Habiendo creído en Jesús, en la Cruz, en su Gracia, en Su Amor, muchos de nosotros esperamos que sus bendiciones y provisión se comiencen a manifestar y los problemas y tribulaciones comiencen a disiparse y desvanecerse. Comenzamos a poner el pie en el agua, seguros del amor de Dios y de su infinita Gracia, solo para que al escuchar el ruido de la tempestad y al mirar los vientos feroces alrededor nuestro, nos hundamos en el mar impetuoso, tal y como le sucedió a Pedro.
Ante todo debes saber que nada nos va a llegar sin una buena batalla y esa es la buena batalla de la fe; Sea que exista temor o incredulidad, o que simplemente no sepamos por donde comenzar a usar la fe, la buena noticia es que Jesús sacó a Pedro del agua de inmediato, y así lo hará con nosotros. Mas por el afán de tener más fe, no dejemos que nuestra fe se convierta en “obra”. La fe es un regalo, es por Gracia y solo surge por el oír la Palabra de Cristo (Rom. 10:17), al dejar que su amor nos conquiste.
Al mismo tiempo, la transformación nos sucede cuando le contemplamos en su Palabra, pues es cuando logramos tener revelación de quien es este Jesús, es cuando somos transformados a su imagen(2 Cor. 3:18). Entonces podremos decir que le hemos visto, y su palabra hará en nosotros lo que Él dice que hará(Is. 55:11), porque “como es El, somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17) Por tanto, cuando tratamos de tener fe, quiere decir que la fe no está surgiendo por Gracia, pues queriendo producirla, nos estamos enfocando en la fé y no en Jesús.
Este año por ejemplo, comencé a sufrir de cierta alergia similar a una quemadura muy fuerte de sol, la cual se manifestó como sequedad, irritación y ardor en mi cuello. Al mismo tiempo, despertaba con cierto ardor en mis brazos, sin siquiera haberme expuesto al sol. Al principio lo atribuí a una alergia al Magnesio que estaba ingiriendo, mas meses después de haberlo suspendido, la alergia lejos de desaparecer, comenzó a extenderse alrededor de mis ojos, y comenzaba a invadir mi rostro.
Debido a que en un principio pensé que era algo temporal, no le di seriedad, mas después de 2 meses, me pregunté por qué no la había yo llevado a la Cruz. Entonces tome el Pan, y la Copa del Nuevo Pacto en su sangre y celebré Su Santa Cena con Él , dejando mi alergia en la Cruz y por un par de días no pensé en ella. Esa misma semana escuché un sermón en el cual la persona de Jesús era revelada y exaltada de manera gloriosa, y sin esfuerzo, todas mis ansiedades cayeron sobre El, permitiéndome entrar en su descanso. Esa misma tarde, mientras recibía inspiración para guisar, me lleve la mano a la barbilla y después de un rato me di cuenta que mi cuello estaba lisito, al igual que mis ojos. Me miré al espejo y me di cuenta que la alergia no había dejado marca alguna, y no he vuelto a despertar con ese ardor en los brazos.
Toda la Gloria va para Jesús, pues no tome ningún medicamento para ello, mas meditando en esta y en otras ocasiones en que he sido sanada milagrosamente de la misma manera, (insomnio, lesión en la espalda, gripas, infecciones en la garganta, etc.) me di cuenta que ninguna de ellas busque yo mi sanidad, simplemente busqué escuchar de Jesús y llenarme de su presencia. Puesto que todo lo que Jesús nos dio lo recibimos por fe, el hecho de que sané quiere decir que existió fe, mas no pensé en la fe, no busque la fe, no busque la sanidad, solo busque comer mi Pan de Vida hasta llenarme.
Será tu hambre de este Pan de Vida lo que te haga recibir mas fe y será tu revelación de quien es Él y de que fue lo que Él consumo en la Cruz lo que te permita verte en El. Cierto, Él nos ha hecho completos, limpios, justos, gloriosos, aceptos, amados, más cuando dejamos de oír acerca de Él, en nuestra mente humana solo existe el “YO” que nos hace mirar a nosotros mismos y a la tempestad. Sé que debemos aceptar el valor que Él nos dio, cuanto nos ama, todo lo que somos en Él , sin embargo, mirándonos a nosotros mismos no habrá la Gracia para caminar en el agua.
Mas cuando logramos vernos en El, no necesitamos tratar de creer en quienes somos, pues nuestra nueva identidad surgirá sin esfuerzo cuando surge de nuestra revelación de lo que Él es y lo que somos en Él , por tanto no quitemos los ojos de Él.
Shalom