“El día de descanso se hizo para satisfacer las necesidades de la gente, y no para que la gente satisfaga los requisitos del día de descanso. Así que el Hijo del Hombre es Señor, ¡incluso del día de descanso! Marcos 2:27
Si lees con detenimiento el Sermón del Monte, en Lucas 6: 20-46 y Mateo 5, mejor conocido como las Bienaventuranzas, te parecerá muy hermoso y muy sublime lo que Jesús le dijo a su audiencia compuesta de gente que vivía bajo la ley. Sin embargo, si escuchamos con detenimiento las palabras de Jesús, si esta gente no podía seguir la ley diluida de los fariseos, mucho menos iban a poder seguir la ley que Jesús estaba describiendo en su sermón.
Quizá muchos se fueron con una sonrisa, diciendo “que bonito habló Jesús” como muchos hacemos después de escuchar un buen sermón, volviendo a casa siendo los mismos. Mas quizá habría unos cuantos honestos que se fueron temblando confrontados por el hecho de que la ley que Jesús tradujo para ellos era imposible de seguir por cualquier humano.
Jesús aun no había clavado la ley en la cruz, nuestra redención no había sido consumada aún, El Espíritu Santo aún no había sido enviado a morar en nosotros, por lo tanto ¿por qué Jesús les hablaría de cosas tan difíciles de hacer a gente que él ya sabía que no podía seguir la ley? : ama a tus enemigos, si te abofetean, pon la otra mejilla, si tu ojo te es ocasión de caer, quítatelo, si te enojas contra tu hermano eres culpable de juicio, si miras a una mujer (o a un hombre) deseándola(o) en tu corazón ya adulteraste, ama a tu prójimo como a ti mismo…. Aun cuando hoy el Espíritu Santo vive en nosotros, nadie se saca su ojo, nadie pone la otra mejilla y muy pocos gritan bendiciones cuando alguien manejando de repente se les cruza en el camino delante de ellos. Jesús, ¿de que me estás hablando?
Como lo vimos en capítulo anterior, Jesús estaba hablando a gente que vivía esforzándose por su rectitud a través de sus obras, las obras de la ley (que ya vimos que son las obras de la carne) guiados por los fariseos,y los seduceos, la clase alta de esa sociedad. Estos líderes religiosos usaban la misericordia de Dios para ellos mismos al no poder seguir la ley, pero la retenían para el pueblo que no la seguía, viendo a las ovejas con signos de pesos, o mejor dicho, de Shekels – la moneda del pueblo hebreo hasta nuestros días.
Mas Israel buscaba agradar a los fariseos a pesar de todo (cualquier similaridad a nuestros tiempos modernos es pura coincidencia). En el Libro de Mateo, Capítulo 5, Jesús comienza su Sermón hablándole a un grupo de ovejas perdidas que necesitaban un pastor, por lo mismo, dirigiéndose a sus discípulos, les habla a todos los presentes primero de la condición que el hombre debe reconocer para poder recibir la riqueza de Dios – el Reino de los Cielos, y después les muestra cuanto se quedan cortos.
Nótese los primeros versículos del 3 al 11, Jesús les está hablando en tiempo futuro: El reino de Dios será de los pobres de espíritu, los que lloran serán consolados, los mansos heredarán la tierra, los que tienen hambre y sed de justicia serán saciados, los misericordiosos serán tratados con misericordia…. y los que creyeran en él serían perseguidos e insultados por causa de él….. Jesús les está hablando de un tiempo que aún no se cumplía y que Él estaba por cumplir.
Si contrastas Mateo 5 con Lucas 6, te darás cuenta que del versículo 20 al 23, Jesús les habla a sus discípulos con todo su amor y ternura, hablándoles de cosas que Jesús haría en su corazón, más aún no hacía; sin embargo en el versículo 24, su tono cambia y comienza a hablarle a los ricos – los fariseos, aquellos que siguiendo tal multitud, 5000 cuenta la biblia, fueron a presenciar lo que sucedía porque no podían entender como este carpintero de Nazaret podía ejercer tanta influencia en la gente, y se juntaban a su alrededor para maquinar en su corazón como apagar su voz, pues no lo consideraban digno del reino de Dios, pues convivía con pescadores de aroma no agradable y de boca sucia, con cobradores de impuestos, con prostitutas, y sanaba en el día de descanso, lo que lo hizo digno de juicio delante de ellos.
Nos damos cuenta de cuales son los pensamientos de estos maestros de la Ley de Moisés por las palabras de Jesús hacia ellos, pues el conocía los designios de su corazón. Por lo mismo vemos como a ellos Jesús les da la ley en todo su rigor, no pervertida, no diluida como ellos la tenían, sino como fue dada por Dios, para que fuera imposible de seguir por cualquier esfuerzo humano y les hiciera gritar desesperados: ‘quien me librará de este cuerpo de muerte”. Rom. 7:24.
Sabemos que Jesús les estaba hablando a sus discípulos para que lo entendieran los fariseos, porque decía “pues aun los fariseos hacen esto” y después voltea a hablarles a éstos cuando les dice “guía de ciegos…quítate el tronco de tu ojo, antes de quitarle la astilla al de tu hermano…” Jesús nunca esperó que la gente pudiera seguir todo lo que decía, porque Él estaba hablando de El mismo. Por eso dijo “Yo he venido a cumplir la ley … ” y “no pasará ni una jota ni una tilde de la ley, hasta que todo se haya cumplido. “Mateo 5:17.
Jesús estaba por cumplir la ley, por clavarla en el madero para separar a la humanidad de la misma, (Col 2:13-15) para poder escribir sus leyes en nuestro corazón (Hebreos 12:10) él estaba a punto de darnos su justicia, (su rectitud) la cual era mayor que la de los fariseos, pues el aspirar que nuestra propia rectitud pueda ser mayor que la de los fariseos nos convierte a nosotros mismos en fariseos.
La ley que Dios dio a Moisés, era santa, para Dios, es decir, sólo Dios podía llevarla a cabo, pues su esencia es el esfuerzo y el desempeño, para lo cual el ser humano no fue diseñado. Por lo mismo, ésta produjo un pueblo que vivía bajo la maldición, llenos de pobreza y enfermedades, bajo una mentalidad de esclavos y llenos de obras de la carne. Dios ordenó que se guardara la ley escrita en piedra por la mano de Dios dentro del Arca del Pacto, junto con el maná y la vara de Aarón, los cuales pueden haber sido símbolos de la rebelión y del rechazo del hombre hacia los preceptos, la provisión y el liderazgo de Dios, como Joseph Prince, de Singapur enseña, mas éstos también representan a Jesús, en su nacimiento – el pan del cielo, los diez mandamientos llevados en su muerte y la vara de Aarón como Su resurrección. Estos tres objetos se encontraban cubiertos por el asiento de la propiciación, el trono de su gracia, y estaban rociados por la sangre del sacrificio.
El apostol Pablo dijo que si por uno morimos todos, cuánto más por uno solo, Jesucristo, todos seríamos vivificados.
No ignoremos la sangre que fue derramada por nosotros en el trono de su Gracia, una vez y para siempre. Vivamos con la cobertura de su Gracia basados en la justicia y justificación que Cristo nos otorgó, nuestra nueva vestidura de Lino Fino. Solo cuando recibimos revelación de esta Gracia, podemos ser verdaderamente sal para esta tierra, luz en la montaña y nuestra luz podrá alumbrar este mundo en tinieblas.
Shalom