- Jesús y la Ley
No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado. Y les aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor. Todo se cumplirá cabalmente.
Mateo 5:17-18 (LPH – La Palabra Hispanoamericana)
No piensen que yo he venido a anular la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. No he venido a anularlas, sino a darles su verdadero significado. Y les aseguro que, mientras existan el cielo y la tierra, la ley no perderá ni un punto ni una coma de su valor. Todo se cumplirá cabalmente.
Mateo 5:17-18 (LPH – La Palabra Hispanoamericana)
Jesús nació y vivió bajo la ley de Moisés, pues Él vino a ‘cumplirla’ en todos sus puntos. Mas existe un malentendido que le ha costado a la Novia de Cristo su libertad. Durante el tiempo en el que Jesús vivió, la cultura era el fariseismo – un orgullo o vanagloria en la rectitud propia y confianza en los propios esfuerzos por guardar dicha ley. Sin embargo, los fariseos y seduceos, los ‘administradores’ de la Ley, la habían diluido a manera de poder cumplirla en apariencia o superficialidad, y puesto que vivían de ella, aunque realmente no la guardaban, la usaban como mecanismo de control, imponiéndola estríctamente en la vida de la gente. De esta manera no sólo aseguraban su supervivencia, sino que la hacían mas lucrativa, pues ellos se creían los merecedores de las bendiciones, por el simple hecho de ser ricos – ellos de hecho, eran la clase alta de aquel tiempo.
Sin embargo, en el tiempo de Jesús, la Ley de los judíos no era el Torah, sino el Talmud. Del Talmud no hablaremos.
Por lo anterior, con los únicos con los que Jesús demostró la dureza e inflexibilidad de la ley fue con los Fariseos. Por eso, cuando ellos cuestionaban a Jesús, tratando de minimizar la grandeza de sus obras, o de invalidar el poder de su testimonio, Jesús les mostraba la ley en su estado íntegro, original, como había sido diseñada, para hacerles ver cuanto fallaban en cumplirla. Esto nos puede hacer creer que Jesús estuviera reforzando la ley o haciéndola aún más imposible de cumplir, mas su propósito era que ellos reconocieran su deshonestidad, y su imposibilidad por salvarse a si mismos por las obras de la ley, pues ellos sabían que realmente no la estaban obedeciendo. Jesús vino a exponer su bancarrota espiritual, y a sacar a la gente de la ilusión de que siguiendo la Ley podrían encontrar la vida. Por lo mismo, en aquello que alguno se enorgullecía, Jesús le mostraba cuanto fallaba. Jesús realmente estaba practicando nuestro famoso refrán mexicano: “dime de que presumes y te diré de que careces”.
Inclusive, Él les dijo en Juan 5:39 y 40, usando la versión Dios Habla Hoy, para mayor claridad:
“Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio de mí, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida”.
Si lees cada episodio en el cual Jesús mencionaba con rigor la ley de Moisés, te darás cuenta que fue cuando algún fariseo o seduceo se había aparecido para interrogarlo, espiarlo y reunir evidencia en su contra. Jesús aun les dijo: “Moisés les dio la ley, ¡pero ninguno de ustedes la cumple!” Juan 7:19.
Un ejemplo de ello es el de Lucas 10:25-37. Por abreviar espacio, te pido que lo leas en tu propia biblia. Este fue el caso de un fariseo, descrito como ” un doctor de la ley” el cual vino a Jesús quizá para tratar de obtener algo para inculparlo. Jesús le habla con la parábola del buen samaritano, para mostrarle de lo que el carecía – misericordia. Al final le dice: “ve tu y haz lo mismo”, implicando su posible falta de misericordia que caracterizaba a los fariseos. Esto nos muestra cómo la ley escrita en piedra produce corazones de piedra en los que tratan de obtener la vida a través de ella.
Observemos también su encuentro con el joven rico de Mateo 19:16-22, el cual es referido como ‘príncipe’, en Lucas 18:19, quizá un príncipe de los sacerdotes o saduceos. Usemos la Reina Valera Antigua para aumentar el dramatismo de este momento.
…Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?
Y él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino uno, es a saber, Dios: y si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Dícele: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre: y, Amarás á tu prójimo como á ti mismo.
Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi juventud: ¿qué más me falta?
Dícele Jesús: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y da lo á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.
Nótese que Jesús no le dio a este joven la misma respuesta que le dió a otros “..El que cree en mí, tiene vida eterna ” (Juan 6:47) o, “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tu y tu casa”, (Juan 11:25) o aún la respuesta que le dió a Nicodemo, otro fariseo “… es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” Juan 3:1
La mala interpretación de este pasaje ha creado la falsa idea de que Cristo nos hará regalar nuestras posesiones o perderlas si queremos venir a El, o que Dios nos quiere en pobreza, razón por la cual muchos ricos no acercarse a Cristo, o por lo que muchos otros prefieren enriquecerse ilícitamente, creyendo que la riqueza aún lícita les impedirá la vida eterna. Mas cuando sabemos que los seduceos y los Fariseos eran los ricos de aquel tiempo, entendemos por qué Jesús dijo: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios” (Mateo 19:24, Marcos 10:25, Lucas 18:25)
Cuando conocemos que Dios es quien da la riqueza, junto con la habilidad de disfrutar de ella; y que Cristo se hizo pobre para que pudiéramos ser enriquecidos, así como que Él nos provee de sus riquezas en gloria, pues el oro de Cristo nos hizo a todos más ricos que a Abraham, nos damos cuenta de que Jesús simplemente le estaba mostrando a este joven aquello que fallaba en cumplir y que lo hacía romper toda la ley: “No tendrás otros dioses ajenos delante de mi”. Su riqueza, su título de nobleza, o su estado privilegiado ocupaban ese lugar. Por lo mismo el joven se fue entristecido y no pudo descubrir que ni la riqueza ni la pobreza sería lo que nos define.
En contraste, cuando Jesús se refería a sus ovejas perdidas, escuchamos a un Jesús compasivo y amoroso, dispuesto a sanar, a libertar, jamás haciéndoles sentir indignos o rechazados. Muchas personas aun tenían que romper la ley para poder acercarse a Jesús. Uno de ellos fue el leproso, quien rompió la ley del leproso para poder recibir su sanidad. Otra fue la mujer con sangrado de flujo, quien no podía exhibirse en público con esa condición, y mucho menos tocar a alguien, pues era impura. Otro ejemplo está en la parábola del hombre rico y Lázaro, narrado en Lucas 16.
El hombre rico, ahora sabemos que era otro fariseo, le suplica a Abraham que envíe a Lázaro a hablarle a sus 5 hermanos para que sepan que irán al infierno. Mas Abraham le contesta:
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no escucharán por más que alguno se levantara de los muertos”». Lucas 16:31
En efecto, los fariseos, los que intentabaj ser justificados por la Ley de las obras y del desempeño, bajo sus propio vanos esfuerzo, fueron los únicos que no creyeron en Jesús, aun cuando El se levantó de los muertos. Incluso, es mi opinión que ellos supieron desde el principio que Jesús era el Mesías prometido, lo cual amenazaba su posición privilegiada. Por lo mismo divulgaron la mentira de que el cuerpo de Jesús había sido robado, y negaron su resurrección fieramente, persiguiendo hasta la muerte a aquellos que recibieron la revelación de su propia Resurrección.
El nombre de Lázaro significa “a quien Dios ayuda” Aquel que vive de la gracia de Dios, es el único a quien Dios puede ayudar. La pobreza de Lázaro representa a aquel que está consciente de su condición espiritual de absoluta bancarrota y viene a Dios vacío de si mismo; aquel que reconoce ante Dios lo que Pablo reconoció
“..yo sé que en mí (es á saber, en mi carne) no mora el bien..” Romanos 7:18
No hay requisitos para recibir la Gracia de Dios, más al igual que los fariseos, es difícil recibir esta revelación mientras se sigue intentando ser justificado por la Ley. Aquel que aún está tratando de dar lo mejor de si mismo por rectitud propia, no cree en esta palabra. El refrán “ayúdate que Dios te ayudará” refrán de George Herbert, usado también por Benjamín Franklin, nunca salió de la boca de Jesús, pues es contrario a la Gracia de Dios, la cual dice: “deja que mi Gracia te sea suficiente… o deja que Dios te ayude que tú no te puedes ayudar”, o en las mismas palabras de Jesús: “Sin mi, nada puedes hacer”. Aquel que difiere en esto con Jesús, será contradicho por Dios. Lo mejor de nosotros, los frutos del Espíritu, se manifestarán tarde o temprano, cuando vivamos de su Gracia.
¿Y tu querido lector, como quieres vivir?
¡Maranatha! (El Señor Jesús regresó)
Revisión: Ago 2024