Find English version here: Our Blessed Hope
Muchas son las voces que se oponen a la enseñanza de lo que la iglesia de Cristo conoce como “El Rapto”, así como se oponen a la sanidad y la prosperidad en la Cruz, al hablar en lenguas, a los dones del Espíritu y a todo lo que su incredulidad les impida recibir.
Mas es importante que el creyente conozca la verdad acerca de este evento glorioso reservado exclusivamente para los hijos de Dios, para que no perdamos esta bendita esperanza que nos preservará hasta el día que este evento suceda.
Veamos qué es “El Rapto de la Iglesia”:
Este es la salvación de nuestro cuerpo físico, por la cual seremos transformados en cuerpos glorificados, semejantes al de Jesucristo, después de que resucitó.
La palabra rapto significa “ser removido, o arrebatado físicamente de la tierra de repente”, como lo fue Enoc:
Y Enoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó. Gen. 5:24
No es coincidencia que esta palabra “llevó” (hebreo “laqah” ), también es usada para tomar en matrimonio.
La otra persona que la Biblia registra haber sido arrebatada al cielo fue Elias, quien fue tomado en “Carros de Fuego”.
En cuanto a Elias, recordemos que éste apareció junto con Jesucristo, al otro lado de Moisés en la transfiguración. (Mat 17:1–8: Mar 9:2–8; Luc 9:28–36) Esto sucedió sólo 6 días después de que Jesús dijera:
“En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en Su reino.” (Mat 16:28 Mar. 9:1; Luc. 9:27)
Si estos 6 días representaran 6000 años, quizá Jesús estaba profetizando a través de Elias de aquellos que serán tomados en vida en nuestro tiempo, y a través de Moisés a aquellos que ya duermen y que serán levantados primero que nosotros; recordemos que el cuerpo de Moisés nunca fue encontrado.
El Señor Jesús mismo mencionó este evento a sus hermanos judíos en Luc. 24:17-36, y en Mateo 24:32-44; al hablarles de su Segunda Venida, sin embargo, “El Rapto” no es la Segunda Venida de Jesucristo, sino su indicación más contundente.
Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada.
Mat. 24:40-41
Esto testifica acerca de lo que Jesús mencionó en la Parábola de las 10 Vírgenes donde la mitad de ellas son tomadas, y la otra mitad dejadas, lo cual expliqué en mi mensaje anterior.
La escritura es clara para el que ha aprendido a dividirla por Pactos. El Nuevo Pacto, conocido como el Pacto de la Gracia comenzó con el envió del Espíritu Santo sobre aquellos que se encontraban esperándolo en el Monte Sion, días después de que Jesús ascendió, y culminará con el Rapto de todos aquellos que se encuentren esperándolo (Heb. 9:28), cuando el Espíritu Santo también se retirará.
Cuando el Nuevo Pacto comenzó, los gentiles (los no judíos) no conocíamos nada acerca del mismo, ni siquiera sabíamos que existiera uno Viejo, mas hubo divisiones entre los judíos que creyeron en Jesucristo recibiendo el Nuevo Pacto y aquellos que por causa de los que restringen la verdad no creyeron. Los 11 Apóstoles que caminaron con Jesús (sin contar a Judas, quien se suicidó), se encargaron de edificar a estos creyentes israelitas bajo el Nuevo Pacto, aunque muchos de ellos regresaron al Viejo.
Sin embargo, El Señor Jesucristo mismo escogería a su doceavo apóstol de entre los que lo perseguían, Saulo de Tarso,”Pablo”, para que diera a conocer este Nuevo Pacto a los gentiles, pues también nos incluiría a nosotros; así fue como Pablo recibió la revelación total de la Gracia directamente de Jesucristo, sin haberlo conocido en persona, para que fuera precursor de todos nosotros. Es por ello que sólo las epístolas de Pablo mencionan este evento con detalle, pues es sólo para creyentes, y aunque algunos de los creyentes son judíos, no todos los judíos habrán creído cuando ésto suceda.
Por lo anterior, nos basaremos en las Epístolas de Pablo para conocer este evento:
Así que les digo un misterio: no todos dormiremos (moriremos), pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final. Pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 1 Cor. 15:51-52
1 Tes. 4:13-18 nos describe este evento con mayor detalle:
Pero no queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen (que han muerto), para que no se entristezcan como lo hacen los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con El a los que durmieron (murieron) en Jesús. Por lo cual les decimos esto por la palabra del Señor: que nosotros los que estemos vivos y que permanezcamos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron (murieron).
Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre. Por tanto, confórtense (aliéntense) unos a otros con estas palabras.
Cuáles son los requerimientos que la escritura nos mostró para poder irnos en el rapto?
1. Ser creyente
2. Permanecer vivos, o haber creído en Cristo antes de morir.
¿Y quién es el creyente? Porque la Biblia dice que aún el diablo cree en Dios y aun tiembla.
El creyente es aquel que creyó El Evangelio de Gracia, quiere decir, aquel que por la fe entró en ese intercambio divino en el cual Jesús tomó su lugar y recibió el lugar de honor de Jesucristo, habiéndose convertido en Hijo de Dios, sellado por Su Espíritu.
En El también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, Ef. 1:13
No dice que habiendo permanecido fiel, o habiendo hecho lo suficiente, o habiendo vencido o muerto como mártir. Una vez habiendo sido sellado, somos de Cristo y estamos en Cristo sellados para siempre. (Ef. 4:30)
Concluimos el sábado.
Shalom