No Mas Condenación

 

libertad

Llegamos a Romanos 8, en el cual Pablo revela el propósito de Rom. 6 y 7, demostrar que la vida sin la Gracia de Cristo es una vida llena de fracasos, aun cuando se haga el intento de guardar la Ley, como él lo hizo en sus años de fariseo. Aunque durante ese tiempo vivió como una persona “exitosa” delante de otros fariseos, solo él conocía la lucha que se llevaba a cabo dentro de Él, más por fin le pone la tapa a este sándwich divino con el Pan de Vida, el cual es sobre toda carne, sobre todo pecado y sobre toda inhabilidad para seguir la Ley

Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.  

Rom.8:1-2

Su introducción “por tanto”, nos indica que este capítulo es la respuesta al problema de la Ley y del pecado tratados en el capítulo anterior.  En este capítulo 8, Pablo nos afirma que tal Híper-Gracia, como algunos la llaman, no es para los que viven bajo la carne.

En el pasado, cuando yo escuchaba esta Buena Noticia,  me entristecía pensando en que yo no calificaba,  pues mi vida no era ejemplo vivo de “espiritualidad”, al menos no de acuerdo con la religión,  mas si has leído mis blogs lo suficiente,  estarás de acuerdo que contrario a lo que se cree,  la escritura nos muestra clara y fehacientemente que vivir bajo la carne es vivir bajo la Ley,

Por consiguiente,  cuando leemos acerca de los que “andan bajo la carne” se refiere a aquellas personas cuya identidad esta fincada en lo que tienen,  en lo que hacen,  o  en lo que son por si mismos, y no en la identidad que  Cristo nos dio;  aquellos que viven de sus propias fuerzas,  sin recibir la Gracia de Dios por fe;  aun  aquellos que viven  tratando de agradar a Dios por las obras de la Ley, (Gal. 5:4)  pues esta Ley ya fue reemplazada por otra que la sobrepasa  – la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús,   que es la única garantizada para devolvernos la libertad. Date cuenta que Pablo mismo nos declara la incompetencia de la Ley por causa de nuestro corazón de piedra – nuestra carne:

Pues lo que la Ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a Su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne,  para que el requisito de la Ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Rom. 8: 3-4

Gal. 2:20 nos dice que hemos sido crucificados junto con Cristo; así fue como  esta Ley “se cumplió” en nosotros, quiere decir, asi fue como se dio por finiquitado ese contrato, y  si existe duda,  Pablo lo confirma repitiendo que no es para los que andan aún bajo la carne – bajo la Ley, sino para los que andamos conforme al Espíritu, esto es, bajo la Gracia. Aquellos que andan bajo la Ley tienen su confianza en su propia rectitud, la cual Dios ve como “trapos de inmundicia”. Aquellos que andan bajo la Gracia  viven confiando en la rectitud de Cristo como propia, y de su trabajo consumado en la Cruz  en su Favor.

La versión de la Biblia “The Message” lo declara así.

Con la llegada de Jesús, El Mesías, ese dilema fatídico es resuelto. Aquellos que se incorporan entre los que estamos aquí en Cristo no tienen que vivir más cubiertos por una nube obscura. Una nueva fuerza se encuentra en operación. El Espíritu de Vida en Cristo, como fuerte viento, magníficamente ha limpiado el humo, liberándolos de toda una vida predestinada a la tiranía brutal a manos del pecado y de la muerte.

Dios en su serio esfuerzo por derrotarlos, envió a su Hijo. El no lidió con el problema como algo remoto y sin importancia. En su Hijo, Jesús, él personalmente tomó la condición humana, entró en el lío desordenado de la humanidad que batallaba, con el fin de enderezar las cosas de una vez por todas. El código de la ley, debilitado como siempre lo fue por la naturaleza humana fracturada, nunca lo hubiera podido hacer.

La ley siempre terminó siendo utilizada como una banda “curita” sobre el pecado, en lugar de sanidad profunda del mismo. Y ahora lo que el código de la ley pedía pero que no pudimos dar, es llevado a cabo, en tanto que nosotros, en lugar de redoblar nuestros esfuerzos, simplemente abrazamos lo que el Espíritu está haciendo en nosotros.

Rom. 8:1-4

Shalom