Continuando con Romanos 8, encontramos la solución al problema del pecado, y obtenemos la victoria sin luchar, cuando vivimos bajo la Gracia.
Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.
Rom. 8:5-8
Date cuenta de que el enemigo de Dios no es la mente, ni siquiera la carne, sino la mente puesta en la carne, esto es, la mente puesta en tu propia fuerza, en tu desempeño, en tu desarrollo o superación, en tus méritos, en tu obediencia, en ti, ti, ti, ti, ti, ti y tu habilidad para cumplir LA LEY, conocida como ¡Los 10 Mandamientos! Permíteme que te lo muestre en Efesios:
poniendo fin a la enemistad en Su carne, la Ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en El mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad
Ef. 2:15-16
¿ Te diste cuenta cual es la “enemistad” a la que Cristo le dio muerte en su carne? ¡La Ley de los Mandamientos! ¿Por qué enemistad? Porque ¡la fuerza del Pecado es La Ley! (1 Cor. 15:56). El Capítulo 5 de Gálatas te convencerá de mi argumento, principalmente aquí:
Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen. Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la Ley Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: ….. Gal. 5:16-19
Esta es la mente no renovada, una mente puesta en la carne – en la Ley. Irónicamente, la religión nos pone a todos los ojos en la carne, porque nos hace enfocarnos en nuestro mérito y esfuerzo por agradar a Dios y para ser mejores personas. Más el Reino de Dios no es “religión”, es vida abundante, “justicia, gozo y Paz en el Espíritu Santo”. (Rom. 14:17)
Mucha gente se ha dado cuenta del engaño de la religión , mas eso no los hace rendirse a la Gracia; ellos desean seguir enfocados en sí mismos y seguir buscando como añadir a su vida, a través de otros substitutos como la filosofía, humanismo, psicología, “el poder del pensamiento” , la energía del universo, etc. para obtener su “auto-realización” y para añadirle a su vida las cosas que sólo nos pueden ser añadidas buscando el Reino de Dios y Su Justicia (Mat. 6:33) . Recordemos que la palabra anti-cristo no solo significa “contra Cristo” sino “en lugar de Cristo”.
Sin embargo, ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes. Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él. Rom. 5:9
Recurriendo de nuevo a la versión de la Biblia “The Message” te traduzco con amor lo siguiente:
Aquellos que piensan que lo pueden hacer por sí mismos terminan obsesionados con medir su propio músculo moral, pero nunca llegan a ejercitarlo en la vida real. Aquellos que confían en la acción de Dios en ellos encuentran que el Espíritu de Dios está en ellos, ¡viviendo y respirando a Dios! La obsesión con uno mismo en estos asuntos es un callejón sin salida; enfocarnos en Dios nos conduce hacia lo abierto, hacia lo espacioso, hacia una vía libre. Enfocarnos en uno mismo es lo contrario a enfocarnos en Dios. Cualquier persona completamente absorta en sí misma no tiene en cuenta a Dios, acaba pensando más en sí mismo que en Dios. Esa persona ignora quién es Dios y lo que Él está haciendo. Y Dios no se complace en ser ignorado. Pero si Dios mismo ha tomado residencia en su vida, difícilmente pueden estar pensando más en ustedes mismos que en El; cualquiera que no haya recibido a este Dios invisible pero claramente presente-el Espíritu de Dios, desde luego que no sabrá de que estamos hablando.
Rom 8:5-9
Shalom