Llegó el momento de tocar uno de los temas más discutidos de la Biblia: ¡El juicio de Babilonia La Grande, La Madre de las Rameras y de Todas las Abominaciones! El séptimo ángel se refiere a ella como una mujer sentada sobre muchas aguas (Ap. 17:1), siendo las aguas símbolo de muchos “pueblos, multitudes, naciones y lenguas” (Ap. 17:15) y ¿quien es esta mujer?
“La mujer que viste es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra.” Apocalipsis 17:18
Sabemos que Babilonia fue una ciudad en la antigua Mesopotamia. De hecho, Babilonia es la ciudad más citada en la Biblia, después de Jerusalén. Mientras que Jerusalén -“Ciudad de Paz”, es continuamente citada como “Ciudad de Dios”, “Ciudad del Señor”, y en muchas escrituras es referida como un lugar Celestial, Babilonia, por el contrario, representa todo lo que es terrenal; este fue el lugar donde el esfuerzo del hombre “prosperó” en su máximo esplendor, fuera de su lugar de descanso, y llegó a ser una de las civilizaciones más destacadas de la antigüedad.
Curiosamente, el agua que regaba este lugar de descanso llamado Edén, que significa “placer, deleite o lujo” , parece haber formado los mismos ríos que hicieron de Babilonia la ciudad más fructifera de la antigüedad, el Río Hedekkel, o Tigris en el griego, que significa “rápido”, y el Río Éufrates, que significa “fructífero”.
Babilonia llegó a convertirse en el centro político, religioso y cultural del mundo de aquel entonces. Fue símbolo de gloria y esplendor, abundancia y progreso; muchas de sus aportaciones aún son parte de nuestra vida diaria, como nuestro calendario, nuestro sistema legal y de justicia, nuestro sistema de educación basado en “excelencia académica”, nuestro sistema numérico, la astronomía, la agricultura, aun el sistema económico y muchos otras cosas, tales como algunas religiones que aún se practican en la actualidad.
Su primera mención en la Biblia se refiere al fundador de Babilonia, Nimrod, “cazador poderoso”, cuyo nombre significa “rebelión” o “el valiente”. El fue descendiente de Ham, hijo de Noé (Gen. 10:8), y en Gen. 11 una torre dedicada a “alcanzar las alturas” fue construida en Sinar, de donde Nimrod era rey; sin embargo, esta torre no fue terminada debido a que Dios confundió su lengua y de aquí fue tomado el nombre de la torre Babel – confusión por mezcla, de donde surgió el nombre de la ciudad.
Esta civilización solo existió 1300 años aproximadamente, y su destrucción fue profetizada en varias citas del libro de Isaías (Cap. 13, 14, 17, y otras más), mucho antes de que esta ciudad destacara.
Sin embargo, en el Nuevo Testamento, al final de los tiempos, la Biblia se refiere a esta ciudad como “La Gran Ciudad”; (Megas polis), y no solo eso, sino que sugiere que esta gran ciudad y Jerusalén podrían tratarse del mismo lugar, como nos lo muestran estas citas:
Sus cadáveres (de los dos profetas) estarán en la calle de la gran ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Ap. 11:8
La gran ciudad quedó dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron. Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios para darle la copa del vino del furor de Su ira. Ap. 16:19
Te preguntarás ¿Que tiene que ver “La Ciudad de Paz”, con “Confusión por mezcla”? Sabemos que geográficamente estas dos ciudades no estaban en el mismo lugar, pues los hebreos fueron llevados cautivos de Jerusalén a Babilonia. Por otro lado, Dios hizo salir a Abraham de Babilonia, llamada “Ur” durante la Dinastía Caldea, para llevarlo a la tierra que Dios le daría, la cual se encontraba en el mismo lugar donde Abraham recibió pan y vino de mano de Melquisedec, en Jerusalén (Gen. 14); de hecho, el diezmo que Abraham le pagó a Melquisedec era una de las leyes babilónicas, que requería de todos los caldeos, desde el rey hasta el siervo, el pago del 10% para sus dioses (The Avalon Project).
Lo anterior indica que estas escrituras no se refieren precisamente a un punto geográfico, sino a un lugar espiritual en donde habita el mundo de confusión que tenemos hoy, el cual ha sido fincado en los sistemas babilónicos, tanto de gobierno, como el religioso, que son los sistemas favoritos del diablo, y si has leído este blog lo suficiente, entenderás por qué.
De hecho, estos mismos sistemas, tanto el religioso – Los fariseos, como el de gobierno – el Cesar; fueron los responsables del juicio y crucificción de nuestro Señor Jesús en Jerusalén, así como de la muerte de tantos mártires inmediato a su muerte y resurección; estos sistemas continuaron su misión hasta los días de la Gran Inquisición, siendo el sistema religioso “el acusador” y el sistema de gobierno el ejecutor y este será el mas grande de sus delitos.
Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los testigos de Jesús. Al verla, me asombré grandemente. (v.6)
Por cierto, el número de nuestro Capítulo en estudio es el 17, que en el hebreo es Yod Zayin y es representado con una mano y una espada, por lo que simboliza “Victoria”. Así es amado, la Buena Noticia de este capítulo es que la victoria sobre el sistema babilónico la obtuvo Jesucristo, Él nos hizo descansar de nuestras obras, de tener que destacar o hacer algo para definir nuestra identidad, de tratar de ganar siempre, de tratar de no fallar, de tratar de esforzarnos tanto para obtener tan poquito. Jesús se esforzó para darnos su valor de Oro, a precio de Plata, el ganó, no falló y por su esfuerzo lo obtuvimos todo. En el Capítulo 17 este enemigo será puesto por debajo de nuestros pies.
Continuará
Gracia y Paz en abundancia.
Rev. Marzo, 2020