Victoria que Derrota

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Habiendo entendido que nuestra deuda nos fue TOTALMENTE cancelada, que las bendiciones de Abraham son nuestras por la victoria de Jesucristo en la Cruz, y en la tumba, necesito animarte a que no veas tus bendiciones como medida de tu fe o de tu propio éxito, pues solo en ocasiones tus bendiciones te llegarán sin oposición. Aunque nuestro enemigo no lo sabe todo, él puede ver toda la actividad espiritual que tu no vez alrededor tuyo – el puede ver los ángeles que están a tu alrededor y a tu servicio y que en ocasiones no actúan por falta de “material” con que trabajar, si recordamos que ellos actúan al mandato de tu boca. Así mismo, ese ángel caído vive celoso de la gloria de Dios que ve sobre tu cabeza, la cual él mismo codiciaba y él puede ver la luz fuera del túnel que tu no puedes ver porque tu estás atado a este cuerpo que se rige por los cinco sentidos y por los procesos químicos de tu cerebro.

Basado en lo anterior, la actividad que él desate contra ti tiene el propósito de interceptar ese paquete destinado para ti, o demorar ese destino que el ve brillante, o desviar a cierta persona que va a recibir salvación a través de ti, o arruinar ese testimonio que Dios te dará. Recuerda que él es el opresor, y tu eres el que le recuerda que no tiene derecho a oprimirte. Mas realmente no es tanto que él no lo sepa, o que no se acuerde, sino que él sabe cuando tú lo has olvidado; por lo mismo, mas que recordárselo a el, necesitamos recordárnoslo nosotros mismos.

El huirá cuando sienta tu “resistencia” – esto no significa “tu tolerancia” – cuanto aguantas, o  cuantos dardos te puede lanzar sin penetrarte, sino tu habilidad de contra ataque con la Palabra saliendo de tu corazón por tu boca hasta sus oídos, lo cual aprendimos hace un año en nuestro estudio de la guerra espiritual y la Epístola de los Efesios, que podrás encontrar en el mapa de sitio.

Mas asumiendo que ya eres experto en usar tu Espada del Espíritu, y que estás en total descanso en Su Gracia, lo cual es la única manera de ganar la guerra espiritual y hacerle huir, quizá aun estas viendo sufrir a tus hijos, porque ellos aun no lo entienden o no lo creen, o quizá los viejos problemas persistan, sean financieros o aun legales. O pensemos que te sientes desanimado o desalentado porque aun sin problemas las cosas no son como las esperabas, especialmente cuando vemos que otros de la familia de la Gracia si están viendo todo lo que esperaban y están prosperando y aun obtuvieron el éxito con el que tu soñabas. Que no se diga los de la Gracia, digamos que los que andan bajo la Ley , o que mejor que ellos,  tu vecino que adora otros  dioses  y obtuvo  el trabajo ideal, el auto ideal, la casa ideal, el marido ideal, los hijos ideales aun el yerno o la nuera ideales, y nosotros, Hijos de Dios, Reyes y Sacerdotes, seguimos esperando en la fila.

Especialmente en el momento en que contemplamos lo que interpretamos como “la victoria” de los demás, seremos bombardeado con pensamientos de inadecuacidad, de dudas acerca de nosotros mismos: “En donde estoy creyendo mal”, “en donde me he quedado corto de la gloria de Dios”; ya no estamos bajo nuestras obras, por tanto no podremos decir “que estoy haciendo mal” pues ya no queda mucho que hacer, mucho por orar o ayunar, u ofrecer sacrificios.

Asímismo, ya agotamos en el pasado todos los recursos, reprender al diablo, o ir a retiros de arrepentimiento para cerrar con nuestro pasado, para renunciar a nuestros pecados, atar viejos pactos, cerrar o abrir “puertas”, cancelar viejos dichos de nuestra boca, y todas esas cosas que algunos hicimos en el pasado para querer librarnos de la maldición. Ya no oímos música secular ni vemos “reality TV”, ya rompimos todas las pinturas de pintores “seculares”, ya tiramos los amuletos de buena suerte que atraían demonios y aun nos removimos el tatoo;   ahora leemos la palabra y la hablamos en nuestra vida para traerla en existencia y aun así nuestra vida no se vuelve “perfecta” y llegamos a sentir como si todo hubiera sido un sueño hermoso, una fantasía, pues nuestra opinión de nuestra derrota se vuelve “nuestra verdad” y con todas nuestras armas espirituales, nuestra espada del Espíritu y toda nuestra riqueza en gloria, nada podemos cambiar.

Debido a que vivimos en un mundo que se mueve de deseo en deseo y de meta en meta, vivimos sin saciarnos siempre queriendo alcanzar sin poder llegar a “la felicidad”. El mundo nos enseña que aquellos que no alcanzan sus metas son los mediocres, los “perdedores”, por tanto, cuando llegamos a Cristo, aquello a lo que habíamos renunciado antes de ser cristianos, hoy se vuelve alcanzable porque tenemos el poder del Espíritu Santo y podemos “hablarlo en existencia“.

Nos sentimos “mas que vencedores por medio de aquel que nos amó”, y nos dedicamos a hacer nuestras metas realidad, las cuales representan nuestra tierra prometida; sabiendo que no debe ser por esfuerzo, sino por Gracia, vemos la Gracia como la nueva manera de proveer nuestra versión de la victoria:  aquella misma  meta que queríamos cuando estábamos en el mundo, solo que ahora buscamos una nueva manera de proveerla – ganar el American Idol,   obtener ese marido,  tener ese bebé,  cayendo en desilusión y desaliento si no se materializa, especialmente en el tiempo en que ésta debía llegar.

De sentirnos vencedores,  caemos a sentirnos abandonados por Dios y pensamos “La Gracia no funciona”,  “si de verdad Dios me amara…..”;    de esta manera nuestro corazón nos estará revelando lo que el enemigo trata de hacernos creer.

Si esto te ha sucedido a ti en alguna ocasión, alégrate sabiendo que tu no eres el único, pues el Apóstol Pablo mismo experimentó esos sentimientos de derrota. Regresa la próxima semana para descubrir qué lo hizo a él terminar la carrera con éxito y gran gozo.

Shalom.