Como te habrás dado cuenta, Rom.8:17 tiene una segunda parte que omití intencionalmente en mi estudio anterior.
Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El.
Esta traducción ha dado lugar a la idea malentendida de que padecer por Cristo es necesario para mostrarle a Dios que de verdad hemos creído, o para probar que verdaderamente somos Hijos de Dios; mas hoy entenderemos este verso en su contexto, recurramos primero a su idioma original:
La palabra “Padecemos” es el griego συμπάσχω (sympaschō), de donde viene nuestra palabra simpatizar.
Como leemos, este versículo se refiere a “Los Hijos de Dios” y para poder ser sus hijos, tuvimos que haber primero aceptado ese intercambio divino que Jesús tomó primero en nuestro lugar para darnos su lugar de Hijo de Dios; en ese momento fuimos “muertos junto con Cristo” en la Cruz, así como El murió.
En otras palabras, en el momento en que Cristo tomo la Cruz, estábamos también nosotros, TODOS los que creeríamos en El, siendo crucificados junto con El. Así es como participamos o “simpatizamos” de sus sufrimientos y de su muerte, para que por su Espíritu pudiéramos ser “vivificados” en su resurrección, como Nuevas Criaturas y algún día todos seremos glorificados en nuevos cuerpos junto con El, sea que durmamos o que seamos arrebatados en las nubes.(1 Tes. 4:17)
Es por ésto que muchos cristianos bien intencionados pero mal guiados ofrecen sus sacrificios y sufrimientos con agrado, pensando que de esta manera serán glorificados, sin saber que todos los cristianos que verdaderamente hayamos creído en este regalo de Gracia lo seremos, aun los que no sufran o mueran por causa del evangelio.
Me dirás, “pero ve el versículo siguiente que dice:
Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada. Rom. 8:18
Mas espera, esta palabra “sufrimientos” es pathēma, y no es la misma que la palabra griega συμπάσχω (sympaschō) usada en lugar de “padedimientos”
El griego “pathēma” se deriva de “pathos” una palabra que puede ser usada como un evento o “acontecimiento” que nos ocurre, sea bueno o sea malo, triste o jubiloso, sea aflicción o sea pasión o emoción.
Por tanto, es hora de renovar nuestra mente y entendamos este versículo de acuerdo al contexto del Nuevo Pacto, el Pacto de la Gracia:
Ningún “acontecimiento que nos ocurra en este mundo”, (sea bueno o malo) es digno de ser comparado con la gloria que nos ha de ser revelada por haber “simpatizado” con el sufrimiento de Cristo, si es que verdaderamente aceptamos ese intercambio divino de morir en su cuerpo para recibir su vida.”
Este versículo nos muestra que la revelación de la Gracia en Pablo y en muchos creyentes llega a ser superior a todo placer, a toda cosa que esta tierra pueda ofrecer, aun a todo temor o angustia. Más no temas que el Señor te vaya a pedir tus sufrimientos. Dios no quiere tu sacrificio, ni tus sufrimientos, tus mandas o tus auto-castigos; los de su Hijo Jesús fueron más que suficientes. Jesús dijo: “Consumado es”, y querer añadirles algo declara que consideramos su obra “insuficiente”, y estaríamos menospreciando lo que El hizo en la Cruz.
No niego las aflicciones que vienen con el creer; algunas tolerables, como el ser burlado o rechazado, la perdida de amigos, o el ser continuo objeto de los dardos del enemigo; otras aflicciones llegan a ser insufribles como las que han vivido todos aquellos que han perdido la vida por causa de Su Nombre, como los apóstoles, los judíos del holocausto, y recientemente aquellos cristianos en Iraq y otros países árabes que están siendo cruelmente torturados y acribillados por su fe. Esto no significa que esta sea la voluntad de Dios para sus Hijos, o que sea un requisito o condición para ser glorificado, tampoco es un castigo.
Jesús mismo nos dijo que el mundo nos aborrecería y nos perseguiría por causa de su nombre (Juan 15:18-25). No lo dijo porque Él lo hubiera planeado u ordenado, sino porque Él lo sabía y por lo mismo nos dijo:
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he venido al mundo. Juan 16:33
Sin embargo, es importante mencionar que estos mártires no se ofrecieron en sacrificio, ni Dios los recibió como sacrificio, simplemente ellos no aceptaron su rescate “renunciando a su fe”. (Heb. 11:35)
También es importante recordar que “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” Ef. 6:12
Sin embargo,
“las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. 2 Cor. 10:4
Por tanto, si hemos de morir por Cristo, que no sea porque no conocemos estas armas, o por no usar nuestra armadura, o por no ser guiados por Su Espíritu o por no depender de su Gracia, la cual nos será suficiente, pues en nuestra debilidad Él se fortalece. (2 Cor. 12:9)
El aprender a escuchar su voz es imperativo, Mas entre las cosas que siempre te dirá, la primera siempre será:
…he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mat. 28:20
Por tanto, mientras vivamos en este mundo, vivamos conscientes de su infinito Amor, de Su rectitud en nosotros, de la protección que hay en su Sangre, de que fuimos escondidos en su nombre por Jesús y vivamos dependiendo de Su Gracia, hasta que seamos librados y ninguna arma forjada contra nosotros prospere.
Shalom.