversario, tratar como enemigo,
  3. Formar, o delinear,

Esta es la manera en que Juan vio  a Jerusalén durante el tiempo de esa profecía.  No la vio como Ciudad de Paz, sino como una ciudad ardiente y doblemente sitiada,  doblemente confinada por sus enemigos,  los descendientes de Ismael y los de Esaú;  tal y como ha permanecido desde 1967, cuando fue recuperada por Israel durante la guerra de los 6 días.  Si interpretamos este evento profético, descrito a finales del siglo primero de nuestra era, para indicar el tiempo presente, es asombroso como semeja nuestra generación y los eventos actuales con tanta precisión que es difícil creer en la incredulidad.

Jerusalén  ha sido la ciudad más disputada de toda la historia.  ¿A qué crees que esto se deba?

Desde la primera mención de estas dos ciudades juntas es Gen. 13:10,  donde es descrita   “como el Huerto del Señor”, ya era un lugar grandemente codiciado,

Y alzó Lot los ojos y vio todo el valle del Jordán, el cual estaba bien regado por todas partes (esto fue antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra) como el huerto del Señor, como la tierra de Egipto rumbo a Zoar.

Sin embargo,  no es la abundancia de la región lo que la hace codiciable hoy,   sino el hecho de que es el lugar donde  la Abram nos hizo ‘herederos por la fe’,   lo cual arruinó el plan del diablo para la humanidad.   Fue en este mismo lugar donde Abram  creyó  el evangelio, por lo cual Dios “cortó pacto” con Abram  pasando como columna de fuego entre las mitades de los animales que le dijo a Abraham que cortara,  mientras Abram dormía (Gen. 15).

Esto sucedió inmediatamente después de que Abraham recibió el vino de Melquisedec,  en el valle de Save,   que es hoy Jerusalén.   Por cierto,  Save (Shave en hebreo),  significa  “ponerse al mismo nivel”;  su raíz primitiva “shava”  significa: “ponerse de acuerdo”,  o “volverse como”,  “parecerse a”,  “transformarse en”….  (recuérdalo).

Así mismo,  fue en el Monte Moriah, en Jerusalén,  lo que es hoy el Monte de los Olivos,  donde Abraham llevo a cabo la “obra de su fe”  al acordar  entregar a su único hijo, Isaac,  como sacrificio, a petición de Dios, (por cierto, ésta fue la primera mención de la palabra ‘adorar’),  aunque Dios solo estaba queriendo darle  a Abraham una clave de lo que Él mismo haría.

Dios no permitió que Abraham entregara a su hijo, más El sí lo hizo,  nos entregó a su Hijo Unigénito – Jesucristo   justamente en Jerusalén,   y con ello nos puso al mismo nivel, pues no hay más griego o judío (Gal. 3:28,  Rom. 10:12; Col. 3:11),  sino ¡una nueva creación en Cristo!  (2 Cor. 5:17)  ¡Él nos ha hecho como Él!,  (1 Juan 4:17) en su imagen y semejanza nos ha restaurado, y al contemplarle (como en un espejo, es decir,  al reconocerle en nosotros) ¡somos transformados en su imagen – como Él es, por Su Espíritu!) !  (1 Cor. 3:18)   ¿No es ésto maravilloso?  

¿No sería aún  más maravilloso sí todos los grupos étnicos que se encuentran luchando por igualdad o supremacía, pudieran entender la lógica de Dios y pudieran ponerse de acuerdo y dejaran de esforzarse por obtenerla con violencia?

Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la Ley, sino por medio de la justicia de la fe Porque si los que son de la Ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa. Porque la Ley produce ira, pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión.

 Por eso es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la posteridad, no sólo a los que son de la Ley, sino también a los que son de la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros Como está escrito: “Te he hecho padre de muchas naciones,” delante de Aquél en quien creyó, es decir Dios, que da vida a los muertos y llama a las cosas que no son, como si fueran.

Rom. 4:13-17

Por último, fue en el Monte de los Olivos donde muchos creyentes  vieron a Jesús ascender al cielo,  (Hechos 1:9-12)  y donde muchos creyentes y no creyentes, al parecer, le verán descender a su regreso  (Zac. 14:3-5)  cuando los dos testigos, según este capíitulo, terminen su misión.    De ello aprenderemos el próximo blog.

Shalom.