Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable (agradable) a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y no se adapten (no se conformen) a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable (agradable) y perfecto. Rom. 12:1-2
Habiendo establecido en la Epístola a los Romanos lo que es el Evangelio de Gracia y cómo a través de creerlo podemos recibir la rectitud de Dios como un regalo a través de Jesucristo, comenzamos a escuchar en el Capítulo 12 que estas misericordias de Dios y no las nuestras nos hicieron aceptables delante de Él como “sacrificios vivos y santos”. Es importante que estas palabras sean interpretadas en el contexto de la Gracia, pues su mala interpretación continúa dando origen a nuevos rituales de auto-sufrimiento que nada tienen que ver con su voluntad, pues lejos de acercarnos a Dios, nos hacen caer de su Gracia, dejando el trabajo de su Hijo Jesucristo “sin efecto”. (Gal. 5:4)
La palabra sacrificio viene del griego thysia que fue traducido como “víctima” debido a que en muchos de estos sacrificios lo que se ofrecía era una vida inocente en sustitución de la del ofrendador, como fue el caso de la ofrenda que Abel ofrendó a Dios y que Dios aceptó con agrado; sin embargo, sacrificio no necesariamente significa “sufrimiento”; es simplemente una ofrenda, como cuando sacrificamos nuestro tiempo, dinero o nuestra vida misma por el placer y gozo de bendecir o ayudar a otros, mas no por ofrecerle a Dios nuestros sufrimientos para quedar bien con Él . Desafortunadamente, de la perversión de este principio surgieron los sacrificios humanos en todas las civilizaciones que adoraban falsos dioses, como el caso de nuestras culturas pre-hispánicas.
Cuando el pueblo de Israel recibió la Ley de Moisés, Dios instituyó el sacrificio, no porque le agradara el sufrimiento, sino porque este ritual anunciaba la obra consumada que su Hijo Jesús algún día realizaria por toda la humanidad, por lo mismo no solo consistía en ofrendar el cordero sin mancha, sino existían diferentes tipos de ofrendas, como la de harina, o de semillas, o de incienso, todas ellas anunciando una faceta de Su trabajo consumado, pues Él sería nuesro Pan de Vida, nuestro Sumo Sacerdote, nuestra semilla que al ser devuelto a la tierra daría origen a una nueva creación al resucitar de los muertos, lo cual hizo durante la Festividad de “Primeros Frutos”; esa nueva creación que dio origen fuimos nosotros, los nacidos en El al creer el Evangelio de Gracia.
Habiendo dicho “¡Consumado Es!” Nada más es necesario. Él no quiere nuestro sacrificio sino nuestro corazón como ofrenda, mas no arrancado del pecho como hacían los Aztecas. Sin embargo, la religión ha convertido la ofrenda en sufrimiento nuestro y no en el de Jesucristo al perpetuar el error de que Dios recibe nuestro esfuerzo como sacrificio. Muchos le ofrecen su trabajo arduo, su dolor, sus enfermedades y aun su dinero; muchos otros le ofrecen un ayuno o muchos; muchos hacen penitencia o hacen buenas obras para pagar las malas, y otros aún se cortan y auto-torturan para tener algo que ofrecer. Ésto nos hace a nosotros las victimas y le quita la Gloria al que se ofreció como víctima máxima – Jesús, lo cual es un desprecio a su regalo de Gracia y una ofensa muy grande a Su Padre que nos dio a su Hijo.
En efecto, la vida de su hijo fue el Máximo Sacrificio – el más grande, tan grande que nada se le puede añadir. Jesucristo fue el sacrificio perfecto; aun cuando tú mismo te ofrecieras a ser crucificado o azotado, tu no eres sin mancha, además de que Dios no acepta nada que venga de esfuerzo humano, y le estarias insinuando que el sacrificio de Su hijo no fue suficiente, por tanto, necesita del tuyo.
Por el contrario, al haber aceptado el Sacrificio de su Hijo en nuestro lugar, podemos presentarnos ante Dios como una ofrenda de olor agradable, pues al estar en Cristo, no somos más nosotros sino Cristo en nosotros; Dios no busca tu dinero ni tus sufrimientos- el busca ver a su Hijo viviendo su vida en ti, y ésto solo ocurre a través de la fe en Jesús – creyendo en Él y solo en Él . Esta es la única manera de presentar una ofrenda viva, pues sin Cristo todos estábamos “muertos”. Solo estando en Cristo podemos ser “aceptables o agradables ante Dios”.
Jesús fue el único que nunca pecó y que nunca se corrompió. Su linaje era puro, Él no era mitad Dios y mitad hombre como los semi-dioses. Jesucristo es Dios 100% encarnado en 100% hombre, viviendo su tiempo de hombre sometido 100% al Espíritu de Dios – su Padre. Solo al vivir como hombre pudo cumplir 100% los requerimientos de su Padre que el hombre no podía cumplir ni siquiera al 10% y pagar al 100% la paga que el hombre no podía pagar por el pecado, la cual era la muerte.
De esta manera, Jesús hombre nos representó delante de Dios y pagó nuestra paga y a ésto es a lo que Pablo se refiere cuando nos dice que verifiquemos “cual es la voluntad de Dios, lo que es bueno y aceptable y perfecto” – ¡lo que su Hijo hizo! ésta fue la voluntad de Dios y la única obra perfecta, buena y agradable que nos acerca a Él; nuestro continuo pensar y meditar en ello producirá adoración auténtica en un corazón nuevo, lleno de agradecimiento y transformará nuestra mente carnal llena de esfuerzo y labores en la mente de Cristo, una mente llena de fe y de descanso – ésto es lo que produce nuestro culto “racional”.
Shalom