La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. Juan 1:17
Sé que el tema de hoy es uno que hará fruncir el ceño de muchos espíritus religiosos, así que pido la ayuda del Espíritu Santo para que nada de lo que yo diga prevalezca y que lo que su palabra dice prevalezca por sobre toda palabra contraria. Por lo mismo me tomaré mi tiempo en el tema, y te pido te tomes tu tiempo para escudriñar la escritura, pidiéndole a Dios en oración que te abra los ojos a ver su verdad. Te pido que tengas tu Biblia a la mano para que cheques en ella todo lo que te voy a mostrar hoy y la siguiente semana.
Ayer te mostré que la Ley es el arma del diablo. La razón por la cual el diablo aún usa la Ley de Moisés, la cual pertenece un pacto que ya es obsoleto (Hebreos 8:13), es porque ésta trae consciencia de pecado en el Pueblo de Dios, alejándolos de Él:
La ley es apenas el contorno de los bienes venideros, y no su imagen real. Por eso jamás podrá hacer perfectos a los que cada año se acercan a Dios para ofrecer los mismos sacrificios. Si en realidad pudiera, entonces los que rinden este culto, una vez limpios, dejarían de ofrecerlos, pues ya no tendrían más conciencia de pecado. Pero con estos sacrificios, cada año se hace memoria de los pecados, porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Hebreos 10:1-4
Nuestro máximo sacrificio ha sido ofrecido – Jesús, Su Sangre (y no nuestros esfuerzos) es lo único que podía hacernos limpios ante El. Es de esperarse que una vez limpiados con Su Sangre, de acuerdo a lo que dice nuestro versículo, ya no debía haber consciencia de pecado. En el contexto de lo que acabamos de leer, Pablo así lo asegura a sus hermanos hebreos refiriéndose a tal consciencia como “mala consciencia” o “consciencia culpable”, en el versículo 22.
“entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.” Hebreos 10:22.
Más irónicamente la religión, al querer combatir su versión de la “mala consciencia”, ha creado más consciencia del pecado que del poder eternamente purificador de la Sangre de Cristo. Es la religión y no Dios la que ha enseñado a la gente que para venir a Dios tenemos que estar conscientes de nuestros pecados, cuando Dios mismo ya no se acuerda de ellos. (Hebreos 10:17).
Confundidos también afirman que la “consciencia cauterizada”, es la de un cristiano endurecido, que peca sin refreno. Esta confusión surgió de tomar 1 Timoteo 4:2 fuera de contexto, el cual habla de
“… la hipocresía de los mentirosos que tienen cauterizada la conciencia“
más si seguimos leyendo, se refiere a aquellos que
“prohibirán casarse y mandarán abstenerse de los alimentos que Dios creó, para que los creyentes y los que han conocido la verdad participaran de ellos con acción de gracias.”
Dejemos que la Biblia interprete la Biblia – Si el tener una consciencia cauterizada nos hace pecar sin refreno y remordimiento, como es que estos “mentirosos” (llamados así por Timoteo) “prohibían” en lugar de dar libertad? Aquí nos muestra Timoteo que los que tenían la consciencia cauterizada eran los que prohibían, lo cual nos dice que una consciencia cauterizada no es aquella que no se refrena de pecar sino al contrario, es aquella para la cual todo es pecado, aún casarse, lo cual fue instituido por Dios, y aún comer alimentos que Dios dijo que eran buenos.
La Biblia te acaba de mostrar que la mala consciencia es una consciencia “perpetuamente consciente de pecado”. Tal consciencia niega todo lo que Hebreos 10 enseña.
Por el contrario, muchos creen que la buena consciencia, es aquella que nos dice cuando hemos hecho mal, o aquella que está limpia de pecado y culpa. Ayer te mostré quien es el que anda tras de nosotros para acusarnos y decirnos cuando hemos pecado, y si vivimos queriendo agradar a Dios mediante la Ley, lo logrará. Por otro lado, si creyéramos que somos limpios de pecado por no pecar, estaríamos justificándonos por las obras de la ley, por lo cual ¡nos caeríamos de la gracia de Dios! ¿recuerdas Gal. 5:4?
Mi lector, que no te confundan, Pablo nos da la respuesta en el mismo capítulo de Hebreos 10:22 arriba mencionado, el cual aquí inserto para abreviarte tiempo.
“entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.”
La buena consciencia, de acuerdo a Pablo es aquella que está continuamente consciente de la eterna Sangre Purificadora de Jesús, quien por ser eterno, fuera del tiempo humano, nos mantiene en un ciclo de lavado continuo e inagotable, que actúa en nosotros efectivamente, estemos conscientes de ello o no. El estar consciente de ésto nos traerá gozo, paz y libertad, más el no estarlo no detiene el ciclo de lavado. Por el contrario, la consciencia de pecado no sólo te robará tu gozo y tu seguridad de salvación, sino que hace la sangre de Cristo “común” como la de toros y cabras. Esto ofende su Espíritu de Gracia (Hebreos 10:29)
Lo único que combate la consciencia de pecado no es la examinación de consciencia, sino la buena consciencia de Hebreos 10:22, a ésto se le llama vivir bajo su Gracia. Para que te convenzas, lee por favor Hebreos 10:1- 25. De aquí podrás entender que el pecado ya quedó guardado bajo el Trono de Misericordia para siempre. Recuerda, el árbol del bien y el mal produjo muerte. Regresa la próxima semana para terminemos de entender este capítulo de Hebreos.
Shalom.