Continuando con el tema de la religión y para entender por qué la religión y el Evangelio de Gracia son tan contrarios como la vida y la muerte, necesitamos comenzar nuevamente desde el principio, en el Jardín del Edén, en donde el hombre se encontraba desnudo, mas no se avergonzaba, pues su vestimenta era la Gloria de Dios.
Mas al haberse el hombre probado una vestimenta que le quedaba muy grande – el querer ser “como Dios” por su propia habilidad, perdió sus ropas – ésto es, perdió la Gloria de Dios que lo vestía.
Ese mismo fue el pecado de Satanás quien codició una vestidura no diseñada para él y dijo:
“Subiré sobre las alturas de las nubes, Me haré semejante al Altísimo.” (Isaias 14:14)
Esta palabra “semejante”, – el hebreo damah, es la raíz de la palabra dĕmuwth que significa “semejanza”, palabra usada por Dios cuando dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gen. 1:26)
Esta escritura indica que este ángel codició el lugar que Dios tenía reservado para su raza humana, pues los ángeles, con toda su grandeza, fueron diseñados para servirle al hombre.
Pues, ¿A cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? (Salmo 110:1; Ef. 1:20-22; Mat. 22:44) ¿No son todos espíritus servidores, enviados en servicio por amor de los que son los herederos de la salud (salvación)?
Hebreos 1:13-14
Por esta razón, este ángel caído no podía permitir que el hombre pudiera habitar en las alturas; por tanto, lo hizo caer de su lugar de descanso, haciéndole creer lo que él mismo creyó y que lo desterró eternamente: la falsa creencia de que podría “vestirse” como Dios, mediante las obras de su propia habilidad y fuerza, cuando el hombre ya estaba vestido “como Dios“, con la Gloria y Hermosura de Su Padre.
Mas cuando el hombre perdió su gloria, se halló desnudo y se escondió, pues las ropas que la serpiente le ofrecía eran “de engaño”, ya que el hombre fue diseñado para vivir eternamente cubierto con el manto de la perfección de Dios, la cual es imposible de imitar o de adquirir mediante esfuerzo humano.
A menos que Dios pudiera restaurarnos esta cobertura nuevamente como un regalo, el hombre viviría para siempre “vestido de su esfuerzo”, representado en las hojas de higuera con las que el hombre trató de cubrirse (Gen. 3:7), mas Dios mismo lo cubrió con la piel de un animal.
Todo esto me recuerda a mi hija pequeña queriendo vestirse solita, mientras repetía: “yo cholita, yo cholita”, para después tenerla yo que vestir de nuevo.
Mas cuando Jesús caminó entre los hombres, al ver una higuera sin higos, la maldijo diciendo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti” (Marcos 11:12-25), y la higuera se secó, pues Él estaba a punto de terminar con ese contrato a través del cual el hombre se vestía “cholito”: La Ley. Dios mismo nos cubriría con su mera justicia, la cual nosotros nunca podremos reproducir con fuerza de voluntad o buenas intenciones.
Dios bajó del cielo y se hizo hombre para remover esa vestidura de nosotros y clavarla en la Cruz, para poder vestirnos con vestidura de Reyes y Sacerdotes, blanca como la lana, la cual está disponible para cada persona que quiera ataviarse con Su hermosa rectitud y Gloria,
¡Ésto es el Evangelio! Y a través de esa obra de Dios, (no del hombre) Jesús deshizo la obra del diablo y nos ha sentado para siempre junto al altísimo,(Efesios 2:6, col. 3:1). Ya estamos ahí, en una posición de descanso. Ya no necesitamos vivir llenos de labores y dificultades, arrastrándonos en la bajeza del mundo, como la serpiente, para obtener cosas.
En contraste con la Religión, el Evangelio no se basa en puntos de vista de la lógica humana , ni mucho menos en nuestro esfuerzo u obediencia, sino en el punto de vista de la Lógica de Dios con la que nos diseñó par vivir de su Amor y de Su Espíritu, por el esfuerzo y la obediencia de Jesús en la Cruz, en donde El gritó “¡Consumado es!”
Así es amado(a), el Evangelio es un decreto de Libertad, la Buena Noticia que da a conocer esa Majestuosa Obra de Justicia, que Dios llevó a cabo para revestir a su preciada Humanidad “Él cholito”, sin nuestra ayuda.
La religión es un derecho humano protegido por la ley de muchos países, el Evangelio, por el contrario, es un Derecho otorgado por el Mismo Dios, dado a nosotros por Gracia, esto significa: que Dios mismo lo adquirió a alto precio para nosotros y que nos lo ha dado sin cobrarnos nada a cambio.
Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Hebreos 2:8-9
Él nos salvó, no por las obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a Su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que El derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por Su gracia fuéramos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna. Tito 3:5-7
Vengan ahora, y razonemos,”
Dice el Señor,
“Aunque sus pecados sean como la grana,
Como la nieve serán emblanquecidos.
Aunque sean rojos como el carmesí,
Como blanca lana quedarán.
Isaias 1:18
El prometió que El lo haría, y ¿cómo se obedece una promesa? ¡creyéndola!
Gracia y Paz en abundancia
Rev. Marzo, 2020