Debido a la reciente tragedia que azotó un hogar cercano a mi corazón, misma que azotó mi propio hogar hace 30 años, mi corazón encontró cierta turbulencia antes de poder entrar en el descanso del Señor. Por lo general, la tragedia nos rodea sin afectarnos más allá de un sobresalto repentino y pasajero, y volvemos a nuestras labores nunca creyendo que algo así pueda tocarnos de cerca. Curiosamente, cuando esto nos llega a ocurrir, nos sorprendemos de que no éramos inmunes, y no dejamos de preguntamos “¿por qué a mí?” durante los años o décadas siguientes, sin poder jamás encontrar la respuesta.
Es importante recordar durante estos momentos que la tragedia no viene de Dios, y que El nunca permitirá este tipo de cosas para castigarnos, enseñarnos una lección o para saber cuánto lo amamos. Es el príncipe de este mundo quien siempre andará “Como león rugiente, buscando a quien devorar”. Nuestro Padre nos dio en su Palabra todas las respuestas y en ella podemos encontrar todo lo que nos falte, incluyendo protección y pronto auxilio en la aflicción.
Hemos estudiado en ocasiones anteriores acerca de la aflicción y algunas maneras de evitarla; hemos aprendido acerca de cómo pelear la guerra espiritual, y cómo podemos evitar ser “devorables”. Sin embargo, nuestras creencias juegan un papel muy importante en la manera en que el enemigo intente devorarnos, por lo mismo es de extrema importancia que creamos la verdad, pues todo lo que recibimos es por la fe. Por consiguiente, si nuestra fe ha sido mal guiada los resultados pueden ser adversos. Esta verdad no necesariamente radica en los hechos o acontecimientos del mundo, ni en los descubrimientos científicos, ni en nuestro conocimiento o experiencias pasadas, o aún en nuestras circunstancias, sino en la verdad establecida en la Palabra de Dios, la cual es inmutable, infalible y eterna.
Por lo anterior, me gustaría compartir contigo ciertas reglas de interpretación Bíblica que te ayudarán a tener la fe correcta, cuando aquellas dudas que nos impedían recibir las promesas de Dios sean disipadas con la luz de Su Palabra. Algunas de estas reglas ya las conoces, pues las he ido mencionando a lo largo de esta publicación. Por tanto, si esta enseñanza te parece repetitiva, te servirá como repaso para que reafirmes tu fe en la misma.
Por hoy solo recordaremos que La Verdad que nos hará libres es la verdad del Nuevo Pacto, y que esta verdad vino acompañada de la Gracia, (Juan 1:17) y que esta Gracia es nada menos que nuestro Señor Jesucristo. Su Evangelio de Gracia es el verdadero Evangelio, aun cuando parece como un nuevo “fenómeno” debido a que lo que conocíamos como el evangelio, estaba adulterado y por lo mismo carece de poder.
Sin embargo, nuestra confianza está en la Palabra de Cristo, y aunque Su Palabra nos previene acerca de los falsos profetas y maestros, de engañadores disfrazados como “ministros de luz”, y acerca de las falsas doctrinas o enseñanzas de demonios, de la misma manera nos confirma cuales son estos engañadores y estas falsas enseñanzas. Puesto que existen muchísimas escrituras acerca de los mismos, las dividiremos en dos grupos principales:
Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre ustedes, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró (los rescató), trayendo sobre sí una destrucción repentina. 2 Pedro 2:1
Aquí Pedro claramente nos dice quiénes son estos falsos maestros: aquellos que niegan al Señor que los compró. Quien es este Señor? Jesús. Negar a Jesús tiene múltiples formas: Aquellos que niegan su deidad, o niegan su sacrificio, o niegan la efectividad de su trabajo consumado, su resurrección; o aun su existencia misma; aquellos que no lo confiesan ; aquellos que predican contra Jesús o su sacrificio. ( Juan 4:1-3 ; 2 Juan 1:7; etc)
Sin embargo, la sutileza usada en nuestros días es que el nombre de Dios es usado, y también el de Jesús, y aún cuando la crucificción se predique y se utilice la palabra “Gracia” como cliché, el enfoque es quitado de Jesucristo, y poder del evangelio es neutralizado al depender del desempeño del hombre, de su obediencia y de la rectitud que pueda alcanzar por su entrega, y no del trabajo consumado de nuestro Señor Jesús en la Cruz. De esta manera se minimizan el poder transformador y santificador de Su Gracia, al ser adulterada con la Ley, o aun sujetando la Gracia por debajo de la Ley.
Por esta misma causa, la gente no puede tener la fe que necesita para recibir su herencia, o aun para dar los frutos del Espíritu, pues el Espíritu solo opera bajo la Gracia. Gracia es Favor Inmerecido, por tanto la auto-justificación por medio de la Ley causa que la gente queda separada de Cristo al caerse de su Gracia, y Cristo queda sin efecto. (Gal. 5:4).
Recuerdo cuando un mormón comenzó a asistir a cierta iglesia a la que yo asistía, traido por su novia, quien quería convertirlo al cristianismo, y por poco lo logra, pues él estaba sorprendidísimo de que su evangelio y el nuestro eran idénticos, lo cual le dio a ella la “paz” de convertirse en mormona. Sin embargo su novio nunca quiso recibir a Jesucristo como su salvador. ¿Para que necesitamos un justificador cuando nosotros podemos justificarnos solos?
Las formas en que se niega a Jesús son muchísimas. (Deut. 13:1-4; Rom. 2:15, 20-24; Rom. 16:17-18; Mat 7:1-5 & 15-16; 2 Juan 1:10-11; Col. 2:8; 2 Tim 4:3-4; 1 Tito 1:10-13; Rev. 2:2 y muchas más) También existen muchos que promueven otros caminos, otros nombres, otros intercesores, otros maestros, otros profetas, en lugar de Jesús. Mas son demasiados para poder ocuparnos de ellos.
Por consiguiente, alguien que exalte a Jesús, solo a Jesús y a nadie mas que a Jesús y su obra consumada en la Cruz, alguien que predique Su Gracia sin adulterar, del poder de su Sangre, de su obra redentora y principalmente de la Rectitud y Santidad que El nos da como un regalo y no por nuestras buenas obras, lejos de negar a Jesús, ¡lo está glorificando! A ellos escucha, y huye de todo aquel que te diga lo contrario.
Porque en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivira Rom. 1:17
Shalom.