- La Docencia de la Adolescencia
- Misión no Imposible
- Recordando quienes Somos
- La Gracia al Rescate
- Gracia en Acción
- La Desgracia de la Falacia
- La Gracia y la Verdad
- La Contienda del Universalismo
- La Gracia es Suficiente para Todos
- La Injusticia Original
- La Sangre de Abel
- La Justicia Divina
- La Sangre de Jesús
- El Apocalipsis de los Hijos de Dios
- Imagina con la Fe de Dios
- El Mensaje de La Cabaña
- El Juicio de La Cabaña
- Descanso para Nuestros Adolescentes
- Motivación para Nuestros Adolescentes
- Liberando a nuestros jóvenes
- Libertad y Paz para el Adolescente
- Sexualidad Redimida
- Mentiras que Creemos
- Verdadero Amor y Aceptación
- El Amor Verdadero
- La Regla de Oro
- Amor Paternal
- No Mas Orfandad
- Generación Salva
Gracias por regresar a este estudio de cómo ministrar a los adolescentes y si te preguntaras cuándo te voy a decir cómo hacerlo, quiero decirte de antemano que si yo pudiera ofrecer un manual o un instructivo, estaría yo ofreciendo ‘la Ley’, mientras que lo único que busco es derribar las creencias que han sido fincadas en malentendidos o falacias y que les robarán a nuestros jovenes la vida de resurrección que Cristo nos ofrece a todos.
Una de estas creencias es nuestra idea de justicia que mencioné en mi blog anterior y que quisiera retomar esta semana, porque siento que es la clave para entender el amor de Dios y su Gracia. Me temo que aun algunos de los ’gigantes’ de la Gracia necesitan entenderlo, de lo contrario solo estarán fundando ‘una religión mas’ basada en una teoría mas y créeme amado(a) que ya no necesitamos mas religiones ni mas teorías, las que tenemos ya casi aniquilan a la humanidad.
Este entendimiento nos explicará por qué la paternidad, al menos la antigua, estaba basada en tanto castigo, en tanta dureza y en ocasiones crueldad. Yo conozco un caso de una hermosa mujer cuya abuela la amaba grandemente; habiéndose hecho cargo de ella desde corta edad, para corregirla o disciplinarla se servía de la escoba, el cucharón, ‘la chancla’ ¿quién no conoce la chancla de entre los mexicanos del milenio anterior? ¿O acaso aún se utiliza en este milenio? Ella narraba que aunque nunca conoció el cuidado amoroso de un padre, si conoció ‘su ira’ a través de aquellos varones en su familia que sólo para golpearla fungían como tales. Mas comparado con su vida al lado de su madre, ella se consideraba ‘bendecida’ y se sentía muy agradecida.
Su madre dejó de ofrecerle un hogar estable cuando se casó con un hombre violento, quien aunque ganaba buen dinero, si ella no iba a esperarlo al final de su jornada, él lo derrocharía todo en la cantina y llegaría a su casa totalmente ebrio y sin su paga, a golpearla si ella se atrevía a reclamarle, a destruir lo que ella tenía y a amenazar a sus hijos, quizá también a golpearlos, por lo que todos fingían dormir cuando él llegaba, frecuentemente sin poder comer, y cómo ir a trabajar y dejarlos solos por una paga que tampoco los alimentaba.
Su madrecita entonces tuvo que buscar maneras de alimentar a sus pequeños, tallando ropa para otros, o en ocasiones enviando a sus pequeños a solicitar de sus vecinos pan duro para ‘moler’, el cual comerían recalentado y remojado en cafe negro, historia que ellos con humor recordaban por el cántico de uno de ellos antes de dormir: ‘mi pan y mi cafe’.
Aunado al drama de estos pequeños se encontraba su tez y cabello claros, por lo que en un país donde el gen moreno es predominante, no eran aceptados en los dispensarios de beneficencia para los pobres, a donde ellos llegaban con aseo impecable, por lo que eran rechazados por “no tener tanta necesidad”.
A lo largo del tiempo, su padre dejó de embriagarse y se dedicó el resto de su vida a ser un hombre responsable, trayendo dinero a casa para que ellos pudieran comer bien y obtener cierta formación académica que les ayudara a superarse; de esta manera esta esposa y estos niños continuaron su vida sostenidos por su buen sentido del humor, su gran amor entre si, su esfuerzo por superarse y su fe religiosa.
Sin embargo, nada de lo anterior, ni aun el esfuerzo de su padre por enmendar su vida y hacerles bien, ni su nueva prosperidad, ni los muchos momentos felices que vivieron después, les dio la habilidad de olvidar, ni de perdonar, ni de sanar su alma rota, ni de hacer salir de ellos todos los sentimientos o emociones destructivos, como la ira, el enojo, la amargura, la culpa, etc. que ellos ocultaban detrás de su gran sentido del humor, y que descargaban de diferentes maneras, contra si mismos o contra los demás.
Ciertamente, su padre no pudo ‘reparar’ estos daños, ni dejar de ‘pagar’ por ellos, convirtiéndose en su vejez en receptor de todo lo que sembró en ellos de pequeños, y llegando a su muerte con un final triste que muchos consideraríamos el final esperado en cualquier película o telenovela – ‘el final de los impíos’.
Ese sentimiento que nos hace sentirnos satisfechos y nos deleita con cada final feliz para el que consideramos merecedor o con uno cruel y desgarrador para el villano, desde luego, antes de ir al infierno … y a esto lo llamamos la “justicia de Dios”, mas en la religión hindú se llama “Karma”, y en la religión de los griegos se llamaba “Catarsis”.
Mas éste no era el pensamiento de los griegos solamente, esta necesidad de castigo, de venganza y retribución provino del Arbol del Bien y el Mal, milenios atrás, y ¿en qué consistía este árbol? …. Exactamente, ‘en juicio’, pues necesitamos hacer un juicio para juzgar cual es el bien o el mal, de acuerdo a la versión del ‘bien y mal’ de cada quien, mas ¿quien lo determina? ¿La religión?, ¿la cultura? ¿La Constitución de cada país? ¿el gozo o el dolor causado?
En mi blog anterior hice referencia a otro que escribí durante el estudio de Gálatas 3 al que quiero referirte para hacer más fácil lo que explicaré en el próximo.
Shalom y Gracia en Abundancia.
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