Los tuyos reedificarán las ruinas antiguas. Tú levantarás los cimientos de generaciones pasadas, Y te llamarán reparador de brechas, Restaurador de calles donde habitar. Isaías 58:12
Si tuviste la oportunidad de entrar esta página desde el principio, mi oración es que hayas comenzado a fincar tu vida en la Gracia de Dios, que entiendas la redención y como descansar en ella, que aceptes tu nueva identidad como Hijo de Dios bajo el Nuevo Pacto, y que recibas todo lo que la Sangre de Cristo compró para ti.
Ya te habrás dado cuenta como a pesar de ser salvos, el enemigo aun insiste en despojarnos de nuestra herencia usando consciencia de pecado y condenación. Hoy vas a saber cómo recuperar esa herencia usando tu confesión. No, no estoy bromeando, nuestra confesión es importante, mas no es la confesión de pecados, es la confesión que sale de nuestros labios.
De alguna manera Dios condicionó nuestra fe al “hablar”.
Por ello Dios dijo que la rectitud de la ley era “el hacer”, y la rectitud de la fe es “el hablar” – Rom. 5:5-13
Cuando nuestro Padre creó el universo, la Biblia nos muestra como trajo todo en existencia con la autoridad de su palabra, hablando las cosas que no existían como si existieran. (Rom. 4:17) Ese poder aún se encuentra en el hombre.
El que ama la lengua comerá de sus frutos; ella tiene poder sobre la vida y la muerte. Prov. 18:21
Todo lo espiritual se refleja en lo material mediante la palabra hablada. Sin embargo debido
a que no todos los hombres reciben su redención, las palabras que hablan traen caos a su alrededor. Aun el Hijo de Dios cae en esta trampa al confesar lo que sus cinco sentidos perciben, o lo que el diablo les repite, sin usar su sexto sentido – el de su fe para confesar lo que ellos esperan de Dios y que Dios quiere traer en existencia en su vida.
Mucha gente que no tiene a Cristo aun conoce este principio, usando “afirmaciones” como palabras mágicas, más sin haber sido redimidos, toda la buena vibra que ellos crean aun le pertenece al destructor. Mas nuestras palabras están cargadas con el mismo poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, y habiendo El pagado por nuestra herencia con
Sangre eterna de valor inalcanzable, cuando estas palabras están de acuerdo con lo que Él dice, en combinación con nuestra fe en su Sangre Preciosa, esta fe será el vehículo para que un mundo de Shalom nos sea transferido.
Cuando Dios dio al pueblo de Israel su ley, vemos como los condicionó a hablar, pues la palabra meditar en el hebreo no es meditación trascendental o contemplación, no es recapacitar, ni repasar en nuestra mente o poner nuestra mente en blanco.
La palabra usada para meditar es “Hagah” y se traduce como “murmurar”, “balbucear”, “repetir algo bajo nuestro aliento” pronunciar, también es usada para imaginar y crear, o aun para maquinar perversidad. Esta palabra equivale a la acción de regurguitar de los rumiantes.
Nuestra confesión refleja las cosas en las que meditamos, las noticias, los rumores, nuestras preocupaciones y temores que el diablo nos infunde, y usando este mismo vehículo nos teje redes y hace caer paredes de protección de nuestro alrededor.
Cuando venimos a Cristo una vez más oímos que el uso de nuestra boca es necesario: Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por confesarlo con tu boca que eres salvo. Rom. 5:10
Salvo en este caso es el griego “Soteria” que significa liberación, preservación, seguridad, y no solo salvación del infierno. Cada area de tu vida puede ser salvada con tu confesión.
Como ya vimos en mensaje anterior, la palabra griega para confesar es
ὁμολογέω – homologeō, que significa literalmente: “decir lo mismo” y se usa entre otras cosas para “declarar abiertamente”.
Pablo dijo:
Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios. Rom. 10:17
La palabra original para “palabra” es el griego “Rhema”, que significa “revelación”
La palabra original usada para Dios es el griego “theos” y en muchas versiones modernas ha sido traducida como Cristo, como la Nueva Traducción Viviente:
Así que la fe viene por oír, es decir, por el oir la Buena Noticia acerca de Cristo. Rom. 10:17
Esto quiere decir que nuestra fe vendrá de la revelación que nos es impartida al oir el Evangelio de Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el cual es la substancia de lo que en el Viejo Testamento era solo una sombra. Lo que creemos y pronunciamos con nuestra boca en acuerdo con estas Buenas Noticias de Cristo va a tener un gran efecto en nuestra vida y en la de los que amamos.
Dios puso la llave de su reino en tu boca, el acceso a sus bendiciones esta en lo que tú hables de tu fe en Cristo.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: “Creí, por tanto hable,” nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 2 Cor. 4:13
Shalom