Continuamos con el tema de la prosperidad y las riquezas y escudriñando la escritura descubrimos que efectivamente Dios incluye riquezas en su bendición. No hay tal cosa como que Dios te quiera enfermo o pobre para saber si de verdad lo amas o para que no te enaltezcas. Siendo todos pecadores, siendo todos enemigos de Dios, Jesús murió por nosotros (Rom. 5:8) y lo que El vino a hacer ¡Consumado ya fue! Lo que El hizo fue precisamente “enaltecernos” pues estábamos caídos y hoy estamos sentados en las alturas junto con El (Ef. 2:4-7) ¡Aleluya!
Como Jesús es es somos nosotros en este mundo. (1 Juan 4:17). Como tú veas a Jesús así tu eres en este mundo. Nuestro amado Jesucristo no es pobre, sólo en la Cruz lo fue para que tu pudieras llegar a ser enriquecido (2 Cor. 8:9). Es un mito que “Jesús era pobre porque El vino a enseñar humildad”. Hemos estudiado anteriormente que la verdadera humildad es aceptar Su Gracia y acordar con El en lo que El hizo por nosotros; es reconocer que su camino es más excelente que el nuestro, por mucho que sepamos o creamos que podemos solos, y estar dispuesto a depender de El. Una persona humilde es enseñable y sin pretensiones. Yo conozco personas muy ricas que son muy “humildes”, y muchos pobres no son necesariamente “humildes”. Por tanto la situación financiera NADA tiene que ver con la verdadera humildad.
Por el contrario, en Deut. 8:18 leerás que Dios confirma su pacto con sus Hijos dándonos el “poder” de hacer riquezas. Ese poder puede ser en forma de una idea creativa, una habilidad, un regalo, o “serendipiti” – fortuna por accidente. Más la riqueza que Dios da viene con el regalo de “poder disfrutar de ella”, aún con un trabajo que trae satisfacción y alegría al corazón (Ec. 5:19-20); pues existe la riqueza sin bendición, en la cual:
“un hombre a quien Dios ha dado riquezas, bienes y honores, y nada le falta a su alma de todo lo que desea, pero que Dios no le ha capacitado para disfrutar de ellos, porque un extraño los disfruta.” Ec. 6:2
El propósito principal de que Dios nos de las riquezas es doble, primero, para que seamos de bendición para otros mientras vivamos – esta fue una de las primeras bendiciones de Abraham (Gen. 12:2); y el segundo y el más importante, para que Su Evangelio de Gracia llegue a su destino glorioso:
Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga,
Y haga resplandecer Su rostro sobre nosotros, (Selah)
Para que sea conocido en la tierra Tu camino,
Entre todas las naciones Tu salvación….
Dios, nuestro Dios, nos bendice.
Dios nos bendice,
Para que Le teman todos los términos de la tierra.
Salmo 67:1-2, 6-7
Ya estudiamos anteriormente lo que en la biblia significa “Temer a Dios”, esto es sinónimo de Adorarle.
También aprendimos que Dios nos bendeciría para provocar a su Pueblo a celos; siendo ellos ricos, no creo que nos envidien siendo nosotros pobres, enfermos o viviendo en derrota.
El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con El todas las cosas? Rom. 8:32
Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia 2 Pedro 1:3
Antes de que Jesús bajara del Cielo, hiciera caer sobre nosotros bendición hasta que sobreabunde y reprendiera al devorador para siempre, la manera de abrir esas puertas era a través del Diezmo, el cual era parte de la Ley de Moisés; sin embargo, puesto que la ley es la fuerza del pecado, la gente no lo pagaba, lo leemos en Malaquías 3.7-12
Por lo anterior Dios les dijo: “Con maldición están malditos”, pues en aquel tiempo la gente se maldecía en cuanto rompían un punto de la Ley. Rom 8:3-4 nos dice que la ley era débil debido a nuestra inhabilidad para hacerla. De nada nos sirve una promesa muy grande si no podemos alcanzarla.
Hoy en día la maldición no puede caernos a los Hijos de Dios, mas los Hijos de Dios podemos caernos de la Gracia de Dios al querer justificarnos bajo las obras de la Ley, (Gal. 5:4) quedando separados de Cristo, lo cual es cercano a caer en la maldición. Esta verdad nos enseña que al exigirle a la iglesia de Cristo que diezme, la están sujetando bajo la gloria del ministerio de muerte, la cual se desvanece, robándole la Gloria del ministerio de Justicia que es mucho mayor (2 Cor. 3:7-11),
Dios nos ha hecho suficientes como Ministros de un Nuevo Pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra (La Ley) mata, pero el Espíritu da vida. 2 Cor. 3:6
Jesús murió y paso por el infierno, literalmente precisamente para:
…redimirnos de la maldición de la Ley, habiéndose hecho maldición por nosotros, porque escrito está: “Maldito todo el que cuelga de un madero,” a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los Gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe. Gal. 3:13-14
El cumplió TODA la Ley. Quiere decir que El pagó tu diezmo y el de toda la humanidad “con los brazos abiertos”en la Cruz para poder abrir las puertas de los cielos y que la bendición y la abundancia pudieran caer sobre nosotros. Desde luego que solo aquel que crea y las reciba con brazos abiertos las obtendrá.
Quizá digas: “El diezmo no es de la Ley, pues Abraham pagó el diezmo a Melquiizedek 400 años antes de que se diera la Ley”. Gracias por mencionarlo mi hermano(a), ahí continuaremos el próximo sábado.
Shalom