Hoy comenzaremos el Capítulo 4 de la Revelación de Juan, misma que Dios le dio para mostrar (con símbolos o señales) las cosas que han de suceder pronto (Rev. 1:1) y de las cuales quiere librarnos.
Después de esto miré, y vi una puerta abierta en el cielo. Y la primera voz que yo había oído, como sonido de trompeta que hablaba conmigo, decía: “Sube acá y te mostraré las cosas que deben suceder después de éstas.” Al instante estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el cielo, y a Uno sentado en el trono. Rev. 4:1-2
Esta puerta que Juan ve abierta en el Cielo es la entrada al Lugar Santísimo – ya no existe el velo que nos separaba de la presencia de Dios; puesto que este velo ya fue partido por nuestro Amado Jesús, Juan puede ver hacia dentro, donde se encontraba el Arca del Testimonio, y ve a nuestro Señor sentado en Su Trono, en su Asiento de Misericordia.
Existen 12 referencias acerca de ” Jesucristo sentado en el Trono” en el Libro del Apocalipsis, y su Cap. 7 claramente gana el debate de que Jesucristo es Dios. Jesucristo, Nuestro Dios y Rey no está sentado porque estuviera cansado. Él está sentado porque su Trabajo ya ha sido CONSUMADO.
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Heb. 1:3
El Sacerdote del Viejo Pacto nunca se sentaba, su trabajo nunca terminaba. Nuestro Sumo Sacerdote lo consumó todo, ya no hay necesidad de más trabajo, o de más sacrificios, la maldición ha sido quitada de nosotros (Gal. 3:13) y clavada en la Cruz al haber clavado la Ley (Col. 2:13-18).
A continuación, Juan describe la apariencia de Jesucristo:
El que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardio, y alrededor del trono había un arco iris, de aspecto semejante a la esmeralda. Rev. 4:3
Esta piedra de Jaspe no era el mismo que conocemos nosotros, sino que era un tipo de diamante de alto valor por su claridad y pureza. En cuanto al Sardio, este era un Rubí de Sardis, también de altísimo valor.
Algunos “expertos” afirman que el rubí representa su ira, y ésto puede ser posible, pues la ira de Dios es su misma pasión por nosotros. Entendamos un poco más acerca de esta palabra mal entendida:
Ira, del griego ‘orge’, significa deseo ferviente, como tratar de alcanzar con anhelo, emoción de la mente, pasión). (Traducción del Espejo).
Asimismo, existe otra palabra también traducida como ‘ira’ o ‘indignación’, el griego ‘thymos’, que es la misma palabra usada para describir el fruto de la carne, o lo que sentían los fariseos cuando escuchaban hablar a Jesús o a los apóstoles. Esta palabra proviene de la raiz griega thyō, que significa ‘sacrificio’, como en el sacrificio de animales, por lo que Thymos tambien se traduce como ‘matar’, como en ‘el ladrón vino a robar, matar y destruir’, y también en “¡Ay de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a ustedes y tiene grande ira, sabiendo que le queda poco tiempo”.’ Rev. 12:12
Sin embargo, en el libro de Revelación esta palabra es traducida como ‘la copa o el vino de la ira de Dios’ 7 veces, pues se refiere al sacrificio de Jesús como nuestra oveja inmolada, es decir, su pasión por nosotros que lo movió a ofrecerse como nuestro sacrificio perfecto, el número 7.
El hombre percibía que Dios tenía indignación o enojo contra la humanidad; sin embargo, esta percepción era simplemente la que Adan nos heredó, una mentalidad de juicio o de distorción de nuestra imagen, (el significado de pecado) y por consiguiente, de la imagen de Dios.
Es por ello que Juan veía alrededor de su trono un arcoíris, asegurando ‘no mas percepción de ira’; Él nunca estuvo airado contra nosotros, sino contra todo lo que es contrario a nuestro diseño o a nuestra imagen; tampoco hay juicio para el Hijo de Dios, pues el juicio y la sentencia contra las obras del diablo ya se llevó a cabo en la muerte de Jesucristo, mas su resurrección declaró ‘Vida’ y Paz ; la guerra por las almas ha terminado y Cristo ha ganado y ha hecho la Paz con Dios por todos nosotros. Hemos sido reconciliados con el Padre, y El no guarda gruyas. Este arco resplandecía como la esmeralda, el color de la esperanza, de la resurrección, de la Nueva Vida, de Su Gracia.
Esta majestuosa apariencia de Jesucristo es lo que Dios quiso simbolizar en el pectoral del Sumo Sacerdote – en el Urim y el Tummim, que significa literalmente “Luces y Perfecciones”; el sardio o el rubí era la primera piedra preciosa y el jaspe era la última. El Sardio representaba a la tribu de Juda, porque de esta tribu saldría nuestro Salvador, quien derramaría la “copa de su ira” representada en su Sangre al convertirse en nuestro sacrificio. En cuanto al jaspe, este representaba a la tribu de Rubén. El Jaspe era una piedra de varios colores, púrpura, azul, verde, en ocasiones como el cobre. Digamos que es una piedra mixta. Curiosamente, el jaspe era usado a menudo para tallar la ‘piedra de toque’ , usada para medir el grado de pureza del oro y la plata y dependiendo el color o tono que dejaba en la superficie.
El relato bíblico acerca de Rubén nos dice que el deshonró a su padre Jacob, (“enseñó sus verdaderos colores”, o “mostró el cobre”) llegándose a su concubina Bilha, lo cual le costó su herencia. Su primogenitura pasó a José en el corazón de su padre, pues José era un símbolo de Jesús; a Leví le pasó el sacerdocio y a Judá el Reino.
La tribu de Rubén pudo haber sido linaje de reyes y sacerdotes, mas no sólo perdió su preminencia, sino la bendición de su padre, en un tiempo en el que ambas eran altamente codiciadas, pues la primogenitura era la identidad de los reinos, y la bendición del padre estaba reservada para el primogénito, por lo que era altamente venerada y preciada; sin embargo, las últimas palabras de Jacob para su hijo primogénito fueron: “no tendrás preminencia”. (Gen. 3:4). El hijo mayor perdió la preminencia.
La consecuencia para Rubén fue grave durante su existencia. Quizá la imagen de su padre fue afectada negativamente por la de su madre; el rechazo que ella experimentaba de parte de Jacob pudo habér dejado una huella en su hijo mayor; sin embargo, estas dos mujeres – Lea y Raquel, tambien son representativas de vivir bajo la Ley o bajo la Gracia, pues Lea significa ‘cansada’ y Raquel significa ‘oveja hembra’; sabemos que las ovejas viven en descanso, pues su naturaleza es de ‘confianza’, por lo que no se preocupan de nada, sólo viven confiando en su pastor.
Mas de qué manera el perfecto y maravilloso trabajo redentor opera en nosotros, que Nuestro Padre representó a la tribu de Rubén con tal pureza en el pectoral del Sacerdote, pues esta pureza no está basada en la obra de Rubén. Rubén en el hebreo significa “He aquí un Hijo”. Dios ha puesto a la humanidad en la Rectitud y la Pureza de Su Hijo. Estas piedras en el pectoral del Sumo Sacerdote enmarcaban la perfección, la pureza y la inocencia de su Pueblo ante la Luz de Cristo – Su Rectitud reflejada en nosotros y redimida a través de Su Pacto.
Las obras de Adán ya no tienen preminencia hoy, pues Jesús vino a restaurar lo que se había perdido. El tiempo de la primogenitura ha quedado obsoleto. Nuestra oveja fue sacrificada precisamente para eliminar toda supremacía y preminencia entre los seres humanos – eso es lo que significa ‘no mas judio ni gentil, esclavo o libre, macho o hembra”. Esto último no se refiere a la orientacion sexual, sino a que:
Nada se asemeja ya a tu identidad anterior como judío o gentil, esclavitud o libertad, hombre o mujer, Billabong o Gucci, ¡ahora han sido todos definidos en unidad con Cristo! ¡Él es tu significado y ésto es lo que te hace hermoso(a)! Gal. 3:28, El Espejo.
Shalom
Edición: Agosto, 2019.