Si has seguido mi publicación habrás notado mi uso continuo de la frase el “Verdadero Evangelio”. De igual manera, si te has estado edificando en el Verdadero Evangelio, has comenzado a reconocer a aquel que no lo es. Tristemente, parte de la estrategia es el atribuir falsedad al Verdadero Evangelio de Gracia, por ser demasiado “bueno”.
Si un ser de otro planeta pudiera convertirse en tu doble, pretendiendo ser tú, imitando tu voz y tu personalidad, como sucede en las películas de ficción, ¿cómo podrías comprobar que tú eres tú? Así mismo, El Evangelio de Jesucristo ha sido también personificado por un doble que afirma ser el verdadero, más aquellos que lo usurpan, aunque logran reproducir señales y muchas obras, sus ovejas están enflacando, enfermando y muriendo mientras son “trasquiladas”.
Esos lobos con piel de ovejas se atreven a clamar que nuestro verdadero Evangelio de Gracia es falso y acusan a los que lo anuncian como falsos profetas o maestros desde el tiempo de Pablo, mas fue Pablo quien pronunció una doble maldición para aquel que no predicara el Verdadero Evangelio que revela la rectitud de Cristo y su Gracia. (Gal 1:6-9) Felizmente, este Evangelio no sólo le fue dado a Él, sino que es el tema central de toda la Biblia.
Uno de los versos más usados para estrechar el camino es este:
“Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición (destrucción), y muchos son los que entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Mat 7:13-14
Jesús mismo, dador de la Gracia habló estas palabras; ¿no acaso el mismo Cristo resucitado fue quien le mostró a Juan esta visión en Rev. 7:9?
Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos.
¿Acaso la Biblia se contradice? Veamos:
Jesús estaba sentado en la cima del monte que hoy se conoce como “Las Beatitudes”, a la orilla del Mar de Galilea, donde la acústica del lugar permitía que su voz llegara a más de 5000 personas presentes, entre los cuales se encontraban los Escribas y Fariseos, quienes buscaban la manera de deshacerse de Él. Si lees desde el Capítulo 5 de Mateo, te darás cuenta de cómo Jesús usa la Ley para exhibir a estos “Maestros de la Ley”.
Como lo he explicado en la sección de la Ley, Dios dio la Ley para mostrarle al hombre su inhabilidad en seguirla, y que el hombre pudiera reconocer su necesidad de un salvador frente a sí mismo y frente a Dios, más los fariseos eran demasiado orgullosos para poder reconocerlo, y presumían seguirla, demandando que los demás la siguieran, cuando ellos en realidad solo lo hacían en apariencia.
Y es que la Ley no solo alumbra las acciones, sino los pensamientos y las intenciones del hombre en su corazón. Por tanto Cristo vino a levantar la Ley a la altura de su significado, el cual ellos habían rebajado a un nivel “tolerable”; por lo mismo, a través de Su Sermón nos damos cuenta de cómo Jesús usa las prácticas de estos Maestros de la Ley, para mostrarle al Pueblo como se engañaban a sí mismos. Entre más rápido estamos dispuestos a reconocerlo, más rápido recibimos su Gracia.
Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y Fariseos, no entrarán en el reino de los cielos. Mat. 5:20
Tomate tu tiempo para leer el Sermón del Monte, más teniendo en cuenta que en esa ocasión Cristo aún no había sido crucificado, y por tanto Él estaba exaltando la Ley, por lo mismo dijo:
“No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta que toda se cumpla. Mat 5:17-18
Esta ley fue cumplida en su totalidad y quedo clavada al madero por Jesús:
Habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Col. 2:14
La sentencia de muerte fue llevada por El y con su resurrección sabemos que el pago fue finiquitado y aceptado, por tanto nosotros:
“…hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad (lo que es nuevo) del Espíritu y no en el arcaísmo (lo que es viejo) de la letra. Rom 7:6
Veamos a que puerta Jesús se refería, y descubramos lo que se ha perdido en la traducción:
La palabra griega usada como puerta en este pasaje, es “pylē” y podría traducirse como “Zaguán”, “Reja”, o Entrada, la cual para los judíos era lugar de “juicio”, lugar de apedreamiento, lugar de muerte. Recordamos como Salomón se sentaba a juzgar a la Entrada del Templo (1 Reyes 7:7), al igual que Lot lo hacía a la Entrada de Sodoma, (Gen 19:1); y todos los que se encontraban a la Entrada de la ciudad eran los ancianos, los jueces y los Reyes (Josué 20:4; 2 Sam 18:4; 19:8; 2 Reyes 23:8; etc.)
Por tanto Cristo estaba usando la puerta del Juicio para ilustrar la Ley, para confrontar a aquellos que enseñaban que a través de desempeño y esfuerzo podían quedar bien con Dios, y obtener su favor siguiendo la Ley, pues ellos mismos no podían seguirla.
Esta Entrada no es la misma palabra usada para la “Puerta de las ovejas”, la cual es thyre .
Entonces Jesús les dijo de nuevo: “En verdad les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de Mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón sólo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:7-9
Como Jesús nos hace ver, esta puerta es un lugar de descanso, de frescura, de vida en abundancia; es un lugar de misericordia, de paz, de provisión, de salvación. Es la entrada a Su Gracia.
El Zaguán – La Entrada era sólo para el pueblo judío, no para gentiles; por el contrario, la puerta era únicamente para el Sumo Sacerdote, quien solo entraba por esta puerta para ofrecer la Sangre y el incienso. Es un lugar de redención, de perdón de pecados; es un lugar de Comunión con el Espíritu Santo. Jesucristo es ese Sumo Sacerdote de la orden de Melquisedec, quien sólo bendice y no maldice; en El todo juicio quedó exhausto, por tanto debes saber que esta Puerta es sólo de Esperanza.
Entremos diario por el acceso que Jesús nos proveyó a través del velo, su Cuerpo entregado por nosotros para el rescate de muchos.
“En verdad les digo, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador”. Juan 10:1
Él no puede ser engañado.
Shalom