Comenzamos la primera semana de julio con el final del Capítulo 11 de Apocalipsis, y este final comienza con el sonar de la última trompeta, que lejos de ser de alarma, parece ser de victoria:
El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo (se oyeron) grandes voces en el cielo, que decían:
“El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo (el Mesías). El reinará por los siglos de los siglos.” Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo:
“Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, el que eres y el que eras, porque has tomado Tu gran poder y has comenzado a reinar. Rev. 11:15-17
¿Cuándo comenzó el Señor a reinar? Él ya reina desde su trono, donde se ha sentado, después de haber consumado su obra maestra. Esta obra no fue la creación, por muy perfecta que haya sido, pues sabemos que la creación cayó. Su obra maestra fue la redención, por medio de la cual nos fue dada la Vida Eterna, lo cual es el mensaje del Evangelio de Gracia.
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Heb. 1:3
Mas este reino mencionado en el cielo se refiere a un reino en la Tierra sobre toda carne, por tanto, este momento en el cielo es la publicación de lo que Cristo logró en la Cruz, esta será la triunfal entrada de nuestro Rey, cuando la humanidad abra los ojos y le vea, no como un siervo manso y humilde montado en un burro, sino como Rey de Reyes y Señor de Señores, no con una corona de espinas, sino con una corona de oro, no con arco y flecha para conquistar y destruir, como el engañador lo ha hecho ya, pues como lo acaba de demostrar la escritura en los capítulos anteriores, la destrucción estará a cargo de las huestes del infierno y no de Dios. No veremos mas a nuestro Rey como algo lejendario o distante, sino como alguien inseparable, pues habremos todos abierto los ojos a nuestra única verdad: Hemos sido entrelazados en Él para siempre.
Nuestro ‘Pariente Redentor” pagó el precio de nuestra redención y en este momento está a punto de reclamar a su humanidad redimida – al verdadero Israel, mientras los reinos de este mundo luchan por aniquilarse entre ellos mismos, el Reino de Dios nunca podrá ser aniquilado.
Las naciones se enfurecieron, y vino Tu ira y llegó el tiempo de juzgar a los muertos y de dar la recompensa a Tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen Tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.”
Curiosamente, aprendimos antes que la destrucción no será de la tierra, sino de la destrucción misma – la destrucción del virus que mató a la humanidad en Adán, el cual no tiene efecto en el hombre resucitado – Jesucristo.
Con ello me atrevo a sugerir que si todo este simbolismo está señalando a la muerte y resurrección de Cristo Jesús, por la cual este virus ha sido inooculado y el hombre ha sido muerto y resucitado, puede que el significado de este capítulo esté señalando el momento en que el mundo entero abre los ojos a lo que les sucedió en Jesucristo. Si se trata de los israelitas, quizá ellos estarían recibiendo, por primera vez, la revelación de lo que Moisés y Elías anunciaban. Todo lo que ellos interpretaban como algo que ellos tenían que hacer, sería revelado como ‘lo que Dios ha hecho en Jesucristo, en favor de la humanidad entera. Que sucedería si esta fuera la razón por la que se dan regalos entre si y no porque los profetas murieron.
Puesto que no puedo copiar el capítulo entero del Espejo, te traduzco el siguiente verso que te hará comprender con vista de águila lo que este capítulo anuncia:
(En la inmolación del Cordero de Dios,) la culminación de la ira de la humanidad colisionó con tu pasión oh Dios – ¡Este es el momento crítico donde el juicio se cumple en la muerte! (Jesús dijo: “Cuando sea levantado en la cruz, ¡atraeré todo juicio sobre mí!”). Este es el momento anticipado y el premio de tus amigos-consiervos, los Profetas, los Santos, y de todos los que estaban maravillados por tu Nombre, tanto el insignificante como el prominente – ¡ésta es la destrucción del virus que corrompe la tierra!
(En el lenguaje simbólico del libro de Apocalipsis, el juicio del Dragón, la Bestia y la Ramera – la Trinidad falsificada – no es un juicio contra una entidad, sino contra un sistema mental corrupto. Un virus no tiene vida propia, ¡necesita un huésped! Rev. 11:18, Biblia de Estudio El Espejo, de Francois Du Toit
Como una referencia adicional, Joel 2 es un relato profético de lo que Juan veería como algo ya cumplido y de lo que la humanidad verá cuando este evento les sea revelado al pueblo israelita como a la humanidad hasta hoy incrédula, como lo veremos en los capítulos siguientes de Revelación.
Shalom.
Rev. Oct. 2019