Si seguiste esta serie acerca de la Gracia, quizá estés entre los que digan “ya lo sabía, ¿cómo es que tu no?”,o quizá te encuentres en el otro extremo, entre los que no creen que la ley ya fue finiquitada y clavada en la cruz como lo dice nuestro versículo, y prefieras vivir bajo la ley. Mas si estuvieras en medio de estos dos extremos, aún en shock, preguntándote, “¿entonces para que Dios dio la ley?” no te detengas, sigue leyendo.
Muchos creen que La Ley nos fue dada para hacernos santos, rectos, o justos. Mientras que la Ley es pura y recta, no imparte pureza ni rectitud en nosotros al ejecutarla, pues no nos da vida, ni transforma nuestro corazón. La ley es justa, pero no nos justifica. Para esto, Dios tuvo que dar a su Hijo Jesús a morir nuestra muerte y nuestra injusticia y poder darnos a cambio su vida y su justicia, pues en Él una nueva criatura hemos nacido. El es el único que nos puede justificar, su sangre es lo único que nos puede santificar, pues es SU santidad la que nos hace santos -apartados para Dios. 1 Cor 1:2.
En contraste, al contemplar nuestra nueva imagen en este nuevo espejo, -nuestro Señor Jesúcristo – contemplamos una imagen perfecta de nosotros, puesto que ante Dios, como Cristo es, así somos en este mundo (1 Juan 4:17). En contraste con la ley, al mirarnos en este glorioso espejo, SI somos transformados a su imagen, pero no por nuestro esfuerzo, o fuerza de voluntad sino por su Espíritu (ver 2 Cor. 3:18) Este es el Ministerio de Vida.
Quiero aclararte que el querer vivir bajo la Gracia de Dios no significa despreciar la ley de Dios, ni vivir sin autoridad o en libertinaje. ¡No, en absoluto! Al contrario, los que recibimos la Gracia de Dios sabemos que no fuimos diseñados para vivir por esta Ley, pues trae la muerte, ya que al romperse en uno solo de sus puntos se rompe en su totalidad, (Deut. 28:15; Sant. 2:10) dándole fuerza al pecado y por consiguiente trayendo la muerte (1 Cor. 15:56).
Lo anterior pone la ley en un estándar inalcanzable. Mas el humano fue diseñado para vivir del Espíritu de Dios, confiando en Él (por fe), por medio del cual recibimos el corazón de Dios mismo, latiendo en el corazón de sus Hijos y haciendo que la Vida en su Sangre corra por nuestras venas, por consiguiente su amor hacia otros, sus deseos y el poder hacer el bien nos son suministrados por su Espíritu. En este amor se encuentra el cumplimiento de toda la Ley.
El apóstol Pablo fue uno de los primeros que recibió tal abundancia de Gracia, que lo hizo convertirse de opositor de la iglesia de Cristo, a opositor de la Ley bajo la que El mismo fue educado, la cual él mismo llamó el “ministerio de muerte en la letra grabado en piedras“
Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los Israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro, la cual se desvanecía. 2 Cor. 3:7.
Yo solía creer que Pablo se refería a la ley de las fiestas, de los sacrificios, de los simbolismos. Sin embargo no existe otra ley grabada en piedras fuera de la que Dios con su propia mano grabó y le dió a Moisés en el Monte Sinaí.
Pablo está describiendo el evento que encontramos en Éxodo 34:29-35, cuando Dios le dio a Moisés las Tablas con los 10 Mandamientos por segunda vez, al tiempo en el que le dio la instrucción del Tabernáculo, mostrándole de esta manera su Gracia, igual que lo hizo con Noé, mostrándose como un Dios que anhela acampar con su pueblo, por lo cual el rostro de Moisés resplandecía, mas esa gloria se desvanecía, pues a pesar de ello, Dios solo permitió que Moisés lo viera de espaldas.
Ese era el efecto de La Ley en el hombre, esa gloria se desvanecía, pues solo duraba mientras la Ley no se quebrase y el hombre no podía ver el rostro de aprobación de Dios, pues bajo las obras de la Ley ningún hombre será justificado.
Mi amigo(a), Dios ha nacido como Emmanuel – Dios con nosotros! para que pudiéramos ver su Gracia, “Cara a Cara” al haber habitado entre nosotros; al llevarnos en si mismo a la tumba y de regreso al Padre al ser levantados como nuevas criaturas (2 Cor. 5:14-20); al querer vivir su vida en nosotros por medio de su Espíritu Santo.
Asi fue como Jesus glorificó a su Padre en Jesucristo – 100% Dios y 100% hombre. Jesucristo Hombre es hoy nuestro intercesor, es decir, Él es el que nos representa y no mas Adán. Su Espíritu nos hace vernos a nosotros mismos como Él nos ve, como lo que somos realmente. Su Espíritu nos sella como “sus redimidos”, y nos dice que somos suyos – somos sus hijos, no somos sus siervos como el hombre se consideraba a si mismo cuando vivía bajo el Viejo Pacto, bajo su mentalidad de esclavo y de juicio.
Esa Gloria que teníamos originalmente ya se encuentra en nosotros y su brillo no se desvanece, sino al contrario, aumenta, “de Gloria en Gloria” conforme nos contemplamos en el Espejo correcto. La “ley escrita en piedra” no es el Evangelio, ni es el convenio bajo el cual vivimos, esa Ley quedó clavada en la Cruz (Col. 2:14). Ese espejo distorcionado de nosotros ya fue hecho pedazos, por lo cual mientras sigamos mirándonos en el , seguiremos contemplando nuestra distorsión y no la perfección de Jesucristo y de su trabajo consumado, pues no podemos mirarnos en dos espejos al mismo tiempo y creer que somos ambos, esto producirá confusión y disfunción. No podemos vivir bajo la Ley y bajo la Gracia sin experimentar la muerte.
Puesto que Pablo sabía el efecto letal de la ley en su carne, el exhortó al pueblo Gálata a dejar de vivir en sus propios esfuerzos, y a edificar su vida puramente en la Gracia de Dios.
Díganme ustedes, los que quieren vivir bajo la ley, ¿saben lo que en realidad dice la ley? Las Escrituras dicen que Abraham tuvo dos hijos, uno de la mujer esclava y el otro de su esposa, quien había nacido libre. El nacimiento del hijo de la esclava fue el resultado de un intento humano por lograr que se cumpliera la promesa de Dios; pero el nacimiento del hijo de la libre fue la manera en que Dios cumplió su promesa.
Pablo usó la analogía de Sarah y Agar para dejar su caso bien establecido:
Nótese lo que la versión Reina Valera Contemporanea RVC lo expresa: “
Esto nos dice que aquellos que viven bajo la ley de Moisés o similar, aquellos que prefieran sus propios esfuerzos, sin importar su religión o denominación, perseguirán a aquellos que quieran vivir del Espíritu, bajo la Gracia de Dios, hasta el día de hoy.
Más el Espíritu Santo, para terminar con todo debate, habló por la boca de Pablo acerca de lo que le habló a Abraham por boca de Sarah.