Llegó por fin el momento de vestirnos con la armadura del creyente. Quizá te sorprendas si ya has comenzado a vestir con esta armadura, pues desde principios de este año, y aún finales del pasado, el Señor me guió a comapartirte, sin yo misma saberlo, acerca de cómo vestir con TODA esta armadura, de manera que muchas de las cosas que hablaremos esta semana (o semanas) no serán nuevas para ti, más te ayudarán a afirmar tu entendimiento y a verlo todo en su totalidad y no como partes aisladas
Nota el énfasis que Pablo hace sobre “TODA” la armadura. Nota también que dice “el día malo” y no “días malos”. Esto nos afirma de que la aflicción no debe ser todo el tiempo, y si lo es, entre más recibas de su Gracia, más rápido saldrás de ella. ¿Recuerdas que fue lo que le causó a Job su aflicción? Además de su creencia en su propia justicia, fue su falta de descanso:
No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación. Job 3:26
Enseguida leemos “y habiéndolo hecho todo, estén firmes”. ¿A qué se refiere, si se supone que nuestra única tarea es la de entrar en su descanso? Este “habiéndolo hecho todo” es la palabra “katergazomai” ¿recuerdas lo que significa? (Clave: Fil. 2:12) Esto significa que habiendo echo uso de la Gracia que te fue dada, habiendo ejercitado las cosas que Dios puso en tu corazón, nuevos deseos, nueva fe, nueva sanidad, nueva prosperidad, etc. permanece firme!
Si recuerdas el comienzo de este estudio, meses atrás hablamos de que no podemos
pararnos firmes si no descansamos en nuestra identidad en Cristo, sentados junto con él en los lugares altísimos, y si lees con detenimiento nuestro versículo introductor, estos lugares son el lugar donde se lleva a cabo esta batalla contras las fuerzas espirituales de maldad – en las regiones celestiales.
Por tanto, confirmamos que no podemos ganar esta batalla espiritual que se lleva a cabo en las alturas, si no estamos bien sentados descansando con El en las alturas y firmemente parados en lo que Él nos dio por su Gracia, no más desnudos, sino revestidos con ropas que no solo son anti-manchas, anti-arrugas, sino anti-dardos.
Estén, pues, firmes, ceñida su cintura con la verdad, revestidos con la coraza de la justicia, y calzados los pies con la preparación para anunciar el evangelio de la paz Ef. 6.14
Cual es este cinturón? La verdad del Evangelio de Gracia. Recuerda que la verdad vino de la mano de la Gracia a través de Jesucristo, éstas son una sola (Juan 1:17). Esta “Gracia/Verdad” nos abraza, y nos hace fuertes; es el núcleo de nuestra armadura (si no lo has hecho, visita la Sección de la Gracia).
Por cierto, ¿sabías que la sección media de tu cuerpo, esto es, tu cintura, tus vientre, tu espalda baja, es la que determina TODO lo que haces, incluyendo tu postura? por tanto, mientras más fuertes los músculos de esta sección se encuentren, menos problemas experimentarás en tu movilidad y principalmente en tu espalda, lo cual afecta tu descanso. En el pasado, la gente usaba “fajas”, mas hoy conocemos mejor qué ejercicios pueden ayudarnos a fortalecer esta zona, e incrementar nuestra agilidad y movilidad.
De igual manera, cuando al ejercitar fortaleces esta sección, contrayendo los músculos del vientre, lograrás gran eficiencia en fortalecer tus extremidades. Lo contrario sucederá si te olvidas de contraer esta sección al ejercitar tus brazos o tus piernas, y muy probablemente observarás lesiones en tus hombros o tus rodillas si tu cintura no neutralizó el peso.
Este es exactamente el caso en el área espiritual, si tu espíritu no se alimenta con la verdad del Evangelio de Gracia, si te privas del pan de Vida, ni tu postura, ni tu caminar serán fuertes ni firmes y te será más fácil perder el balance y más difícil encontrar tu descanso, pues tu espalda llevará una carga muy pesada. Mientras que nuestro cuerpo físico es fácilmente rehabilitado, los daños a nuestro espíritu son más lentos en restaurarse y pueden llegar a costarnos la felicidad de muchos años y aún la vida.
En cuanto a nuestra Coraza de Justicia – ésta es nuestra vestidura de Lino Fino, nuestra Rectitud en Cristo, nuestra consciencia de la perfección de su obra consumada en nuestra vida que nos dejó vestidos de oro, limpios e impecables, aceptos ante sus ojos, blancos como la grana, puros y sin mancha. (Visita la sección de Tu Identidad en Cristo que encontrarás en el Mapa del Sitio) Esta coraza te protegerá de los dardos del enemigo
Ningún arma forjada contra ti prosperará,
Y condenarás toda lengua que se alce contra ti en juicio.
Esta es la herencia de los siervos del Señor,
Y su justificación (rectitud) procede de Mí,” declara el Señor. Isaías 54:17
Por tanto, es en tu mejor interés que cada día te refresques con la verdad de que eres la Rectitud de Cristo y que toda tu deuda ha sido pagada, que tú eres amado y acepto ante los ojos de su Padre y que El se agrada grandemente de ti.
Refréscate en la lectura de estas secciones y regresa la próxima semana para entender las otras piezas de nuestra armadura.
Shalom