Jesús sigue lavando nuestros pies hasta el día de hoy, como lo hizo con sus apóstoles, para mantener nuestro caminar limpio. Habiendo sido bañados por la sangre de Jesucristo, nuestro Cordero, para mantenernos sin polvo ahora sólo es suficiente el agua viva que brota de nuestro interior cuando la Palabra se vuelve vida a través de su Espíritu Santo.
Read More