La Labor Cristiana

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La escritura nos ha mostrado que el que predicaba el “evangelio diferente” en el tiempo de Pablo,  enseñaba que  aun después de haber creído en Jesucristo, debían circuncidarse y guardar la Ley de Moisés.

 En la actualidad, la circuncisión ha pasado a manos de las instituciones de “salud”; en cuanto a la Ley de Moisés,  ésta simplemente cayó en manos de la religión en sus diversas variedades – en lugar del Evangelio, pues aun cuando se haga mención de  la  Cruz, ésta no parece tener mucho efecto en la vida de sus creyentes, al haberles hecho creer que es su obediencia  y sus buenas obras lo que los justifica  y su confesión la que los limpia cuando su obediencia les falla, para lo cual usan el arrepentimiento,  mismo que llevan a cabo  a base de  actos de contrición y golpes de pecho cuando tal fuerza también les falla. 

Irónicamente, a pesar de su mucha labor, muchos de ellos  sólo pueden esperar de Dios si se esfuerzan lo suficiente;  por mencionar algunos ejemplos, a pesar de que Jesús  fue el máximo sacrificio, ellos deben sacrificarse y auto-castigarse;  a  pesar de que Jesús se empobreció para que nosotros fuéramos enriquecidos (2 Cor. 8:9), prosperar económicamente está condicionado a su diezmo,  o al dinero que siembren en el “reino de Dios”; no obstante sus buenas obras, sólo podrán ir al cielo si mueren confesados,  y finalmente,  si no perdonaron,  aunque se confiesen y se arrepientan  !Dios no los perdona!    ¿No te parece como una mala broma? 

Y así podría enumerar todas las maneras en que la religión invalida la Cruz, mientras que la explicación para los que no reciben lo que esperan es “que deben estar en pecado”  o “su falta de fe” o  y si recordamos que  ¡todo lo que no es de fe es pecado!  ¿cómo esperar sanidad y protección  de la Cruz, o ayuda en la tribulación  con una consciencia de pecado tan grande que contradice que Jesús haya sido el sacrificio perfecto?  “ya que los adoradores, una vez purificados, NO tendrían ya más conciencia de pecado?” (Heb. 10:2)   Paradójicamente, muchos de estos adoradores aun se sienten “sucios”, a pesar de sus muchas labores de auto-limpieza.

Lo mas irónico de todo, conforme nos lo mostró Pablo  en el blog anterior,  es que  aun si lográramos ser perfectos  conforme a las obras de la  Ley, ésto equivaldría a  “no andar en rectitud bajo la Verdad del Evangelio”, pues ¿cuál es el verdadero pecado bajo el Nuevo Pacto?   El querer vivir bajo la Gracia ¡sin dejar de buscar la justificación bajo a la Ley! Este es el pecado que  se ha enseñado en lugar del Evangelio, produciendo la cristiandad derrotada  y sin fruto que  tenemos hoy,  cómo Pablo nos  mostrará en los siguientes capítulos, ya que todo lo que se haga confiando en “La Ley” (en la carne), cortará a fuente de su Gracia y la influencia de Su Amor.

La mala noticia es que la Ley no se limita a los 10 Mandamientos o a las 640 leyes en el Torah,    todo lo que hagamos para obtener lo que Cristo ya nos dio gratuitamente en la Cruz,  confiando  en nuestra propia carne – en nuestro propio mérito, esfuerzo, habilidad, o en el de otros humanos o artífices,  es  lo que significa  vivir bajo la Ley, y la Ley invalida la Cruz de Jesús.

Es por ello que  el malhechor en las mañanas, se encomienda a su dios para que su fechoría le salga bien,  sin que exista una gota de amor o compasión en su corazón por el dolor que causará en los afectados y al llegar la noche se confiesa para “limpiarse”, para al día siguiente  cometer una nueva fechoría, mostrando que su confesión no lavó ni transformó su corazón ni sus pensamientos que le mueven a cometer tal fechoría, por lo que su labor puede compararse con un glotón  que se purga  después de atiborrarse con la ilusión de que  se verá mas delgado y podrá seguir comiendo. 

Solo bajo la fuerza del Amor de Jesús contenida en Su Evangelio de Gracia, nuestro corazón podrá ser purificado y seremos persuadidos de lo que somos en Él a través de lo que Él hizo, lo cual nos dará libertad para dejar de  vivir  “llenos de labores”, que es el significado de maldad, (del griego “poneros”) aunque estas labores se llamen  “labores cristianas”.

Mas aun dentro de la ministración de la Gracia,  llegamos a  convertir  la Gracia en Ley al imponer fórmulas y métodos para obtener los resultados de Dios, lo cual nos quita los ojos de Cristo y los pone de nuevo  en nosotros mismos y en nuestro esfuerzo, pues al final siempre tenemos que hacer algo para poder recibir de Dios, como se hacía bajo el Viejo Testamento.

No existen  fórmulas amado(a),  fuera de escuchar la Carta de Amor del Padre contenida en su Evangelio de Gracia sin adulterar,  el cual nos hará  descansar en la integridad de nuestro Padre y en su guianza, al revelarnos Su Verdad por Su Espíritu y persuadirnos de que somos Hijos Amados, limpios y aceptos, con un lugar en las alturas por causa de lo que Cristo hizo.  Solo entrando en este reposo, heredaremos la promesa – la Vida y los resultados de Dios en nosotros, vida abundante y eterna.

Cristo viviendo su vida en ti a través de tu fe es tu única fórmula, esa es la única Buena Noticia.   Cristo viviendo en ti no te va a hacer  sentir sucio ni  culpable, sino por el contrario, Él te llevará a mirarte como Él te mira,  diseñado “en Cristo”,  bajo un diseño “celestial”; La Vida de Cristo producirá  en ti sus pensamientos,  sus emociones, su Amor por los demás, su compasión, su generosidad,   benignidad en lugar de crueldad,  etc.;  serás una verdadera “Epístola viviente“,   sin que nadie nos tenga que sonar el silbato cuando es el momento de mostrar amor,  o de ser generosos 

Aun si hubiéramos caído en esta trampa en que cayó Pedro, Pablo no lo deja sin esperanza,   simplemente  le exhorta a no “hacer nula la Gracia de Dios”.  Lee sus palabras de corrección en Gálatas 2:17-21 y de ello expandiré la próxima semana.

Shalom

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