Para los que se unen hoy a nuestro estudio de la Epístola de los Efesios, vimos como los primeros 3 capítulos nos hablaron de nuestra posición como hijos de Dios, sentados junto con Cristo, descansando en su rectitud, en su Gracia. Mucha gente cree que esto sucederá al morir, pero no, aquí es donde comenzamos cuando aceptamos su rectitud a cambio de nuestros pecados. Una vez que entendemos que nuestra posición es de descanso en un trabajo consumado, entonces podemos caminar con Cristo, guiados por su Espíritu Santo, el cual nos habilitará para la madurez, para que podamos hacer las cosas a las que somos llamados a hacer en los capítulos 4 y 5 de Efesios.
Aprendimos también que la madurez del cristiano llega en el momento que entendemos la Gracia de Dios, su favor inmerecido, esto es, que fuimos hechos justos y perfectos como un regalo y no como algo que podamos lograr en nuestro propio mérito o esfuerzo.
Él nos ha vestido con su santidad, con su rectitud, pues nosotros carecíamos de esta condición. Aun cuando nuestras obras pudieran haber sido buenas algún día, no cambiaban nuestra condición interna de “inmundicia”.
Isaías 64:6 nos dice que “nuestras mejores justicias son como trapos de inmundicia.” Ya hemos hablado de lo que los trapos de inmundicia eran en tiempos bíblicos, éstos eran los trapos que los leprosos usaban para cubrir sus llagas. Traducido literalmente del hebreo equivaldría a “toalla sanitaria”, y toda mujer sabe que una toalla sanitaria no es algo agradable a los sentidos. Si Dios así considera nuestras mejores justicias, esto significa que no tendríamos chance de venir a El si no fuera porque Jesucristo llevó toda nuestra inmundicia en la Cruz.
Por lo mismo, existía una ley para las mujeres que tenían sangrado de flujo, de permanecer inmundas sin contacto con nadie, hasta 7 días después de que su flujo cesaba, pues todo aquel que venia en contacto con ellas era hecho inmundo y esto los ponía en riesgo de muerte (Lev. 15:19-33)
Así ustedes mantendrán a los Israelitas separados de sus impurezas, para que no mueran en sus impurezas por haber contaminado Mi tabernáculo que está entre ellos.”
Que difícil debió haber sido esta ley para la mujer que padeció esta aflicción durante 12
años, quien cayó en pobreza al haber gastado todo su dinero en doctores, que eran conforme a la ley, quienes solo lograron que ella empeorara. (Marcos 5:25-26)
Más la Escritura nos dice que cuando ella oyó hablar de Jesús,
se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó el manto. Y es que decía: «Si alcanzo a tocar aunque sea su manto, me sanaré. Marcos 5:27-28
La traducción para “manto”, del griego “himation” equivale a “vestidura” o “atuendo”. Este manto era conocido como “Talith” que los hombres judíos debían usar sobre sus hombros, (Num. 15:40) especialmente durante la oración, y es conocido también entre los judíos como “alas”. Estas alas llevaban un
filamento azul en la orilla, conocido como Tekheleth, que significa “Azul” y que expliqué antes que representa la Gracia de Dios, la cual la mayoría de los judíos se rehusaron a recibir.
Sin embargo, hay algo que esta mujer pudo ver en Jesús de lo que ella escuchó de la Ley de Moisés, que los mismos fariseos no habían podido ver. Esta mujer definitivamente sabía que Jesús era el Mesías; ella debió haber recordado la promesa escrita en Malaquías 4:2
Pero para ustedes que temen (reverencian) Mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas…. NBL (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy)
Esta mujer nos demostró que a pesar de no ser dignos ni merecedores del favor de Dios, podemos recibir nuestra sanidad de Jesús.
Por lo mismo Jesús se volvió a ella maravillado de su fe. Él pudo haberla pasado por desapercibido, pues iba de prisa a sanar a la hija de Jairo, sin embargo se detuvo y volvió su rostro hacia ella. Bajo el Pacto de Moisés, nadie podía ver el rostro de Dios, (Exodo 33:20) Moisés solo pudo ver su espalda. Dios, siendo justicia tenía que darle la espalda a los hombres en pecado, más bajo el Nuevo Pacto, el no esconde más su rostro de nosotros, pues su Hijo Jesucristo se encargó de nuestra condición de pecado, cumpliendo la ley y dejando caer la justicia y la justa indignación de Dios sobre su propio cuerpo, de manera que solo su amor y bendición es lo único que queda para sus hijos.
Aquellos que le conocieron en persona lograron ver el rostro de Dios, (Juan 14:7) mas en ese tiempo ellos no podían entenderlo, mas a nosotros nos dio su Espíritu Santo que nos lo revela en su Escritura. Las pinturas, las esculturas son obras de manos de hombre, más la Sagrada Escritura fue escrita por la mano de Dios para revelarnos a Jesús – “La Rectitud de Dios”
Jesús no solo le mostró el rostro a esta mujer sino que la tocó, aun cuando no habían pasado los 7 días hasta su purificación. Bajo la Ley la inmudicia se transfiere, mas bajo la Gracia la Justicia nos fue transferida. El sabía que ella vivía sola, excluida, rechazada, empobrecida, sin amor mientras estuvo en esa condición. Jesús no quería que ella se fuera robándose Su sanidad, sino que El quiso regalársela, y no sólo que se fuera con Su sanidad, sino con el recuerdo de su mirada de amor y aceptación sobre ella. Ella vio la Gracia en El, y al ver su Gracia logró que Jesús viera su fe. La Gracia de Dios, simbolizada en el filamento azul de su Talith que ella tocó hizo que cesara su aflicción y aun 2000 años después lo sigue haciendo con nosotros cuando vemos su Gracia.
Mientras ella sangraba, ella no podía concebir hijos. En el momento en que ella toco su manto de Justicia, su infructilidad cesó, junto con su enfermedad debilitadora, su pobreza, y soledad.
La novia de Cristo, La Iglesia, durante 2 milenios había estado escuchando un evangelio de “justicia propia”, y viviendo bajo un Pacto sin validez, – “La Ley”, el cual la había cubierto con trapos de inmundicia; mas el verdadero Evangelio de Gracia de nuestro Señor Jesucristo por fin nos está siendo revelado en estos últimos tiempos, y por fin estamos viendo y tocando su Tekheleh; La infructilidad y la debilidad de miles de personas está cesando y pronto estaremos fuertes, y listos para dar mucho fruto . La novia pronto será encontrada “sin mancha y sin arruga”.
Shalom.