Si con toda intención pecamos después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una terrible expectativa del juicio y del fuego ardiente que devorará a los enemigos de Dios. Hebreos 10:26
Si leíste ayer el capítulo 10 de Hebreos, sé que me vas a preguntar, ¿y que con Hebreos 10:26-31?, donde habla de los que pecan con toda intención. Me temo que si estos versículos se refirieran a los que verdaderamente hemos nacido de nuevo, todos calificaríamos para el terrible juicio y fuego ardiente arriba mencionado, pues todo el pecado que aún sale de nosotros es voluntario.
Antes de venir a Cristo pecábamos porque estábamos muertos en nuestros pecados, por lo tanto yo llamaría a ese pecado “involuntario”. ¡No lo podíamos evitar! Más cuando nacemos de nuevo, nuestra voluntad ha sido redimida por la Sangre de Cristo en el Huerto del Getsemaní, además de que su Espíritu nos da el poder para ser transformados.
¡Es algo aterrador caer en manos del Dios vivo! Hebreos 10:31
No te espantes amigo(a), este juicio es para los “enemigos” de Dios. Jesús, nos ha llamado “amigos”, (Juan 15:15) y por su sangre nos ha hecho “Hijos de Dios” (Gal 3:26, 4:6, Rom 8:14, etc). Además si leíste el capítulo entero, habrás leido el juramento que Dios hizo que de nuestros pecados no se acordará jamás (Heb 10:17). Cristo murió por nuestros pecados, y cuando murió, todos nuestros pecados eran futuros. Él ya sabía todo lo que íbamos a pecar en nuestra existencia y por lo mismo “Siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Rom. 5:8)
Desde luego, esto no es una licencia para pecar, sino al contrario, antes vimos que estando bajo Su Gracia, el pecado NO SE APODERARA DE NOSOTROS. (Rom. 6:14) Y ese es precisamente el problema, que mucha gente religiosa no entiende o no cree en la Gracia de Dios y viven tratando de agradar a Dios por sus esfuerzos; por lo mismo muchos cristianos, aún sin licencia no pueden vivir sin pecar.
La semana pasada hablé de que la fuerza del pecado es la Ley, y por consiguiente, si el cristiano – verdaderamente nacido de nuevo – sigue pecando, es porque sigue edificado en la Ley de Moisés con un pie en el Viejo Pacto y con otro pie en el Nuevo.
Hablar del que peca porque no ha nacido de nuevo es redundante. El hecho de que muchos crean en su intelecto que Jesús es “Dios Salva” no quiere decir que hayan creído en su corazón. Muchos ven su luz pero no se dejan ser iluminados por ella. Puede que no entiendan lo que el Evangelio de Gracia significa, o porque lo rechazan, ya sea porque no creen que Dios pueda ser tan bueno, o porque han sido enseñados que la Gracia de Dios que Pablo proclamó es una “falsa doctrina”. Muchos se refugian en la iglesia cristiana por diferentes motivos mas en su vida real siguen su propio camino sin jamas haber nacido de nuevo.
Precisamente por esto Pablo dice: “voluntariamente”. Al igual que en Hebreos 6:4-6, Pablo está hablando de aquellos que habiendo escuchado el evangelio de Gracia, o aún visto con sus propios ojos a su Mesías esperado, y habiéndolo visto cumplir la ley frente a sus ojos como el cordero de su sacrificio, rechazaron Su Gracia y continuaron con los viejos sacrificios de toros y cabras que existían bajo la Ley de Moisés. Esto hacía la sangre de Cristo menor que la sangre de esos animales.
Esta epístola escrita en el año 70 D.C. tuvo el propósito de exhortar a los hebreos a salir de su esfuerzo humano – la Ley de Moisés, y entrar al descanso que la Gracia infinita de Dios ofrece a través del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Pablo exhorta a sus hermanos a dejar de ofrecer los sacrificios y a aceptar su limpieza eterna a través de la Cruz del Calvario. Mas ellos no sólo se negaron, sino que persiguieron y aun mataron a los que si creyeron.
Dios les dió aún 7 años más después que esta epístola les fue escrita para que se
arrepintieran – para que cambiaran de parecer, y en 77 D.C. Jerusalén fue destruida y con ella el lugar de los sacrificios. Esta fue una declaración del mismo Dios, quien dejó claro que “ya no queda más sacrificio por los pecados” (Heb 10:26). Cristo ya había sido ese sacrificio, y por lo tanto ya no era necesaria más sangre de animales, pues el primer pacto había quedado anulado y ahora es el Nuevo Pacto el que está en vigencia hasta nuestros días. (Hebreos 10:5-8)
Cristo lloró sabiendo de antemano que lo rechazarían y que eso les costaría su libertad y su sufrimiento, como sucedió durante el Holocausto en Alemania, durante la II Guerra Mundial.
¿Recuerdas cuál es el único pecado que Dios no perdona? Exacto, el ofender el Espíritu Santo. Este pecado es simplemente rechazar el sacrificio de Jesucristo en nuestro lugar, a esto Pablo le llama “pecar voluntariamente” y a esto se refiere cuando dice:
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia? Hebreos 10:29
Mañana te mostraré otras maneras en la que el cristiano está siendo robado.
Shalom.